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Columna
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Cristiano es un chulo

A veces el talento es un imán y a veces es un insulto y por lo tanto un riesgo: haz algo bien y todos te aplaudirán; hazlo excepcionalmente bien y la mitad de los admiradores se convertirán en enemigos. Hay gente que solo mira hacia arriba con rencor.

Juan Urbano y yo hablamos de eso porque él, que como todo el mundo sabe es filósofo, de izquierdas y del Madrid, está alucinado con la catarata de insultos y amenazas que le ha costado a Cristiano Ronaldo hacer una genialidad durante el partido de su equipo contra el Atlético de Madrid, el domingo pasado en el Santiago Bernabéu. Todo el mundo lo ha visto: le cae un balón indeciso de las alturas, de esos que no saben si son un despeje o un pase, y él se la pasa a un compañero dejando que le golpee en la espalda y convirtiendo así un rebote en un malabarismo y el azar en magia. El estadio entero festejó con una ovación la ocurrencia, que fue de esas que rebajan el precio de la entrada, pero sus adversarios de dentro y de fuera del campo se lo tomaron como una afrenta. A uno de los futbolistas rivales lo filmó una televisión diciéndole, con la boca llena de clavos al rojo vivo: "Eso no lo haces con cero a cero, ¿eh? ¡Te pegaba una hostia!". El siete le contestó como Dios manda, es decir, muy mal, pero luego casi pide perdón en su twitter: "En ocasiones, hay que ser creativo".

Da miedo que haya gente que pueda mantener que el malabarismo de Ronaldo fue una ofensa

Que eso ocurra en un terreno de juego, a 120 pulsaciones por minuto y entre contrincantes, se puede entender; pero que haya gente que, en frío y de pantalones largos, pueda mantener que lo que hizo Ronaldo fue una ofensa, y escribirlo en sus periódicos y decirlo en sus emisoras de radio, resulta un poco deprimente y, visto como tendencia, hasta da un poco de miedo: no hay peor sistema de medida que la mediocridad.

"Es verdad que aquí todo el mundo pinta su cristal del color que le interesa, y luego mira", dice Juan Urbano, mientras apura su café, "y no me quiero meter en charcos que ya tienen demasiados zapatos dentro, pero fíjate por ejemplo el lío ese de Sánchez Dragó y te preguntarás: ¿Si no fuese amigo suyo, la presidenta Esperanza Aguirre habría salido a defenderlo de la manera en que lo ha hecho, con Nabokov y García Márquez clavados en su discurso como dos mariposas en un corcho? ¿Si no lo considerase enemigo suyo, el portavoz socialista de la Comisión de Control de Telemadrid hubiera pedido su cese fulminante y le hubiera llamado en la Asamblea regional "juntaletras subvencionado por el Gobierno de la Comunidad, pederasta confeso y director de un programucho con una audiencia ridícula"? Qué bárbaro, esta gente no son políticos, son hinchas", concluye.

Cristiano Ronaldo es un chulo, se dice por ahí, porque hace cosas que otros no hacen en su profesión, aunque esa, que es tan rara que ha habido que inventarle un sustantivo, la espaldinha, sí que la hicieron antes Ronaldinho e Ibrahimovic. Pues bueno, es una lástima que destacar en algo sea pintarse una diana encima. Entendido como síntoma de unas sociedades en las que todo el mundo defiende sus intereses y a nadie le resulta un buen negocio ser objetivo, el ejemplo es malo. Si se ve como una característica del alma humana, es peor. No sé si me entienden.

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