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Columna
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Descansa en paz, Educación

"No hay barco más peligroso que el que quiere hundir su capitán, y eso es la educación en España", dice Juan Urbano nada más cerrar el periódico, que ha comprado como cada mañana en el quiosco que hay en la esquina de su calle y que acaba de leer en el bar donde hemos desayunado: como saben, él es aún de los que piensan que merece la pena levantarse media hora antes para poder leer la parte que más le interese del diario antes de ir a trabajar, puesto que, según él, "hay que saber lo que sucede para poder saber lo que te pasa". Le miro y veo que tiene un gesto acrobático entre la ira y la resignación, porque acaba de enterarse de que el año que viene los Institutos de la Comunidad de Madrid dispondrán de 1.500 profesores interinos menos, porque la Consejería de Educación ha sacado las tijeras para cortar lo que siempre cortan los políticos cuando la cosa se pone de color hormiga: la cultura y la educación, que son las dos cosas que menos les importan. Antes, cuando una nave se hundía, alguien gritaba eso de las mujeres y los niños primero, pero ahora eso es impensable, porque se consideraría una expresión machista y, a un nivel más ejecutivo, porque lo único que saben gritar los Gobiernos del mundo cuando la crisis empieza a morder es: ¡Los bancos! ¡Los bancos primero!

En los despachos de la Comunidad se frotan las manos al juntar las palabras pública y cierre

Educación y Cultura siempre han sido palabras grandes y ministerios pequeños, pero además la obsesión privatizadora de la presidenta de la Comunidad de Madrid y de todo su equipo siempre las ha tenido en su punto de mira, a ellas y a la sanidad, porque donde otros vemos un servicio, ellos ven un negocio, que suena parecido pero es justo lo contrario, y lo demuestran una vez más con este recorte intolerable de profesores, que hará aún más mediocre las aulas de nuestro país, siempre en la cola de Europa en lo que a nuestros alumnos se refiere, como todo el mundo sabe y todos los informes recalcan. Como no hay mejor puñalada que la que se da por la espalda, la Consejería de Educación le ha comunicado esa brutal reducción de la plantilla docente a los 324 institutos de Madrid a principios de julio, cuando los maestros ya no estaban en los centros y no se podían defender. Qué nivel.

La Asociación de Directores de Instituto de Madrid, que representa a más del 80% de los centros, ha convocado una asamblea urgente, que no servirá de nada, para denunciar que la merma de entre cuatro y cinco profesores menos en cada centro público de Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional les impedirá ahora "cubrir las mínimas necesidades educativas de los estudiantes", provocará su cierre en un futuro y, con vistas al pasado, significa "un retroceso de más de 10 años para la enseñanza pública". El tintineo que se oye estos días en los despachos más altos de la Comunidad de Madrid proviene de las joyas de quienes se están frotando las manos al ver juntas en la misma frase las palabras "pública" y "cierre", como podrán imaginar.

Los directores denuncian que no podrán poner en marcha los laboratorios o los talleres de trabajos manuales, ni dispondrán de personal suficiente para ofrecer refuerzos a los alumnos más rezagados, que ya sabemos que en España son una multitud, y que solo podrán, y aun eso a duras penas, impartir las asignaturas obligatorias. Desde la Consejería de Educación, como no podía ser más, niegan que haya recortes y que la parte contratante de la primera parte. Un triunfo político para ellos, ahora ya solo falta que coloquen un sacerdote en cada aula para suplir con unas buenas clases de religión todo lo que los institutos públicos ya no van a poder ofrecer. Qué gente, estos no dictan leyes, firman actas de defunción.

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