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¿Diamantes? Mejor dígaselo por carta

25 emisarios del amor recorrerán Madrid durante este fin de semana previo a san Valentín repartiendo mensajes románticos, con humor y sin materialismo

Aída había pactado con su novio que no se harían regalos en su primer san Valentín. Qué cosa tan cursi. Sin embargo ayer se acercó hasta el puesto que han colocado en la tienda Adelita los Carteros del amor. "Me va a matar, pero me parece tan divertido...", dice la joven sobre la iniciativa lanzada hace seis años por el belga Didier Maes.

Disfrazado como un cartero sacado de Amélie, este clown se convierte una semana al año en emisario de mensajes románticos. Aída rellena un cuestionario que parece una canción de Perales: cómo es él, en qué lugar se enamoró de ti.... Además de a qué dedica el tiempo libre su novio opositor ("básicamente, no tiene"), la chica confiesa cómo le llama en la intimidad. Todos estos datos sirven para confeccionar un mensaje personalizado que será entregado entre el 13 y el 14 de febrero en un lugar y una franja horaria pactada.

"Se pueden mandar mensajes a un amigo, a tu madre, a un bebé, un perro o un paisaje", dice Didier, que el año pasado repartió unos 50. Sus favoritos: el enviado en una comisaría a un policía "que lo estaba pasando mal" por el resto de sus compañeros; y la misiva a una embarazada en el aeropuerto que incluyó una cajita de música tocada junto a la barriga para que la oyese el bebé del remitente.

Este año hay más carteros que nunca: 25. "Cuando empecé todos eran amigos míos vinculados a la farándula, pero ahora se ha sumado incluso gente que recibió un mensaje y quiso hacerlo para los demás", dice Didier. Los voluntarios eligen su vestuario (las flechas y las alas son obligatorias) y su "vehículo" (de patinetes a esos balones sobre los que uno salta sentado). Los nombres son del tipo la Baronesa del amor, el Hombre bala o Brujamor. Didier es el Ministro de Asuntos Sentimentales. Empezó siendo el Conejito del amor en Bélgica, donde la iniciativa se lleva a cabo en varias ciudades. En su primera misión le echaron de la empresa donde fue a entregar un mensaje a una secretaria. "¡Me envía tu marido!, ¿cómo sabría si no que os conocisteis en tal sitio y que tus hijos se llaman tal y cual?", explicó ante la incredulidad de la mujer. "Mi marido no me ha hecho una sorpresa en 20 años, ¡largo!", espetó la secretaria antes de pedir ayuda. Didier se consoló con una cerveza belga y la señora, tras hablar con su esposo, fue a disculparse.

Las misivas son de todo tipo. Hay gente que las escribe de su puño y letra y otros que piden ayuda a los poetas del grupo. Algunos carteros las cantan, otros las bailan. "En el rato que pasas con el remitente comprendes hasta dónde puedes llevar la situación", explica Didier. Se acerca otra chica joven, dudosa, pregunta: "¿Pero os vais a pasar mucho?". Didier se levanta: "No, lo que tú quieras, los mensajes también se pueden susurrar", dice cuchicheándole algo al oído que le provoca la risa tonta.

El precio es la voluntad. Una clienta les ha traído el desayuno, otra les ha regalado rosas y macetas que adornan su romántica oficina de correos. Casi todo el presupuesto se va en alas de Cupido y transporte público. Beneficios no hay. Aparte de los emocionales. "Cuando llegué a España flipé con la comercialización del Día de San Valentín", explica Didier, "aquí la gente dice El Corte Inglés antes de decir amor".

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Los carteros del amor. En la tienda Adelita, Palacio de Gaviria, Arenal, 9, 2ª planta.

Carteros del amor con el <i>clown</i> belga Didier Maes.
Carteros del amor con el clown belga Didier Maes.ÁLVARO GARCÍA

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