La EMT, contra el cambio climático

"No puedo creer que el consumo sea cero. ¡El motor está en marcha!", dice incrédulo José María. Mientras, el autobús en el que viaja marcha a 40 kilómetros por hora por el PAU de Las Tablas. Él, junto a dos compañeros, conductores de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), reciben clases para ahorrar gasóleo. Un caudalímetro mide, al segundo e implacable, el consumo del autobús.

José María, Ángel y Fabián forman parte de los 1.045 conductores de autobús urbano en Madrid que han recibido ya la clase de conducción verde. El objetivo de la EMT, formar un mínimo de 1.300 conductores de los 5.630 que hay en la plantilla, está cerca. Con cuatro autobuses en los que se suben hasta cinco empleados (20 diarios), Fernando Real, directivo de la EMT, confía en que la empresa logre ahorrar dinero, pero también contaminación a los madrileños.

A las siete de la mañana, los alumnos se ponen al volante con una consigna. "Conducid como cada día", les dice José Manuel Becerra, el profesor. Se trata de ver el antes y el después. Dos horas más tarde, José María, Ángel y Fabián vuelven a las cocheras para recibir la teórica. Si todos los conductores de la EMT aplicaran la receta, cuenta Juan Remesal (un profe conductor), la empresa ahorraría un 10% en combustible al año. Es decir: 2,7 millones de euros o 5.326.463 de litros de gasóleo. Cada litro ahorrado, explica Juan, son "2,6 kilogramos menos de dióxido de carbono". En un año la EMT podría evitar unas 14 toneladas de CO2. Si el resto de conductores aplicaran las técnicas, se podría reducir en 466 toneladas anuales la contaminación procedente de los tubos de escape.

De vuelta al autobús para aplicar lo aprendido se ve que todos los conductores gastan menos. Hasta un 23% de ahorro en el caso de Ángel. "A ver si vamos a ahorrar tanto que van a pensar que hacemos menos paradas", ríe José María. Este chófer, que traslada cada día de 4 de la madrugada hasta las 11 de la mañana a cientos de trabajadores a Mercamadrid asegura con sorna: "Algunos me piden que les despierte cuando llega su parada. Lo que hago es dar un frenazo brusco y así se despiertan". José María sabe ahora que eso es fatal para la ecología.