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Reportaje:VA DE RETRO

De Garibaldi a los 'dementes'

Un fundador del Estudiantes habla del comienzo de este club de baloncesto, que nació hace medio siglo

Una copita de Tío Pepe y unas patatas fritas que sabían a gloria. Ésta era la recompensa que los jugadores del Estudiantes recibían después de cada partido a finales de la década de los cuarenta. Un grupo de adolescentes del histórico instituto Ramiro de Maeztu había creado este equipo de baloncesto en 1947, hace ahora medio siglo. A Rafa Laborde, uno de los fundadores y jugador durante la primera década años que la afición demente conoce como "tiempos heroicos", se le ilumina la cara al recordarlos.Con sus 181 centímetros de altura en una época en la que muchos españoles se libraban de la mili por no alcanzar 1,55 metros, Rafa se decantó a los 16 años por el entonces raro deporte de la canasta influido por un hermano suyo que ya jugaba en el SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios) y en el Real Madrid.El primer año, el equipo adoptó el nombre de Ramiro de Maeztu. A él se apuntaron, además de Laborde, los hermanos Bermúdez, los Martínez Arroyo y José María Cela, hermano del premio Nobel de Literatura. Un problema con la dirección del centro que temía que la práctica de¡ baloncesto perjudicara los chopos que rodeaban la cancha de juego, obligó a los muchachos a entrenar en el campo del Ateneo Politécnico, y fue entonces cuando se rebautizaron como Estudiantes. Un profesor de Latín, Antonio Magariños, intercedió por ellos y los chavales regresaron al instituto.

Magariños se convirtió en el primer presidente del club y el Ramiro de Maeztu en el único colegio madrileño donde se jugaba más al baloncesto que al fútbol. Un profesor definió el baloncesto como "una creación feliz estudiada al detalle para desarrollar simultáneamente músculo, inteligencia y virtudes morales".

"Los comienzos fueron duros", cuenta Laborde, "pero la falta de medios la suplíamos con entusiasmo. Cada uno de los jugadores poníamos un duro para pagar el arbitraje, y recibíamos pequeñas ayudas de algunos profesores que se hicieron socios. Todo el mundo se volcó. Manolo Cavido, el conserje, nos facilitaba las camisetas y los balones, que eran tan grandes que no cabían en el aro; Petra, la señora de la limpieza, nos cosía los números, y Perico, el dueño de la cantina, nos surtía de bocadillos y bebidas. De todo esto nació algo que luego llegó a ser importante".

El Estudiantes competía en primera B con equipos de otros centros madrileños: el Liceo Francés, el Ateneo Politécnico, el Pilar o el colegio Estudio. En 1949 suben a primera categoría y en 1950 se enfrentan con equipos más profesionalizados.

1955 es una fecha histórica para el club. El Estudiantes se convierte en campeón de Castilla. El Canoe, el SEU, el América y el Real Madrid (al que ganan en el último partido celebrado en el frontón Vista, Alegre por 63 a 53) sucumben ante ellos.

Un periódico informaba así de la victoria: "Gran triunfo del equipo estudiantil, que tuvo sus hombres básicos en un Laborde, brillante jugador y soberbio encestador, el mejor por la variedad y calidad de sus tiros. Y a su lado no desmerecieron nada Codina, Díaz-Miguel, Arroyo, Laguna y todos los que jugaron y demostraron ser dignos campeones".

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Uno de los secretos de su éxito, decía un periodista, era que todos los jugadores obedecían a Laborde, al que calificaba de "su amo".

Con este triunfo, la afición del Estudiantes se desbordó. "La famosa demencia que hay en la actualidad se llamaba entonces la clá, y los hinchas se llevaban a los partidos el esqueleto que utilizábamos en las clases de anatomía. Le llamaban Garibaldi, y nuestro grito de guerra era: '¡Dicen que ha muerto Garibaldi, pum, Garibaldi, pum, Garibaldi, pum ... !', y los jugadores veíamos al esqueleto saludando desde las gradas; era muy divertido", relata el veterano baloncestista Laborde.

Los dementes surgieron a finales de la década de los cincuenta. Fue en principio una rebelión estudiantil cuya consigna era "la demencia es la madre de la ciencia ".Este movimiento contagió a la afición deportiva, que se reunía incluso para inventar y ensayar los lemas y canciones específicas para cada partido.

El único acontecimiento triste de estos 50 años fue la muerte de uno de los jugadores de Estudiantes Juvenil, Rufino García, en 1952,en un accidente de tranvía ocurrido en la calle del General Martínez Campos."Estábamos muy unidos, cualquier acontecimiento que ocurría en el colegio lo vivíamos con mucha intensidad", comenta Laborde. "Era toda nuestra vida. Quién se podía permitir el lujo de veranear en aquella época? Pasábamos todo el verano en Madrid y el deporte era nuestro único aliciente".

A mediados de los años cincuenta, a Magariños se le ocurrió organizar una escuela de baloncesto en el Ramiro. "Al principio se apuntaban muy pocos, pero luego fue la avalancha, porque los chicos tenían la oportunidad de entrenar con sus ídolos, como Abreu o Díaz-Miguel. Cientos de chavales han pasado por esta escuela, que, sin duda, es la mejor de España". Tiene muy buenos recuerdos para sus antiguos colegas, especialmente para Díaz-Miguel: "En los años en que fue seleccionador nacional, logró encauzar el baloncesto en España y crear una afición como nunca se había conocido hacia este deporte".

Laborde finalizó sus estudios de ingeniero técnico forestal en 1957, fue destinado a Lugo y tuvo que abandonar el equipo. El baloncesto en los años cincuenta no era una profesión. Nunca más volvió a jugar, pero en 1973, de regreso a Madrid, formó parte durante 12 años de la junta directiva. En la actualidad, jubilado, no tiene ninguna vinculación profesional con el deporte, pero mantiene la pasión como aficionado por su club. Y se siente orgulloso de que uno de sus cuatro hijos, Marcos, sea entrenador de baloncesto en el Ramiro de Maeztu.

El Estudiantes, entre otros triunfos, ha sido dos veces campeón de la Copa del Rey, cuatro veces subcampeón de este trofeo, y semifinalista en la liga europea.

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