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Reportaje:

"Hoy pierdo mi negocio"

El propietario de un vivero en Sanchinarro será desalojado al rechazar el dinero que le ofrecen por el local

Jesús Sérvulo González

Casi todo el musgo y el corcho que se vende en los puestos de la plaza Mayor durante la Navidad procede del mismo sitio. Una pequeña nave industrial en Sanchinarro. Jesús Villegas lleva allí más de 20 años. "Primero de alquiler y después como propietario, desde 1999", precisa.

Hoy a las 11.00 la Policía Local acudirá a su parcela, una isla en la marea de grúas del nuevo desarrollo urbanístico, para desalojarlo. Villegas no ha aceptado el dinero que la junta de compensación del barrio le ofrece por su negocio. "Sólo me dan 5.318 euros después de años de trabajo". Los peritos valoraron su actividad en más de 1,08 millones euros. "Eso si se consideraba que era un negocio familiar", precisa. Si no, la valoración rebajaba la indemnización a unos 408.000 euros, que es el cálculo de la renta que Villegas tendría que pagar en los 20 años que le quedan de vida profesional, según estimaron los peritos.

Recibirá 5.000 euros por la empresa, cuando le llegaron a ofrecer 600.000

Este desencuentro se ha escenificado durante años en los tribunales. Hasta que el 11 de enero de 2006, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) decidió dar la razón a la junta de compensación y conceder sólo una indemnización de 5.318 euros. El problema, según el abogado de Villegas, es que el juez ha considerado que se trata de un traslado de actividad y no de un cese. "Es un tecnicismo legal para reducir la compensación", aclara. "¿Cómo compro con ese dinero un local donde llevar las cosas?", se pregunta Villegas.

Lo que queda en la parcela es una colección desordenada de cajas de distintos tipos de musgo, tutores (guías para las plantas), maderas, corcho y piedrecitas de colores. Dos pequeños gatos custodian la nave. Villegas considera que sólo las mercancías valen 270.000 euros.

Este jardinero señala como inicio de su "drama particular", el año 1998. Entonces, el Ayuntamiento recalifica la zona para construir uno de los nuevos planes de actuación urbanística (PAU), donde se construirían 10.000 viviendas. Pero antes había que urbanizar la zona. Por eso se crea una junta de compensación entre los propietarios de los terrenos del barrio. A Villegas le cambian parte de los 503 metros cuadrados (calificados como no urbanizables protegidos) que tiene por otras parcelas ya recalificadas en otras zonas del barrio -más de 100 metros en suelo urbanizable de precio libre-. Pero no le valoran el negocio. O al menos, no le dan la cantidad que él quiere. "Me llegaron a ofrecer 600.000 euros", cuenta este cacereño, que elabora detalles ornamentales para jardines. "Pero entonces pensé que no era suficiente. Lo que no es normal es que ahora sólo me ofrezcan 5.000 euros", insiste visiblemente nervioso.

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Jesús Villegas espera con ansiedad la llegada de los policías municipales. "El negocio va muy bien. En Navidad tiene que venir la familia del pueblo para ayudarme", cuenta el afectado, mientras busca el interruptor para encender la única bombilla que tiene en su pequeño despacho. "Podría trabajar sólo en diciembre", añade. El problema es que a partir de mañana no sabe dónde.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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