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EL RASTRO PERDIDO: VILLAMANRIQUE DE TAJO

Agua para Chindasvinto

El antiguo asentamiento visigodo sobrevive sin agua corriente y sin la finca medieval que le dio nombre

Vicente González Olaya

Trozos de lápidas visigodas cubren los campos de Villamanrique de Tajo, un municipio de sólo 580 habitantes en los límites con la provincia de Toledo. Los grandes mármoles blancos, rotos por el paso de los tractores, son sólo una pequeña parte de la necrópolis visigoda que los manriqueños descubrieron hace 15 años.La dejadez de la Administración y la rapiña de algunos de los descubridores hicieron caer en el olvido un importante yacimiento arqueológico al sur de la Comunidad de Madrid. Los responsables municipales, que recuerdan con tristeza aquellos años, sólo quieren ahora una fábrica que ofrezca trabajo al pueblo, agua corriente y mejores carreteras de enlace con los municipios cercanos.

El nombre de Villamanrique proviene de la degeneración del término La Villa de los Manrique, una enorme casa de recreo construida en el siglo XII. En torno a esta edificación creció la población, que, a causa de las incursiones árabes y de diversos movimientos sísmicos, quedó arrasada. Los casi 7.000 habitantes de la villa fueron disminuyendo, con el paso de los siglos, hasta los 580 actuales. Pero la historia dejó en Villamanrique de Tajo importantes vestigios y monumentos.

"Hoy somos incapaces de restaurar y mantener estos monumentos por el escaso presupuesto municipal que manejamos y la falta de ayudas", dice el alcalde, Manuel García Porras. El consistorio también proyecta recuperar un antiguo balneario situado a las afueras del municipio. "A principios de siglo, muchos madrileños venían a tratarse con nuestras aguas medicinales. Luego, las instalaciones fueron cayendo en desuso, hasta quedarse en ruinas", añade García Porras.

Dentro del término también se yergue un palacio renacentista en ruinas, los restos de una fortificación medieval que dominaba las orillas del río Tajo y una necrópolis visigoda, ahora cubierta por tierras de labor.

Hace 15 años, en unos terrenos situados a las afueras del pueblo, un agricultor encontró en la tierra unas enormes lápidas de mármol pulido. Avisada la población, la entonces maestra del pueblo y los escolares comenzaron las excavaciones.

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Abalorios mortuorios

Descubrieron 12 tumbas en perfecto estado de conservación y algunos abalorios mortuorios en el yacimiento. La noticia del hallazgo se extendió rápidamente por otros pueblos cercanos. Decenas de personas acudieron con azadones a la búsqueda de lo que ya era conocido como el tesoro de Villamanrique.En poco tiempo destrozaron el yacimiento y el propietario de las tierras volvió a ararlas. Hoy día, la finca mezcla, entre sus tierras marrones, desgastados trozos de lápidas blancas apenas reconocibles. Los mármoles, pulidos perfectamente por uno de sus lados, están horadados por el continuo pasar de los tractores. Sol Haering, una de las entonces niñas descubridoras, recuerda aquello como algo terrible.

"Lo rompieron todo. Las alhajas encontradas desaparecieron" comenta Haering. Uno de los más importantes descubrimientos, un hermoso anillo visigodo, hallado junto a uno de los cuerpos, se encuentra actualmente en una vivienda particular de- la ciudad de Aranjuez, según ha podido saber este periódico.

El alcalde, Manuel García Porras, afirma que también se descubrieron otros objetos de valor, como monedas y hasta una espada, pero añade: "No sé cuál es su actual paradero. Todo desapareció rápidamente".

El concejal de Obras, Francisco Loriente, se queja de la poca atención que se presta a este municipio: "A sólo 62 kilómetros de Madrid, en nuestras casas no hay agua corriente".

Las canalizaciones de la localidad no están conectadas con el Canal de Isabel II, por lo que los habitantes tienen que acudir todos los días a recoger el agua que transportan camiones cisterna. De los grifos sólo sale la que procede directamente del río Tajo. Periódicamente se clora el agua y se analiza su potabilidad.

Más del 50% de la población del pueblo, de pequeñas casas blanqueadas, es mayor de 55 años. "Los jóvenes escapan a Madrid", afirma Luis Felipe Gallego, concejal de Sanidad.

En Villamanrique se vive del sector de los servicios y de la agricultura. En la enorme finca Los Bodegones trabajan unas 100 personas. En ella se cultivan manzanas, peras, maíz y girasol. Sus propietarios han logrado manzanas y peras de hasta medio kilo de peso gracias a las innovadoras técnicas empleadas.

Estudiantes con capazo

"Es la más grande de toda la Comunidad de Madrid", asegura Fernando Muñano, encargado de la explotación. A estos terrenos acuden también, entre octubre y diciembre, trabajadores extranjeros y estudiantes de Medicina, que costean así sus estudios.Sin embargo, los propietarios reducirán este año los jornales porque el kilo de manzanas se paga a 11 pesetas, y, según sostienen, el coste de producción es de 17 pesetas, mientras que en los mercados las venden a más de 100.

Según García Porras, el pueblo tiene pocas expectativas de futuro. "Con 76 millones de pesetas de presupuesto no podemos ni arreglar las carreteras, ni reconstruir el balneario de aguas termales que tenemos en el término, ni comprar terrenos para cederlos a dos fábricas que quieren instalarse aquí", explica García Porras. "Aun así, hemos ido haciendo cosas: hace ocho años no había alumbrado público y las calles estaban sin asfaltar", remata el alcalde de la localidad.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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