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Unos timadores 'asaltan' con un truco insólito al Central Hispano

Jan Martínez Ahrens

Fue un golpe maestro del manual canalla. Sin pegar un tiro, sin amenazar a nadie, sin tan si quiera mostrar el rostro. Les bastó un teléfono, dos buenas falsificaclones y mucha labia para burlar el blindaje bancario..Una banda de expertos timadores, que la policía aún no ha sido capaz de apresar, robó, a finales del año pasado, al Banco Central Hispano 21 millones de pesetas con el truco del cheque bancario, el más difícil de todos los timos. La estafa, tan perfecta que aún puede dar lugar a otro zarpazo de 50 millones, ha puesto en alerta a todas las entidades bancarias. La primera línea del incruento asalto al Central Hispano se escribió el viernes 22 de diciembre en la sucursal de la madrileña calle de Serrano, número 47. Aquel día, último laborable antes de Nochebuena, un miembro de la banda marcó el número telefónico de la entidad. No se trataba de una llamada baladí. Los delincuentes habían recabado la suficiente información -en ese trabajo preparatorio reside la clave de la estafa- para saber que la constructora Ferrovial, uno de los mejores clientes del banco, dispone de dos cuentas millonarias en esa sucursal.

También tenían conocimiento, siempre según fuentes cercanas al caso, de los nombres y usos de la entidad, especialmente del trasiego de mensajeros con Ferrovial. Los timadores actuaron en consecuencia.

El estafador impostó la voz y se hizo pasar por un responsable de Ferrovial. Comunicó sin titubeos que iba a mandar un mensajero con una carta orden de su empresa. En el documento se solicitaba la expedición de tres cheques del propio banco. El primero, de seis millones de pesetas, debía, ser librado al portador y sin cruzar -petición extraordinaria en la práctica bancaria-; el segundo, de 15 milloñes, a . nombre del estadounidense Richard H. F., de 53 años, y el tercero, de 50 millones, a favor de Renfe.

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Los timadores utilizaron a un extranjero para que diese la cara y cobrase el dinero

1El mensajero, empapado por la lluvia, entró puntual en la entidad. Como en otras empresas, el último día de trabajo antes de Navidad era motivo de alegría. En la oficina se respairaba un ambiente más relajado que otros días. El mensajero, sin saber que era una punta de lanza de los estafadores, entregó la carta orden. Se trataba -siempre según fuentes cercanas al caso- de una falsificación casi perfecta, obra de uno de los últimos pendolistas que se mueven por Madrid.

Tras dar el visto bueno a la carta orden, la sucursal bancaria expidió los tres cheques, por un valor total de 71 millones de pesetas. Un segundo mensajero los recogió y condujo hasta los estafadores (el recorrido aún es objeto de investigación). La banda no perdió el tiempo. Un gallo (timador que da la cara) cobró aquella misma mañana el cheque al portador. Lo hizo en la oficina del Central Hispano de la plaza de Canalejas, número 1. Se trataba de otra elección meditada. Dicha sucursal almacena enormes cantidades de dinero en metálico. Esto daba a los estafadores la seguridad de que no les iba a surgir ningún problema de liquidez bancaria, circunstancia que hubiese podido retrasar o incluso poner en peligro el cobro del cheque. Acertaron. La sucursal de Canalejas se limitó a llamar a la oficina de Serrano para confirmar la firma. Todo correcto.

El segundo paso de los estafadores entrañaba mayor dificultad. Se trataba de cobrar el cheque de 16 millones de pesetas, expedido a nombre del estadounidense Richard H. F. Este hombre, que hasta la fecha ha sido el único detenido, declaró que fue captado a través de un anuncio en la publicación Segunda mano, siempre según fuentes cercanas al caso.

Hombre de paja

La entrevista se celebró en un hotel de la capital. Su trabajo, a tenor de sus declaraciones, consistía en cobrar dinero para la empresa que le empleaba. De confirmarse esta versión, Richard habría sido captado antes del 22 de diciembre y se le habría utilizado para no quemar a nadie de la banda en una operación en la que era ineludible facilitar al banco una identidad fiable.

El estadounidense se presentó en la sucursal del Central Hispano de la calle de Alcalá, 49 -otra entidad sin problemas de liquidez-, sobre las diez de la mañana del 26 de diciembre, es decir, cuatro días después de la primera estafa. Richard entregó, además del cheque a su nombre, un documento que le acreditaba como empleado de la empresa Central de Capitales Diversificados, con poderes notariales para efectuar pagos y cobros a nombre de la citada firma. Otra vez, una falsificación.

El objetivo de este falso certificado era dotar a Richard de alguna credencial financiera que respaldase su petición de cobro. La añagaza resultó. Y 16 millones de pesetas de las cuentas de Ferrovial pasaron a manos del estadounidense, y de éste, a la banda de timadores, que levantó el vuelo.

La estafa, siempre según las citadas fuentes, fue descubierta el mismo 26 de diciembre por Ferrovial. Sólo entonces saltaron las alarmas bancarias. El peligro -que aún no se da por conjurado- reside en que los estafadores pretendan cobrar el tercer cheque, de 50 millones de pesetas, con algún nuevo truco.

Fuentes cercanas al caso dudan, sin embargo, de que los timadores completen el golpe. Por el contrario, consideran que el no cobrar este cheque forma parte de la estafa, puesto que les ha ayudado a desviar la atención sobre los otros dos, de menor cuantía.

La policía revisa sus archivos en busca de los autores de la estafa. De hecho, la sucursal de la calle de Serrano, 47, ya fue objeto de un intento de timo en agosto de 1994.

Enredo en la oficina

En dicha ocasión se trató de una versión compleja -con cuentas falsas y suplantaciones de identidad- de la modalidad basada en la orden de transferencia. De gallo actuó Antonio Camaño Sanz, alias El Madriles, de 45 años y 73 antecedentes. El engaño, un enredo en clave futbolístico-empresarial, le vino grande y fue detenido en el momento cumbre: el instante en que iba a cobrar. Quedó así desabaratado el siguiente argumento: el magnate de los seguros Publio Cordón retiraba del banco 100 millones de pesetas para pagar el traspaso al Real Zaragoza de Martín Vázquez, del Real Madrid.

Pese a esta captura, la policía no ha llegado a detener aún a los cerebros de la fracasada estafa, que ahora puedan haber utilizado su información sobre la sucursal para urdir la nueva trama.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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