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Santa Ana y el Conde de Barajas, artesanos

Los problemas de la artesanía madrileña afloran en los mercados semanales

Cada sábado, al atardecer, más de 200 puestos toman la plaza de Santa Ana y la convierten en el principal mercado artesanal al aire libre de Madrid. En otra plaza, la del Conde de Barajas, Junto al Arco de Cuchilleros, una treintena de pintores y ceramistas le extraen la veta artística a la somnolencia de los domingos por la mañana. En los entresijos de ambos mercados trabajan los virus de la artesanía madrileña. La junta del distrito de Centro planea ahora la reordenación del mercado de Santa Ana, al estilo de lo hecho en el Rastro. La polémica ha surgido: ¿quién ha de marcharse?

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Una delegación de los comerciantes de la plaza y el concejal presidente del distrito Centro, Ginés Meléndez, se reunieron el pasado martes como primer con tacto para acordar los criterios de reestructuración y control del mercado. Según Ginés Meléndez, "habrá que limitar el número de comerciantes para que no invadan las zonas de césped que se han acondicionado en la plaza. Además, con el tiempo se ha desvirtuado el carácter artesanal con que nació el mercado. No queremos quitar la artesanía, sólo regularla y que sea auténtica. La reforma habrá que hacerla entre todos".Pero la selección es difícil sabiendo que son tres las asociaciones que agrupan a los vendedores asentados en la plaza. Tres y mal avenidas. El punto de discordia: quién es lo suficientemente artesano como para quedarse. Unos consideran que la plaza no es sitio para quienes revenden productos no hechos por ellos y que incluso ofrecen artículos fabricados industrialmente.

Salvador Lipschutz, secretario de la asociación Agartsana, que agrupa a 25 artesanos, afirma: "Para nosotros la regulación que planea el Ayuntamiento no es un problema, sino todo lo con trario. La selección traerá la calidad que se pretendía al principio". Calcula en un centenar el número aproximado de puestos que debieran permanecer.

En 1978, en plena efervescencia de la movida, un grupo de unas 30 personas se instaló en la plaza de San Ildefonso para dar a conocer al público sus creaciones. El espacio se quedó pequeño, y en 1981, con el apoyo de Tierno Galván, se inauguraba Santa Ana como plaza de los artesanos. Nacía entonces el Colectivo de Artesanos de Santa Ana, con la intención de hacer de este punto un centro de anima ción cultural permanente, con actividades paralelas a la venta.

Eduardo de la Torre, presiden te de Hecho en Madrid, asociación que agrupa a 20 artesanos y antiguo miembro del citado colectivo, explica cómo la agrupación desapareció ante las negativas de la Junta Municipal de Centro a apoyar sus proyectos. "Quisieron incluso trasladar el mercado a la calle de la Ballesta o alguna plaza del barrio de los Austrias".

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"Ante la falta de acuerdo entre las dos partes", continúa, "el colectivo se disolvió. La plaza perdió todo control, empezó a llegar gente ajena a lo que era la idea inicial. Revendedores, sobre todo. Ahora existe el peligro de que esto acabe convirtiéndose en un mercado de todo menos de artesanos". Los últimos sábados se han instalado puestos de pistachos y globos gigantes.

Reestructuración

En el otro polo, la asociación de artesanos Don Enrique Tierno Galván, formada por 150 vendedores de la plaza para defender sus derechos frente a la anunciada reestructuración, acusa a las otras organizaciones de elitismo. Su presidente, Óscar Gómez, sefíala que la asociación tiene un carácter "más sindical y político, muy vinculada a Izquierda Unida y el PSOE, que meramente artesanal. Nosotros creemos que el artesano es un trabajador más". "Lo que el Ayuntamiento debe hacer", continúa, "nci es restringir el número de puestos de la plaza, sino crear 10 más como ésta". La asociación ha elaborado un proyecto que propone la instalación de ferias artesanales durante toda la semana, cada día en un barrio.

La cara más externa del mercado de Santa Ana ofrece un éxito absoluto de público. Una media de 10.000 personas se pasan cada sábado por él (cantidad que aumenta considerablemente en la época navideña). Curiosear o comprar una máscara de cuero un rompecabezas de madera, un broche de plata o un abanico gigante es buen aperitivo para una noche de marcha por la zona de Huertas. Para mucha gente es ya una costumbre.

Aparte del Rastro y los talle res propios, la plaza de los arte sanos en el centro comercial de la Vaguada, la feria instalada durante San Isidro en la plaza del Conde Duque y el futuro mercado de obras de autor Puerta de Toledo son otras de las vías para dar salida a lo creado manualmente en Madrid. Hay además un punto desconocido, pero de indudable interés, ubicado no muy lejos de Santa Ana, en la plaza del Conde de Barajas. Ahí se cuece el otro gran problema de la artesanía madrileña: la falta de promoción.

100 visitantes

Poco más de un centenar de personas visita los domingos por la mañana el mercado de cerámica y pintura. La feroz competencia del Rastro se deja notar; pero frente a la avalancha de éste, la oferta del Conde de Barajas se basa en un singular ambiente de sosiego, ideal tras una noche loca. El visitante puede encontrar pintura de un amplio espectro de tendencias y técnicas, o cerámica de diseños muy personalizados y vanguardistas.

En octubre de 1984 Tierno Galván inauguraba la plaza de los pintores. Un año después, la vecina plaza del Conde de Miranda se convertía en punto de venta de los ceramistas. Ambas iniciativas pretendían crear una serie de atractivos para recuperar el ambiente popular del Madrid de los Austrias y, de paso, cambiar el tono de ciertas plazas, que se habían convertido en centros de reunión de alcohólicos.

Con el tiempo, ya que eran pocos y desparramados, decidieron unirse. Según Pedro González, del colectivo Ceramistas de la Villa, "hay que agradecer al Ayuntamiento el empujón inicial que dio cediéndonos esta plaza, pero después apenas se ha preocupado por difundir nuestra labor". Señala que son los madrileños sus mejores clientes. "Alguna vez pasa por aquí un grupo de turistas extranjeros que se encuentra la plaza por casualidad. Los guías no les suelen dar más de dos minutos para ver la plaza y lo que hacemos".

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