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Reportaje:PANEL DE AGOSTO

Del asfalto al campo

La Comunidad estima que la región dispone de más de 90 establecimientos dedicados al turismo rural en 35 pueblos, la mayoría en la sierra

En Montejo, a 90 kilómetros de Madrid, en plena sierra madrileña, la pastelería de Nani está abarrotada. Para que no se escape la clientela, ella envuelve en servilletas sus cojonudos, unos bollos artesanos de mantequilla y miel, y los lanza al fondo del establecimiento: "El que los caza puede comprarlos", dice Nani.Hace 10 años, la pastelería no estaba tan llena y no había que tirar bollos para retener a los visitantes. Montejo, como el resto de los pueblos de la sierra norte, languidecían porque sus jóvenes se marchaban a la ciudad en busca de trabajo.

El pueblo de Nani ha pasado de tener 198 habitantes a principios de los ochenta a los casi 300 del año 2000. "Ahora, los que nos íbamos... volvemos. Aquí hay trabajo, y todo gracias al turismo rural. Estamos salvando pueblos y tradiciones que morían", cuenta Ester Martín, una de las siete jóvenes guías de la senda del hayedo.

Ester recuerda con nostalgia cómo gracias a los paseos que compartió con su abuelo en la infancia ahora puede explicar a los visitantes -"la mayoría son madrileños que pasan el fin de semana en casa rurales"- la rica fauna y flora del lugar. El paseo por el hayedo recibe más de 20.000 visitas al año.

Fue justo en Montejo de la Sierra, en 1990 , donde nació la primera iniciativa de casas rurales de la Comunidad de Madrid. Empezaron con dos alojamientos y hoy ya hay más de 50, con capacidad para 130 personas. "Queríamos simular las iniciativas de Navarra. Ahora hemos creado un gran hotel con habitaciones desperdigadas por toda la sierra. Cada año recibimos unas 2.000 visitas, el 90% de madrileños, y el 80% para el fin de semana", explica Maite Herrán, gerente de la Mancomunidad Sierra del Rincón, que dispersa sus casas rurales por Puebla, Prádena del Rincón, Montejo, Horcajuelo y La Hiruela.

La Comunidad de Madrid estima que hay más de 90 establecimientos dedicados al turismo rural, repartidos en 35 pueblos.

Estas casas rurales se convierten en una solución de fin de semana para el 24% de los madrileños que, según las estadísticas, no abandonan Madrid en verano. Uno de ellos es José Manuel González, de 26 años, que descansa en la posada de Los Vientos, en La Acebeda. Su novia, Mamen, explica, mientras pasea por una senda paralela al río Jarama: "José es árbitro, así que los fines de semana anda liado, pero ahora que no hay Liga aprovechamos para conocer la sierra, que es preciosa". Aun así, Mamen no se resiste a quejarse por la tópica carencia de Madrid: "En cuanto tengamos vacaciones, nos vamos... que aquí no hay playa".

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Nuria y Juan Carlos han preferido escaparse a Berzosa de Lozoya. Nuria está embarazada y a punto de salir de cuentas, pero ella y Juan Carlos han aprovechado el fin de semana para disfrutar de la sierra. "A ella le gusta mucho venir al campo a respirar aire puro; seguro que es bueno para el niño", explica Juan Carlos. Esta pareja de 30 años ha alquilado una casa rural por 15 días. Ambos están de acuerdo en que "es mucho mejor descansar aquí, cerca de Madrid, sin operaciones salidas y sin mogollones playeros".

A Honorio, de 78 años, que descansa apoyado en su cachaba en una de las empinadas calles de Montejo, le gusta este ajetreo: "Desde que hace unos años vienen los de la ciudad, esto está mucho más animado", sentencia.

Aparte de lo que uno pueda descubrir por sí mismo o de lo que algún amigo le informe por el clásico procedimiento del boca a boca, una de las formas más comunes de encontrar estas casas rurales es a través de las páginas de Internet.

En la red aparecen más de 30 direcciones donde se pueden encontrar casas rurales en la región, la mayoría en la sierra. (por ejemplo: http//www.comadrid.es/inforjoven/cridj/tlibre/sierrant.htm; y http//www.sierra.com).

De hecho, desde algunas páginas de la red se puede incluso reservar las habitaciones en estas casas rurales. Los precios suelen rondar las 16.000 pesetas para dos personas las noches de viernes, sábado y domingo. Aunque, naturalmente, la tarifa aumenta si incluye en la oferta el desayuno, la comida o la cena.

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