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Reportaje:

Cuando Mariscal es el vecino del quinto

Siete ciudadanos muestran los diseños con los que compiten en el concurso para elegir el logotipo de la candidatura olímpica

Daniel Verdú

Sara Fernández tiene 46 años y es vigilante de seguridad en un museo. Además, es madre de dos hijos, está casada y en sus ratos libres le gusta dibujar. Todas estas variables, bien agitadas y regadas por una gran dosis de suerte, podrían trazar un nexo importante entre su vida y la de, pongamos, el diseñador de la imagen olímpica de Barcelona 92, Javier Mariscal.

Sara es una de los 2.691 potenciales creadores del futuro logotipo de la candidatura olímpica de Madrid. El Ayuntamiento ha organizado un concurso popular para encontrar a la persona capaz de asumir la responsabilidad. Había normas y sugerencias: "Debe ser fácilmente memorable, debe representar el espíritu de Madrid, no se podrán utilizar los símbolos olímpicos, deberá mencionarse la expresión Madrid 2016...". Así que Sara dibujó el suyo, lo metió en un sobre y se dirigió a la oficina de la candidatura. Esta semana, un jurado de expertos decidirá si está entre los 10 finalistas de la primera fase.

"¿Por qué no va a salir el mío? Para eso me presenté", dice Sara, vigilante de seguridad

Luego, los ciudadanos de Madrid que estén por la labor y se tomen la molestia podrán votar y decidir quiénes son los tres finalistas del certamen. Al ganador, no vaya a ser que luego salga rana la cosa, lo elegirá de nuevo un jurado profesional. Y le conoceremos el próximo septiembre.

"¿Por qué no va a salir el mío? Para eso me presenté", proclama Sara. Su diseño, hecho con Photoshop, quiere representar, mediante líneas de colores y ocho monigotes en corro, "el cosmopolitanismo de Madrid". Las estrellas, claro, son las de la bandera de la Comunidad. Dice que no ha mirado otros logotipos, que es la primera vez que hace algo así y que si gana comprará "algún detallito" a los suyos. Y le dará para bastantes, porque el premio son 30.000 euros para el ganador y 5.000 para los dos finalistas.

Entre los participantes hay gente de todo tipo. Hombres y mujeres, mayores y jóvenes y aficionados y profesionales. Como los chicos del estudio de diseño Fósforo o como Gonzalo Raineri, diseñador gráfico y arquitecto, que ha apostado por un modelo más sobrio y abstracto: cinco líneas ondulantes con los colores olímpicos y el nombre de la candidatura con una tipografía de palo. "Las ondulaciones son el viento, o unos nadadores... Son formas que representan sinergia y confluencia", explica Raineri.

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Eugenia Boado, de 35 años, en cambio, nunca había hecho algo así. Ahora está en paro, pero ha trabajado mucho tiempo haciendo fotocopias. Algún parentesco tiene con la profesión. "Además, hice un curso de diseño del INEM", explica. No se ha inspirado en nadie. Pero está embarazada de cinco meses y "quizá ha sido el niño", apunta, el que ha dictado las líneas de la creación. "Me siento en el ordenador y me van saliendo cosas", señala.

Y es casualidad, pero quizá en el curso que recibió en el INEM tuviese de profesor a José Fuillerat, de 28 años. Él es el autor de un logo en el que aparece una estrella saltando. "Lo he hecho pensando que también podría ser una mascota", revela. Y de astros va la cosa, porque María José Villarrubia, que trabaja en una empresa de construcción, que tiene 45 años, un marido y una hija y ha pedido un año de excedencia para cuidar a su madre, ha elegido el sol como símbolo madrileño. "Quería dibujar una medalla, pero las normas no lo permiten y he elegido el sol. Es el centro de Madrid", aclara.

Y así, hasta los 2.691 diseños seleccionados.

Diseñadores del estudio Fósforo (arriba) muestran sus propuestas para el logotipo del Madrid olímpico. Abajo, de izquierda a derecha, Eugenia, Sara y María José. En el centro, Adrián  y Gonzalo.
Diseñadores del estudio Fósforo (arriba) muestran sus propuestas para el logotipo del Madrid olímpico. Abajo, de izquierda a derecha, Eugenia, Sara y María José. En el centro, Adrián y Gonzalo.RICARDO GUTIÉRREZ

La idea disgusta a los diseñadores

Ni pizca de gracia les ha hecho a los profesionales del diseño gráfico la idea del Ayuntamiento. "Hay una cierta equivocación en la aplicación de la democracia. Cuando se convoca un concurso abierto, la Administración dice que está dando oportunidades a todo el mundo. Eso es bonito, en la intención. Pero el resultado es nefasto. Puede ser un concurso abierto, pero entre profesionales", se queja Soledad Hernández de la Rosa, presidenta de la Asociación Española de Profesionales del Diseño. "De esto pueden salir dibujitos, pero no logotipos. Si quieres innovar, se puede hacer con las fiestas de Alpedrete. Pero no con una cosa tan importante. Esto es no saber medir las cosas", insiste Hernández de la Rosa.

Uno que sabe de qué va el tema es el diseñador de la mascota olímpica de Barcelona, Javier Mariscal: "Me parece complicado que salga bien. No por intrusismo, que al fin y al cabo yo soy el primero que me meto en camisas de once varas... Pero es complicado de gestionar. Un profesional conoce mejor su oficio. El cliente puede llevarse una decepción". Para Mariscal, "hacer un logotipo es un trabajo mucho más largo que hacer un dibujito, y eso no va a poder hacerlo alguien que no sea un profesional".

El diseñador Rafael Celda, del prestigioso estudio Celda y Asociados, es más contundente que Mariscal. "Es tremendo que las instituciones no sepan que el diseño gráfico es una profesión. También ha habido un concurso para diseñar la imagen del Gobierno y me parece fatal. Es una falta de conocimiento y de respeto a la profesión. Se pierde dinero, esfuerzo... Es como encargar los muebles del Ayuntamiento a un fontanero. Un desastre", denuncia Celda. "Juegan a que es popular cuando yo creo que las decisiones de una marca o una corporación han de ser estratégicas".

Fuentes municipales insisten en que se ha hecho con la mejor voluntad para que la candidatura olímpica fuera "una cosa de todos".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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