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Reportaje:arte

Mercaderes de arte versión siglo XXI

Una generación de jóvenes toma el relevo de los valientes que sentaron en Madrid las bases del coleccionismo. Es el fin de una época. Y la hora de reinventar la manera de vender arte en un mundo en crisis y globalizado

Nuevas caras en la galeríaMuchos son licenciados en Historia del Arte, pero también hay abogados, economistas y hasta una excorista de Alaska. Una nueva generación de galeristas ha tomado el relevo de los pioneros que abrieron mercado, en los años sesenta y setenta, en el erial de una sociedad que apenas empezaba a disfrutar de un cierto bienestar económico. Algunos son herederos de corajudas mujeres como Juana de Aiz-puru, Nieves Fernández, Elvira González, Carmen Gamarra o Pilar Parra, que impulsaron de la nada las bases del coleccionismo en España. Otros son los nuevos, el aire fresco que irrumpe en un sector que aún lucha por despejar muchos prejuicios en torno al arte contemporáneo y asentar su reconocimiento social. El anuncio de que Soledad Lorenzo, galerista de referencia en España, cerrará sus puertas tras 25 años de actividad, marca el fin de una época y pasa el testigo a unos nuevos protagonistas.

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Situación de las galerías de la nueva generación

Elvira Mignoni, como sus hermanos Isabel y Fernando, aprendió el oficio en casa, de la mano de su padre, Fernando Mignoni, pintor, escultor y fundador, con su esposa, Elvira González, de la mítica galería Theo. Hoy, los hermanos Mignoni González vuelan solos en la galería que refundó su madre en 1995 en la calle del General Castaños. Elvira hija reconoce que parten de un terreno allanado: "Mi madre lo tuvo mucho más difícil porque entonces había menos coleccionistas y menos museos. Ahora hay más afición, los coleccionistas viajan, van a las ferias".

Tanto los hijos de galeristas de éxito como los nuevos participantes son conscientes de que tienen que reinventar la profesión en el siglo XXI. "La generación anterior construyó algo completamente nuevo de una forma valiente y obstinada. Nosotros tratamos de profesionalizarlo. Más que diferenciarnos, realmente construimos a partir de ellos", asegura Nerea Fernández, que, con sus hermanas Idoia y Edurne ha tomado el testigo en la galería fundada en Murcia en 1977 por su madre, Nieves Fernández, y que en 1988 se instaló en la calle de Monte Esquinza.

Mitad mecenas y mitad mercader, el galerista gestiona un negocio cargado de elementos pasionales: "Es el psicólogo, el amigo y la familia de los artistas, pero también es agente de transporte, abogado, economista y hasta la señora de la limpieza", resume Guillermo Parra Romero que, tras formarse en Londres, regresó a Madrid en 2005 para dar la vuelta a la galería de sus padres, Pilar Parra y Francisco Romero.

La nueva hornada de galeristas tiene una cosa clara: su mercado es mundial. "Hace 40 años España estaba aislada del mundo. Ahora rara es la galería que no se plantea ir a una feria de arte y establecer contactos con artistas, museos o comisarios de todo el mundo", dice Concha de Aizpuru, hija de la veterana Juana, que en 1970 abrió su galería en Sevilla. También los coleccionistas se han hecho cosmopolitas, apunta Álvaro Alcázar, hijo de Carmen Gamarra, fallecida en 2002: "Ha cambiado la formación de la gente: a base de ir a ferias, cada vez se sabe más. En tiempos de mi madre la galería tenía un componente de formación que ahora no es tan marcado".

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Las galerías más recientes ya han nacido en un mundo globalizado. Para José Martínez Calvo y Luis Valverde, responsables de Espacio Mínimo, internacionalizarse no fue una opción: "Abrimos la galería en Murcia en 1992 y no teníamos clientes locales. Fue una necesidad: o salíamos o no vendíamos. Muy pronto ya hacíamos unas ocho ferias anuales. ¡Facturábamos más en Chicago que en Arco!", recuerda José. En 2000 se instalaron en Madrid.

Entre los advenedizos hay coleccionistas vocacionales, como Adolfo Cayón, que compró su primera obra -a plazos- a los 15 años. Luego estudió Historia del Arte, viajó, visitó museos y en 2005 empezó su carrera como galerista. "Mi misión es ser un tamiz ante la saturación de ofertas visuales y definir una línea clara. En mi caso, me interesan los artistas espacialistas, que usan el espacio". José Robles también se hizo galerista "por afición" y hoy reparte su tiempo entre su trabajo en una empresa de transporte marítimo y su local de la calle de Belén. Licenciado en Derecho y con un MBA por el IESE, tiene muy claro que internacionalizarse no es solo ir a ferias: "Hay que establecer relaciones personales a medio y largo plazo con profesionales de otros países". Damián Casado y Concha de Santa Pau tampoco pierden de vista el sentido del negocio. Tras lanzar y dirigir dos galerías para otros (La Fábrica y Distrito4), Casado decidió abrir la suya propia: "Ya conocía a Concha, que tenía un espíritu muy parecido al mío y que, aunque con formación artística, venía del mundo de las finanzas, perfecto para nuestras inquietudes. La idea era unir las agendas, demostrar que una galería tiene que ver con arte y negocio".

La Fresh Gallery es la incorporación al sector más reciente. Su promotora, Topacio Fresh,cambió las giras con Fangoria -hacía coros- para abrir en 2008 una galería que pertenece a "una generación sin pasado", alejada de los "espacios elitistas", que pretende acercarse a "un público desacartonado, sin que por ello se pierda un ápice de calidad". Pero, ¿sigue siendo importante la galería como espacio físico? Inés López-Quesada y Silvia Ortiz, de Travesía Cuatro, galería que nació en 2004, creen que sí: "Sigue siendo importante que la gente venga a la galería y vea la obra en directo. Por supuesto que Internet ayuda, la proyección es mucho más amplia y el trabajo más rápido. Pero las exposiciones en las galerías siguen creando opinión", explica Silvia. Aunque hay diversidad de opiniones. "Las relaciones ya no se hacen a nivel local, sino internacional, y por medios que hacen que el espacio físico no sea relevante: Internet, ferias... Un coleccionista internacional puede conocer el trabajo de tu artista sin visitar tu galería", opina Pedro Maisterra, que en 2007 abrió Maisterravalbuena con Belén Valbuena.

Los jóvenes galeristas reconocen que en España aún falta más tradición de coleccionismo. José Robles aventura una reflexión histórica: "Fuera de España, el arte contemporáneo es un símbolo de estatus, se asocia con el éxito, como conducir un BMW, llevar un bolso de Prada o vivir en un determinado barrio. Sin embargo, en España, las clases pudientes, en parte por herencia franquista, durante mucho tiempo han asociado el arte contemporáneo a algo antisistemay, por tanto, negativo. La clase media con posibilidades económicas ha sido educada en ese conservadurismo". Pero, aparte de una paciente labor de información y formación del público, los galeristas creen que ayudaría mucho a la creación de esa deseada base de coleccionistas un cierto impulso institucional, que reclaman en dos frentes, ya convertidos en reivindicaciones clásicas del sector: que se aplique a la venta de obras de arte el IVA cultural (un 8% frente al 18%, el tipo general, que es el que les corresponde) y una ley de mecenazgo que incentive la adquisición de piezas mediante desgravaciones fiscales, como sucede en países como Estados Unidos.

La nueva generación de galeristas madrileños retratada en una nave de Matadero Madrid.
La nueva generación de galeristas madrileños retratada en una nave de Matadero Madrid.GORKA LEJARCEGI
Obras de Esteban Vicente en la galería Elvira González.
Obras de Esteban Vicente en la galería Elvira González.SAMUEL SÁNCHEZ
Exposición en Casado Santapau.
Exposición en Casado Santapau.SAMUEL SÁNCHEZ
Piezas expuestas en Maisterravalbuena.
Piezas expuestas en Maisterravalbuena.SAMUEL SÁNCHEZ
La galerista Silvia Ortiz en el espacio de Travesía Cuatro.
La galerista Silvia Ortiz en el espacio de Travesía Cuatro.SAMUEL SÁNCHEZ
Piezas expuestas en Espacio Mínimo.
Piezas expuestas en Espacio Mínimo.SAMUEL SÁNCHEZ
Soledad Lorenzo en su casa de Madrid.
Soledad Lorenzo en su casa de Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

25 años de Soledad

El pasado 13 de septiembre, la galería de Soledad Lorenzo, en el número 5 de la calle de Orfila reunía al quién es quién del sector artístico madrileño con motivo de la inauguración de su primera exposición de la temporada, una muestra de Julian Schnabel y Jorge Galindo. Por allí pasaron, además del polifacético artista estadounidense, ataviado con un pijama morado, Manuela Mena, jefa de conservación de pintura del siglo XVIII del Museo del Prado, una larga lista de galeristas

y coleccionistas, y conocidos actores como Javier Bardem

y Luis Tosar. Tal es el poder de convocatoria de esta delgadísima rubia platino, que a sus 74 años ha decidido cortarse la coleta tras 25 años de actividad en un sector que ayudó a construir de la nada. Su retirada marca un cambio de época en un sector que solo empezó a desarrollarse después de la Guerra Civil. Aurelio Biosca fue el primer galerista español contemporáneo. Luego vino Juana Mordó, y, tras ella, una generación de -sobre todo- mujeres empecinadas,

que hicieron del galerismo una forma de vida y contribuyeron a crear las primeras colecciones de arte contemporáneo

en España. Juana de Aizpuru, Helga de Alvear -discípula de Juana Mordó-, Nieves Fernández, S0ledad Lorenzo... un poco después Oliva Arauna, Elba Benítez... Sin prisa, sin fecha, Soledad Lorenzo dice que no quiere morir con las botas puestas. Tiene programación para el año que viene, pero dice que ya ha llegado a su estación término. El testigo de la profesión pasa a una nueva generación que tiene ante sí un mundo muy distinto. ¿Consejos? "No puedo aconsejar nada porque esta es una actividad que tiene que salir de dentro. Hay que tener modestia y aceptar que es un mundo difícil.

Es una profesión dura porque es un mercado minoritario, el arte es caro y, al mismo tiempo, tienes una responsabilidad con los artistas", dice la galerista. ¿Ha cambiado mucho el panorama desde que empezó? "La sociedad ha evolucionado y el arte con ella. El arte sale de la propia vida, no se lo inventa el artista. Palazuelo odiaba que se le llamase creador: 'Nosotros no creamos nada, desvelamos lo que existe', decía. Luego hacía una pausa y añadía: 'Que ya es bastante".

Nombres para una portada

1. Silvia Ortiz (Travesía Cuatro); 2. Guillermo Parra (Parra & Romero); 3. Damián Casado (Casado Santapau); 4. Álvaro Alcázar; 5. José Robles; 6 y 7. Luis Valverde y José Martínez Calvo (Espacio Mínimo); 8. Adolfo Cayón (Cayón); 9. Belén Valbuena (Maisterravalbuena); 10 y 11. Topacio Fresh e Israel Cotes (La Fresh); 12. Elvira Mignoni (Elvira González); 13. Concha de Aizpuru (Juana de Aizpuru); 14. Nerea Fernández (Nieves Fernández).

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