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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

Piedra y teja matan ligereza

Un ejemplo de vanguardia serrana disfrazado de chalé alpino en Miraflores

Patricia Gosálvez

Es un edificio bonito. Serrano, forrado de piedra, con tejado escalonado de tejas y mucha maderita. Está limpio y bien cuidado, como su jardín de flores. Es un edificio bonito, sin duda, pero antes era algo más.

La residencia infantil de la Cristalera Española se construyó en dos veranos, a finales de los años cincuenta, porque entonces el invierno de Miraflores de la Sierra era duro como pocos. Ahora, las nevadas no son tan brutas y el paisaje se ha suavizado, la roca pelada de entonces está repoblada con robles y pinos.

En el proyecto participaron tres de los mejores arquitectos de su generación, De la Sota, Corrales y Molezún. "Eran muy amigos, y se nota que lo pasaron bien haciéndolo", cuenta José de la Sota, hijo del primero. "Hacían una arquitectura diferente a la oficial, eran cercanos al movimiento moderno y a las vanguardias escandinavas, pero al mismo tiempo trabajan en aquella España autárquica, sin materiales, sin importación, con tradiciones propias... Y supieron hacer de la dificultad una virtud".

"Antes era más moderno y ligero, más Lloyd Wright", dice la directora

El proyecto original es una síntesis de esas dos ideas. Por abajo tenía muros bastos de piedra, pegados a la tierra, levantados por obreros canteros del pueblo. Por arriba, sin embargo, era todo ligereza y prefabricación, las dos obsesiones de De la Sota. La mitad superior del edificio se hizo por piezas en Madrid: finísimas carpinterías metálicas, grandes cristaleras, una cubierta de uralita. El resultado: mitad orgánico, mitad técnico, un edificio agarrado al terruño que, sin embargo, volaba.

"Es necesario oír la voz del lugar", explica la memoria del proyecto, que describe la cubierta flotante como una "hidromadre" que protege a los niños "como pollitos". Aquí se alojaba los campamentos de verano de los hijos de los empleados de la Cristalera Española. "Los arquitectos pensaron mucho en cómo juegan los niños", explica De la Sota, "crearon salas diáfanas para poner literas, campos de fútbol, lugares cubiertos para jugar al ajedrez y leer tebeos".

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Hoy, la casa pertenece a la Fundación de la Universidad Autónoma y sirve para celebrar seminarios y alojar a los participantes. Las literas han sido sustituidas por habitaciones, las salas de juegos por otras de conferencias. "Está muy cambiado, antes era más moderno y ligero, más Lloyd Wright", dice la directora de la residencia, Ana Martínez Bueno, señalando con conocimiento los detalles originales: "Esta barandilla tan fina, esta escalera tan elegante, este precioso tragaluz... Esta rejería como de cortijo no es, por supuesto, de De la Sota".

Antes de ser de la Universidad Autónoma, el edificio fue del Ministerio del Interior (que lo usó, ya en democracia, como lugar de reposo para guardias civiles y políticos). Fue entonces cuando se transformó. La reforma añadió un pabellón en la parte trasera, pero fueron los detalles los que cambiaron totalmente el carácter del edificio.

Las paredes blancas se forraron de piedra, las ventanas limpias se dividieron en cuadraditos, las columnas y carpinterías metálicas se cubrieron de madera, y sobre la uralita se puso teja. Es decir, el edificio se disfrazó de chalé alpino. Y con lo pintoresco, se perdió la ligereza y la modernidad.

"Entendemos que los edificios tienen que cambiar de función, pero es necesario que el arquitecto de la reforma sepa leer el original, que entienda de lo que va", opina el hijo de De la Sota, cuya familia creó una fundación que vela por su legado (www.alejandrodelasota.org). "Aquí no se entendió para nada la obra original. Se hizo una reforma como Dios manda". "A mi padre le daría mucha pena verlo así", continúa, "él ya se quejaba de que en España no hay sensibilidad arquitectónica, se conservan las cosas por viejas, no por buenas".

La Fundación de la Universidad Autónoma vela por el edificio e incluso baraja una exposición sobre la obra del arquitecto, pero es difícil que la residencia vuelva a tener su esencia ligera y limpia. "Está demasiado nuevo y bien cuidado como para convencer a nadie de que conviene gastar dinero en desnudarlo de su disfraz", se lamenta De la Sota. Como con todo, poner máscaras siempre es más sencillo que quitarlas.

La imagen de la Residencia La Cristalera recién construida contrasta con  su aspecto actual (arriba a la derecha).
La imagen de la Residencia La Cristalera recién construida contrasta con su aspecto actual (arriba a la derecha).FUNDACIÓN ALEJANDRO DE LA SOTA / UAM

La Cristalera

- Autores: Alejandro de la Sota, José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún.

- Construcción: 1957-1959.

- Ubicación: Miraflores de la Sierra.

- Uso original: Residencia para los hijos de empleados de Cristalera Española.

- Uso actua:lResidencia de la Fundación UAM

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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