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Pisos nuevos como viejos

El Ayuntamiento entrega viviendas públicas con desperfectos y humedades

Daniel Verdú

No parece justo que el Ayuntamiento entregue una promoción pública sin acabar. Ni que un año después tenga grietas, humedades, las barandillas rotas, los interruptores intercambiados, los suelos de cemento, las bajantes taponadas. Es casi imposible que alguien diseñe un edificio tan mal y lo construya casi peor. Un trabajo realizado por 12 millones de euros de dinero público. Cuando los vecinos lo cuentan por teléfono, da la impresión de que exageran un poco. Pero un breve tour por la promoción pública de Pradolongo, donde viven unos 140 agraciados desde hace un año, demuestra que sus inquilinos se quedaban cortos en la enumeración de calamidades.

Un cartel en la portería señala la puerta por donde se accede al "Garage". Así, con "g", en los tres edificios de la promoción. Pero la errata es lo de menos. La portería es una pecera de cristal sujetada sólo por hilillos de silicona. El suelo no tiene baldosas. Es puro cemento. Como las columnas y los acabados, que dan la sensación de estar en un aparcamiento de hipermercado.

En el edificio hay bajantes taponadas, barandillas rotas, suelos sin baldosas...
"Los que han dado las casas nunca vivirían en ellas", dice el PSOE

La entrada de este templo del hormigón y el remate mal acabado está en obras. La anterior constructora, Prasi, quebró. Y según cuentan los vecinos, los operarios, como no cobraban, taponaron las bajantes. Las aguas fecales no tardaron en cubrir los primeros pisos. Para solucionarlo, una subcontrata está ahora haciendo bajantes nuevas por el exterior de los pilares de hormigón. Los tubos de plástico recorren el techo. Han tenido incluso que recortar parte del cristal del portal para hacer las conducciones. Una auténtica chapuza que deja entrar el aire frío al edificio y que invita a cualquier amigo de lo ajeno a visitar los pisos.

Y si lo hace, lo tiene fácil para entrar en las viviendas. Porque a quien las diseñó se le ocurrió que las puertas de cada domicilio, que por cierto no cierran bien, fueran también de cristal y aluminio. Un prodigio de seguridad. La mitad de los vecinos las han tenido que cambiar y pagar de su bolsillo, algo que, al menos, impidiera la entrada de los ladrones. "La mía la cambié yo. Era tan débil que la desmonté con una barra de uñas", explica Fernando, uno de los afectados.

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Los pasillos dan miedo. Mal iluminados y con puertas de emergencia a un lado y otro. Los interruptores activan luces que están en el lado opuesto de donde te encuentras. En algunos extremos, el pasillo termina y hay un salto de unos tres metros al piso de abajo con la única barrera de un pequeño cristal sujetado con silicona.

Hay más trampas. Sería fácil desplomarse desde 15 metros de altura al ir a comprobar los contadores del gas. En cada uno de los cuartos hay un hueco junto a los ascensores. No hay luz ni ninguna barandilla. Sólo el agujero negro que espera, cuestión de suerte, la tragedia.

"La promoción tenía problemas estructurales, sobre todo en las bajantes y en la permeabilización de la terraza. Se entregó así porque aparentemente alguien certificó la obra y dijo que estaba bien. Otros problemas han surgido luego", admite Juan José de Gracia, consejero delegado de la EMVS, que insiste en que se están intentando solucionar todos los problemas que han surgido, en los que ya se han tenido que invertir más de un millón de euros.

La lista sigue. Interfonos sin codificar, barandillas rotas, grietas en las paredes, agujeros como desagües en los trasteros, paredes abombadas. Quizá que el edificio fuera feo y antifuncional sería en este escenario lo de menos. Pero también lo es. Y mucho. "La EMVS tiene mucho que explicar. No se entiende que se gaste más de 12 millones de euros en construir unas promociones que están en estado deficiente. Incluso hay adjudicatarios que han renunciado a vivir ahí. No es de recibo que los responsables políticos entreguen viviendas donde ellos seguro que no vivirían", critica Pedro Sánchez, concejal del PSOE responsable de Urbanismo. Los vecinos miran con envidia una promoción, también de la EMVS, pegada a la suya. No es gran cosa. Es más bien fea y sencilla. Pero, al menos, dicen ellos, los suelos tienen baldosas.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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