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Columna
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Primer bautizo civil

Llega el primer bautizo civil a Madrid. Y quienes le damos una importancia enorme a la religión -simplemente le reconocemos la importancia que tiene por su repercusión en todos los ciudadanos del mundo, incluidos agnósticos y ateos que, por ejemplo, sufragamos en España una parte de los gastos de la Iglesia católica- somos muy sensibles a las noticias que hablan de sacramentos o de actos sustitutorios de bodas, funerales y, ahora, bautizos.

Voto al cielo o, para estar más acorde con el bautizo civil de Leo, hijo de la actriz Cayetana Guillén Cuervo, voto al firmamento cubierto de cirros y cúmulos, que esta noticia me ha aparcado, para mejor fecha, el artículo que deseaba hoy dedicarle a Larra. Volvamos, pues, al bautizo civil oficiado en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor por el concejal socialista Pedro Zerolo, quien leyó los derechos del niño y calificó el rito de acto laico de bienvenida a la ciudadanía.

Para conmemorar actos solemnes no hay nada equiparable a lo que ofrece la Iglesia católica

¿Por qué algunos ciudadanos quieren bodas, funerales y bautizos laicos? Por una razón sencilla: en todas las sociedades hay ritos de iniciación a la vida y tienen celebración pública actos como el nacimiento, el matrimonio o la alegre muerte. Y ahora hay ya muchos miles de ciudadanos que, en no pocas ocasiones, detestan a la Iglesia católica o, incluso sin haber sido traumatizados por la religión, no tienen el cuerpo para aplicarles a sus hijos, en el bautismo cristiano, ese augurio aciago del renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras. Para conmemorar actos solemnes -y, etimológicamente, solemne es lo que se celebra una sola vez al año- como bautizos, bodas y entierros, no obstante, no hay nada equiparable a lo que ofrece la Iglesia católica.

Comencemos por los edificios. Si exceptuamos Madrid, donde encontrar una bella iglesia es quizá tan difícil como encontrar un club de alterne en la cima del Himalaya; si salimos de la capital, ya por los pueblos de la Comunidad de Madrid -ahí está, por ejemplo, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Colmenar Viejo-, encontramos bellas iglesias muy adecuadas para celebrar los mencionados actos. Añadamos a la belleza de los edificios -salvo, ya digo, en Madrid capital- los espléndidos ornamentos de los sacerdotes, la liturgia sagrada -que disfrutarán especialmente los aficionados al gore-, la maravilla de la música de órgano y los cánticos del oficiante de la ceremonia y de los fieles asistentes al acto. Sumemos todos estos factores y comparémoslos con lo que puede ofrecer Zerolo en el Ayuntamiento. No hay color. Rouco gana por goleada.

He asistido recientemente a dos ceremonias fúnebres. La primera ceremonia fue un funeral oficiado en una iglesia de Madrid por Encarnación -así llamó el sacerdote a quien sus vecinos llamamos Encarna, una mujer que iba rumbo a los noventa años y, hasta casi el final, tenía una vitalidad, y amabilidad, de 45- y la ceremonia fue coherente. La iglesia era católica, el cura era cura y los crucifijos y las vírgenes venían a cuento. Unos días después, asistí en la capilla del crematorio del cementerio de la Almudena a la incineración del escritor José-Miguel Ullán. Los familiares de Ullán le tributaron una despedida laica. En lugar de oficiar el acto un sacerdote, Miguel Casado leyó unos versos de José-Miguel Ullán. Pero la ceremonia, como los cientos de ceremonias laicas que se han celebrado en esa capilla, por celebrarse en un espacio decorado con una cruz de casi dos metros y una Virgen también muy visible; la ceremonia, digo, resultaba incoherente. Si estamos escuchando unos espléndidos versos de un ciudadano tan laico como José-Miguel Ullán, ¿por qué tenemos que distraernos con un crucifijo y una Virgen que, en ese momento, no venían a cuento? Esto tiene sólo un nombre: precariedad de crematorio público. ¿Cómo una ciudad, que quiere organizar unos Juegos Olímpicos, anda de crematorios bajo mínimos? ¿Les han enseñado a los miembros de la comisión del Comité Olímpico Internacional (COI) el crematorio de la Almudena? Quiera el firmamento civil del Ayuntamiento que el COI no haya visto ese crematorio, digamos, estrictamente unisex. Es sólo para cristianos, no para agnósticos y ateos.

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