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Riesgo de trompazo en las Cortes

La reforma de la plaza deja peligrosos peldaños de 40 centímetros de alto - "Pondremos una valla transparente", promete el arquitecto Álvaro Siza

Pablo de Llano Neira

Peligro: esta plaza conduce a un barranquillo. Al menos podrían haber puesto esta señal. La reforma de la plaza de las Cortes (enfrente del Congreso de los Diputados) a cargo del arquitecto portugués Álvaro Siza, ha dejado una trampa peligrosa, tres peldaños de 40 centímetros pensados, según Siza, "como una grada" para sentarse y contemplar las vistas, pero que la gente interpreta como escaleras y trata de bajar aún a riesgo de descalabrarse. La plaza se reabrió hace un mes y ya ha habido caídas serias.

El Ayuntamiento y el arquitecto reconocen el problema y dicen que lo solucionarán pronto. "He dibujado una valla transparente que proteja las cotas más altas de la grada; se pondrá pronto", explicó ayer Siza desde su estudio en Oporto. El arquitecto, premio Pritzker, es el encargado de reurbanizar el paseo de Recoletos y el paseo del Prado, un proyecto municipal en marcha que incluye la obra de las Cortes (4.276.000 euros).

"Esto es un bodrio impropio de la capital del Reino", dice un diputado

La plaza -que conserva los árboles que había pero no sus jardines; ahora hay una amplia superficie de gránito- está construida casi en horizontal sobre un lugar con pendiente en la parte baja de la Carrera de San Jerónimo, así que su perímetro tiene un desnivel con respecto a la calle que crece a medida que se baja la plaza. Antes de la reforma había vallas que protegían el desnivel. Siza las eliminó. Pensó que era mejor rodear la plaza de escalones que fuesen cogiendo altura hacia la esquina final de la plaza, de manera que el lugar acabase como un pequeño anfiteatro con vistas a la plaza de Neptuno y la iglesia de los Jerónimos.

No se esperaba que los peatones tuviesen "este apetito por cruzar las gradas", en palabras de Siza. De acuerdo con la idea del proyecto, la gente entendería que eran peldaños para sentarse, como en una fila de butacas, no para descender como una escalera. Pero los ciudadanos se empeñan en cruzar la plaza en diagonal y buscar salida hacia abajo por su esquina inferior, la de más desnivel, de modo que algunos ya se han ido al suelo.

Un obrero que trabaja en la construcción del nuevo aparcamiento del Congreso (sin finalizar) aseguró ayer que desde que se abrió la plaza, hace un mes, han tenido que llamar cuatro veces a emergencias. La última, hace una semana: "una señora de 85 años que se cayó de frente", contó el empleado. "Tenía una herida en la cara que le sangraba un poquito y el ojo así de hinchado", detallaba imitando la inflamación con la mano. Un portero de un hotel de lujo que está enfrente de la plaza confirmó la información del obrero: "No he tenido la suerte de verlo, pero me ha dicho un compañero que más de uno se ha hecho pupa", decía. El Ayuntamiento sabe que ha habido accidentes, igual que Siza, pero afirma que no ha recibido ninguna denuncia.

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El error es flagrante, solo hace falta ver los movimientos de los paseantes al acercarse al precipicio, que no se percibe hasta que uno se acerca a los bordes de la plaza, sobre todo en la parte inferior, en la punta del triángulo, con más de un metro de altura entre los tres peldaños. Hay quien se amilana y da la vuelta para salir por otro sitio, como Laura Rodríguez, una chica de 30 años embarazada: "Vi el abismo y dije: ¡Bueno, pero esto adónde va a parar!". Otros ni se lo plantean; por ejemplo, Juan Luis Aparicio, 61 años, cojo de la pierna derecha por la polio: "Es una barrera más...", lamentó.

El nuevo barranquillo de las Cortes se conoce hasta en el Parlamento. Ayer salían los diputados del debate sobre el estado de la nación y alguno accedía a opinar. "Ya sabemos lo que hay", dijo Josu Erkoreka, del PNV. "A ver si alguien se enrolla y hace una propuesta de resolución sobre eso", bromeaba. El diputado del PP Miguel Arias Cañete incluso probó el desnivel, subiendo y bajando los escalones a grandes zancadas: "Está claro que no vale para gente mayor". El juicio del nacionalista Josep Sánchez Llibre, de CIU, fue severo: "Es un bodrio impropio de la capital del reino de España".

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