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Reportaje:

'Rigoletto' bajo un magnolio

La plaza de Oriente se llena de espectadores en una tarde de ópera al aire libre

El viento frío y el cielo gris presagiaban tormenta y, además, Ana se había quedado sin sitio porque las 1.500 sillas distribuidas frente al teatro Real se llenaron poco después de las 19.30. Rigoletto estaba a punto de empezar y así lo anunciaba la pantalla gigante, colocada en la fachada del teatro, por la que se iba a retransmitir el espectáculo. La decisión fue rápida. Ana saltó un par de setos y se sentó bajo uno de los grandes magnolios que presiden la plaza de Oriente. Muchos la siguieron. Disfrutarían de la obra de Verdi rodeados de hojas y acompañada por el canto de los gorriones.

"Ya había visto este sitio cuando vinimos a ver al tenor Juan Diego Flórez, y pensé que la próxima vez me instalaría aquí", cuenta esta aficionada a la música. "Los precios no son asequibles. Hay que pensárselo", afirma.

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Algunos, como Delia, estudiante de fagot de 23 años, se acercaron ayer a la plaza de Oriente porque no habían llegado a tiempo de hacerse con una entrada de verdad. Otros, como Pablo, ecuatoriano de 38, por la experiencia de ver una ópera en un escenario privilegiado. La mayoría, con predominio de señoras mayores, por pasar una tarde agradable escuchando buena música.

Pese a que la pantalla quedase algo pequeña en la distancia y la lluvia se empeñase en molestar a ratos, la potencia de las voces de esta historia de venganza y bajas pasiones arrancó los aplausos del público en varias ocasiones, aun estando los destinatarios al otro lado de los muros del teatro. "Al final siempre salen a saludar", relata Ana, que apenas veía la pantalla por culpa de las ramas del árbol, dejando claro su gusto por estos espectáculos al aire libre.

"Aunque Rigoletto es una obra de barítono, el tenor... casi siempre la caga", explica su marido Eduardo, aficionado a la ópera, de pie frente al magnolio desde donde escuchaba su mujer. "De momento, en las primeras arias ha estado muy bien", afirma contento, poco después el bufón Rigoletto recibiría la maldición que marcará su destino. "No las tenía todas conmigo con un montaje tan moderno", confiesa.

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La puesta en escena minimalista de esta versión de la obra de Verdi corre a cargo de Monique Wagemakers y la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro Intermezzo están bajo la batuta de Roberto Abbado. La de ayer fue la única función que va a ser retransmitida por pantalla gigante.

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