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Robado en un ambulatorio un ordenador con datos confidenciales de 15.000 enfermos

El equipo también contenía las investigaciones sobre médicos de Orcasitas

Oriol Güell

Un ordenador con los datos personales y médicos de más de 15.000 pacientes fue robado del centro de especialidades de Orcasitas el fin de semana del 30 y el 31 de enero, según trabajadores del centro y fuentes policiales. Los ladrones entraron al despacho de la inspección médica y se llevaron la CPU, o disco duro, sin tocar el monitor u otros equipos que había en la dependencia. El equipo informático robado también contenía las investigaciones que los inspectores desarrollan sobre el trabajo y la asistencia que prestan los médicos, así como sobre la actividad de todos los centros médicos de la zona.

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El robo del equipo informático fue descubierto por un inspector al llegar a su puesto de trabajo el lunes 1 de febrero. Según fuentes del centro, "no habían forzado la puerta ni tocado los demás equipos informáticos que había en el despacho", por lo que presumen que los ladrones tenían la llave del despacho.

La Jefatura Superior de Policía, sin embargo, informó ayer de que "los ladrones accedieron por una ventana tras romper el cristal". La policía, que señaló que "no hay novedades en la investigación", sospecha que "robaron el ordenador para venderlo de segunda mano en algún poblado marginal cercano".

Los ladrones se llevaron sólo la denominada CPU del ordenador, unidad central del equipo que contiene el disco duro. En él había almacenados los datos personales y médicos de al menos 15.000 pacientes de la zona que atiende el centro de especialidades de Orcasitas.

"Los datos del ordenador eran los de la inspección en los últimos seis o siete años", explicaron fuentes del ambulatorio. El centro de especialidades de Orcasitas atiende a unas 100.000 personas del sur de la capital. Es centro de cabecera de cinco centros de salud de la zona: Almendrales, Calesas, Joaquín Rodrigo, Orcasur y Orcasitas, con el que comparte edificio. "De esas 100.000 personas, la inspección tiene los datos de aquellos cuyos fármacos es necesario visar, por lo que la cifra de pacientes afectada superará los 15.000", añadieron estas fuentes. Esos datos eran los grabados en el aparato desaparecido.

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La inspección médica es algo así como la policía sanitaria de la región. Vela por el cumplimiento de la ley en los centros sanitarios públicos y privados. Esta formada por unos 180 médicos, farmacéuticos y enfermeros. Su función de visado de los fármacos tiene como objetivo certificar el uso adecuado de algunos de los fármacos que recetan los médicos de los centros de salud y financia la sanidad pública. "Se trata de medicamentos complejos y con riesgo de efectos secundarios", explica una fuente cercana a la Inspección. "El inspector analiza diagnósticos, recetas y demás información del paciente y se asegura que no haya riesgo de complicaciones. Además, como suelen ser medicamentos de precio elevado, su función ayuda a mantener la eficiencia del sistema", matiza.

Los inspectores, añade la citada fuente, casi nunca ponen objeciones a las recetas de los médicos. "Es algo excepcional, pero ocurre. Por ejemplo, hay un fármaco que se llama Proscar y sirve para tratar la hipertrofia benigna de próstata. Pero también se usa, por ejemplo, para frenar la alopecia. A veces, algún médico lo receta para esto, lo que está fuera de la normativa porque con los presupuestos públicos no se financia el tratamiento de la alopecia".

Otra función de los inspectores es velar porque todos los centros sanitarios y su personal sanitario, público y privado, cumplan la ley. Esto les permite investigar cualquier fraude que tenga relación con la sanidad: médicos que receten irregularmente, clínicas privadas que incumplan su concierto con la Consejería de Sanidad, etcétera. "Cualquier investigación que hubiera en marcha o que se haya realizado en los últimos años también estaba en el ordenador", explican trabajadores del centro.

La Consejería de Sanidad confirmó ayer el robo. Aseguró que "el asunto está bajo investigación policial". Sanidad, sin embargo, no informó sobre el número de pacientes afectados ni sobre la información sustraída.

Centro de especialidades de Orcasitas, donde se produjo el robo del ordenador.
Centro de especialidades de Orcasitas, donde se produjo el robo del ordenador.CRISTÓBAL MANUEL

Reventa, formateo o espionaje

En una chabola para su reventa, formateado por alguien a quien incomodaba su contenido, o minuciosamente analizado para descubrir la prevalencia de algunas enfermedades y los medicamentos que los médicos de la sanidad pública recetan para combatirlos.

Estos son los tres destinos posibles que los trabajadores del centro y los responsables sanitarios consultados barajan para explicar el robo de uno de los ordenadores de la inspección médica en el Centro de Especialidades de Orcasitas.

La policía puso ayer sobre la mesa su hipótesis. "Esto es un robo como tantos otros. Rompen la ventana, entran y se llevan lo que es más fácil de vender", explicó una portavoz de la Jefatura Superior de Policía. Añadió que "seguramente ya ha sido vendido en algún delincuente que mercadea con material robado", añadió.

La policía asegura que el ladrón accedió al despacho por una ventana rota, información que no coincide con la ofrecida por algunos trabajadores, que dicen que los ladrones tuvieron que entrar por la puerta. "Además, dejaron el monitor y otros equipos informáticos", explicaron.

Casi dos meses después del robo, en el centro no han sabido nada de la denuncia presentada ante comisaría. Ni por parte de la policía ni por la Dirección General de Calidad e Inspección, de la que dependía la información del ordenador. Esto ha disparado las conjeturas. "Igual había alguna investigación en marcha que incomodaba a alguien", aventura uno. Otro apunta que "analizando los datos, se puede acceder a información muy valiosa, como prevalencia de enfermedades o los medicamentos que prefieren los médicos".

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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