_
_
_
_
_

Sanidad cierra sin avisar un centro de salud mental en Carabanchel

Los 44 trabajadores y los pacientes se reparten en tres distritos diferentes

Elena G. Sevillano

José Maqueda tiene visita con su psiquiatra dentro de cinco días, el 24. Lleva visitándole siete años y la última vez le recetó un tratamiento nuevo en prueba.José, de 63 años, lleva unos días más nervioso de lo normal. Se ha enterado de que su centro de salud mental, el de Carabanchel, echa el cierre. Y a cinco días de la cita, no sabe ni quién ni dónde le van a atender. "He llamado a la Consejería de Sanidad y no tenían constancia del cierre. He preguntado a mi médico de cabecera y en atención al paciente. Nadie sabe nada", se lamentaba ayer por teléfono.

El Servicio Madrileño de Salud justifica en la "mala situación estructural del edificio" el cierre. Los 44 trabajadores y sus pacientes se trasladan a tres edificios, cada uno en un distrito diferente: el centro de atención primaria de Guayaba (Carabanchel), el centro de especialidades de Pontones (Arganzuela) y el centro de atención primaria de Almendrales (Usera). Entre los dos últimos y el edificio que cierra distan 3,5 kilómetros.

A los profesionales que cambian de centro no les ha sentado nada bien el traslado. El Servicio Madrileño de Salud les avisó del cambio, que les comunicó como definitivo y forzoso, con sólo tres días de antelación. Yolanda, trabajadora de la recepción, recibió la carta de traslado el día 10. El 13 tenía que incorporarse en Almendrales, donde ayer dedicó la mañana a llamar a los pacientes para avisarles de los cambios. El sindicato CSIT denuncia que un traslado debe comunicarse al menos con 30 días de antelación al comité de empresa y a los afectados. Aunque considera que las obras son necesarias porque el edificio está en malas condiciones, el centro debería recuperar su actividad después "si hubiera voluntad por mantener la atención en la zona".

En Almendrales, que recibe a ocho de los profesionales de Carabanchel, también hay quejas. Los trabajadores hablan de "hacinamiento" en una carta que han remitido al jefe de Servicio de Psiquiatría del Área 11. Si antes del traslado ya no tenían despachos para todos, ahora, con dos psiquiatras, una psicóloga y una trabajadora social más, la situación empeora, según denunció ayer Carmen Pellicer, psicóloga del centro.

Les preocupa también el aumento de pacientes. De los que atendía Carabanchel, a ellos les corresponde los que tienen como centro de salud Abrantes, es decir, unos 30.000. El jefe de los Servicios de Salud Mental de Usera, Antonio Muñoz, aseguró ayer que, con los refuerzos, cuentan con "los recursos necesarios" para absorber a esa población, aunque admitió que estarán "al límite" en el caso de la población infantil. Ninguno de los profesionales nuevos se incorpora al equipo que atiende a los menores de 18 años. "Estamos saturados, dando citas para septiembre y octubre. Es una locura esperar tanto tiempo cuando se trata de niños y adolescentes", se quejaba ayer una psicóloga de infanto-juvenil del centro.

"A mí me avisaron el lunes", contaba ayer con cara de mosqueo una paciente que se visitaba por primera vez en Almendrales. "Vivo en Abrantes y tenía la consulta a 10 minutos andando. Me fastidia que me manden tan lejos. Para venir hoy me he perdido y he tardado una hora". Montserrat Álamo también acudía por primera vez a Almendrales a ver a su psiquiatra de siempre. "Se ha despedido de mí y me ha dicho que me llevará otro. No me molesta porque tiene la consulta cerca de mi casa", contaba nada más salir, acompañada por su hijo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
Manuel Lamela, Esperanza Aguirre y Juan José Güemes, en una visita al hospital del Henares.
Manuel Lamela, Esperanza Aguirre y Juan José Güemes, en una visita al hospital del Henares.ÁLVARO GARCÍA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_