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Reportaje:

"Soy fadista desde que respiro"

La lisboeta Raquel Tavares conjuga el canto tradicional con el desparpajo nocturno

Son las contradicciones inherentes a la vida del fadista. Raquel Tavares, la joven lisboeta que nos contempla desde sus ojos negrísimos, acaba de celebrar su cumpleaños número 25. Se confiesa "fiestera y bailonga" y jamás concilia el sueño antes de las dos de la madrugada, pero en un rato se subirá al escenario de la Galileo Galilei para desbrozar las historias desgarradoras de su repertorio clásico: nostalgias, amores malogrados, la fatalidad inexcusable del destino.

"Me gusta pensar que el fado proviene de los lamentos de los marineros, temerosos de no regresar nunca a tierra, pero en realidad esta música refleja todas las emociones de la vida", reflexiona mientras contraviene las indicaciones médicas con un cigarrillo extrafino entre los dedos. Y proclama, orgullosa: "Siento que soy fadista desde que respiro, desde que grité por vez primera. El fado es una condición, una forma de estar en la vida, una alquimia que no se explica. Simplemente, acontece".

"Esta música refleja todas las emociones de la vida", afirma Raquel Tavares

Galardonada con el trofeo a la Mejor voz del fado o el premio Amália Rodrigues a la revelación femenina, Raquel Tavares irrumpió la noche del lunes en la sala Galileo con los temas de su segundo disco, Bairro, todavía frescos en la garganta. Unos 150 seguidores paladearon las hechuras clásicas de su propuesta, empapada de los tascos y casas de fado que frecuenta; en particular, Bacalhau de Molho, donde canta cada semana. "Me gusta partir de las formas más arcaicas de expresión", corrobora. "El fado puede crecer, pero nunca olvidar de dónde proviene, cuáles son sus raíces".

Sus interpretaciones constituyen una evocación permanente de Alfama, el barrio más tradicional de Lisboa, las calles que la vieron nacer y donde todavía hoy reside. "Es un espacio peculiar, diferente, que ha sobrevivido al paso del tiempo. Adoro que las puertas y ventanas de las casas sigan abiertas, que la gente se conozca y se comunique de acera a acera. Y me divierte ver a los turistas fotografiando la ropa tendida en las fachadas". ¿El encanto de lo local en tiempos de globalización? "¡Claro! El futuro pertenece a la música del pueblo. El fado sobrevivirá siempre, igual que el flamenco, la salsa cubana o la música de los africanos".

A su lado templa la guitarra Mário Oliveira, otro integrante de la nueva hornada. Durante el concierto interpretará tres fados con voz aguda, dolorida y muy hermosa. "Yo no creo que exista un nuevo fado", aclara Tavares. "El fado es y será siempre fado, sin más".

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Ella lo vio claro desde que subió por vez primera a un escenario, cuando tenía cinco años. "Igual suena narcisista, pero aquel también fue el primer día que el fado me hizo llorar".

Raquel Tavares, durante su concierto en la sala Galileo.
Raquel Tavares, durante su concierto en la sala Galileo.SAMUEL SÁNCHEZ

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