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Reportaje:

Todavía punki, a su manera

Ramoncín se olvida de polémicas y ofrece un aceptable concierto

Carlos Marcos

Ramoncín sigue siendo un punki. No hay que llevarse las manos a la cabeza: hay datos que sostienen esta afirmación. Está ese tema de servir de recurrente pimpampum a determinados sectores progres (el último, su asuntillo con El Jueves) y llevarlo el hombre con serenidad... y un equipo de férreos abogados. En el aspecto musical, su punkismo también es reciente: publicar un vinilo en plena dictadura del mp3 pues tiene su valentía.

Lo que se escucha en esos surcos son canciones ajenas del rock español entre 1965 y 1975, temas perdidos en la memoria de los seguidores maduros e inexistentes para los jóvenes, como Nadie te quiere ya, de Los Brincos; 98.6, de Los Ángeles; o esa joya llamada Mi calle, de Lone Star. Arqueológica labor de Ramoncín que hay que aplaudir. ¿Más movimientos a contracorriente de nuestro protagonista? Presentar el álbum en concierto un lunes tristón, y casi llenar la sala Joy Eslava.

El rockero casi llenó la sala Joy Eslava, donde presentó su último disco

Pero retrocedamos. Son las ocho de la tarde y quedan exactamente 60 minutos para que José Ramón Martínez Márquez, Ramoncín, que cumplirá mañana 54 años, ocupe el escenario de la sala. Estamos en los camerinos del local. Los músicos charlan a la espera del jefe, que hace su entrada vestido (cómo no) con una chupa de cuero años ochenta (o sea, la que está de moda en 2009). Ramoncín lleva una mochila de adolescente y agarra con mimo un termo negro. Llega directamente de su casa madrileña (tiene otra en un pueblo de Ávila), en la calle de Bordadores, a pocos metros de la sala. Empieza a contar su primera historia: "¿Quieres saber lo que llevo en el termo? Pues unas hierbas que se llaman erísimo. Me las recomendó Alfredo Kraus, con el que di tres clases magistrales. Viene fenomenal para la voz". Las tres clases con el soberbio tenor dieron para mucho, como descubrir la técnica de la máscara. "Se trata de expandir el cráneo para que la voz llegue a tonos inimaginables", informa Ramón.

Así es este hombre, campeón en relatar historietas surrealistas. Qué me dicen de ésta: "¿Sabes lo que me echaba de joven para que me creciera la barba? Tocino y piedra pómez. Y nada, que no crecía. Y, ahora, quién demonios quiere la barba". Entre aventuras, Ramoncín se toma un respiro para ir al baño. Está nervioso: "Antes de tocar me entra la meadilla del gladiador, o del torero. O sea, la meadilla del miedo. No echo ni una gota, pero tengo que ir. Y no es de próstata, ¿eh?". El camerino del músico tiene sus normas: está prohibido fumar y apenas se consume alcohol.

En lo del tabaco Ramoncín se muestra inflexible. En cuanto al alcohol, su ausencia se debe a la condición de deportistas de los músicos. Diez minutos antes del concierto llegan las cuatro coristas. Una de ellas es Ahinoa, de 30 años, la hija mayor (tiene cuatro) de Ramoncín. "Uy, mi padre no es nada autoritario. Yo soy más de armas tomar que él", bromea.

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Ramoncín no ha querido tirar de nombre en su nueva aventura musical. Sobre el flamante vinilo que acaba de editar se lee The Cover Band, el nombre del grupo que ha elegido el madrileño para interpretar estos temas añejos del rock español. "Llevaba dándole vueltas a este proyecto años y por fin lo he conseguido. Se trata de homenajear a esas grandes bandas del rock español de los sesenta y los setenta", señala el músico.

Además de los citados se puede escuchar La moto (Los Bravos / Los Pasos), A dos niñas (Juan y Junior), Soy así (Los Salvajes), la tremenda Get on your knees (Los Canarios) o No se puede ser vago (Micky y Los Tonys). Muchas de ellas las interpretó anoche en Joy Eslava.

La actuación arrancó con una chulería marca de la casa: "Esto que estáis viendo es una cosa en peligro de extinción: un rockero español". Vítores, sonrisas de medio lado y aplausos entre un público donde era difícil encontrar a un veinteañero. Allí había sesentones acordándose del Dúo Dinámico (alguien aseguraba que se cumplían no sé cuantos años de algo relacionado con el dúo) y nostálgicos cuarentones del mejor disco de Ramoncín, Barriobajero.

Una irregular versión del imperial Get on your knees arrancó el espectáculo. Recordatorio: éste era el número estrella de Los Canarios, acaso la mejor interpretación de Teddy Bautista. Y ahora nos podríamos poner aquí a disertar sobre la SGAE y la relación de amistad entre su presidente (Bautista) y uno de sus portavoces durante años (Ramoncín)... pero no lo vamos a hacer.

El sonido fue mejorando con el paso de los temas. A la altura de Como un susurro aquello tenía buena pinta. Fueron celebradísimas las canciones del Ramoncín añejo (Canciones desnudas, Hola, muñeca...) y las versiones cogieron un tono bastante aceptable (Soy así o La moto). Para el tramo final dejó Hormigón, mujeres y alcohol y la inapelable Putney Bridge. Sobre las once, y después de dos horas, aquello echó el cierre. Por una vez, Ramoncín no generó ninguna polémica. Se dedicó a lo mejor que sabe hacer: canciones.

Ramoncín, en un momento del concierto en la sala Joy Eslava.
Ramoncín, en un momento del concierto en la sala Joy Eslava.ÁLVARO GARCÍA

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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