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Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
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Toros en Madrid

El autor se pregunta por el futuro de la fiesta criticando el número de corridas y al Consejo Taurino.

Como todos los años, renové mis dos abonos para la magna Feria de San Isidro, pero sin mucha ilusión: como ocurre desde hace décadas, de los 24 carteles apenas había alguno redondo. Sin embargo la plaza se llenó todos los días. Esto se debe a la obligatoriedad de renovar el abono: aproximadamente el 85 por ciento de las entradas van a los fieles y sufridos abonados. Y si no lo renuevas, lo pierdes, y con ello el derecho de sacar entradas para alguna corrida interesante -cada vez son menos- que podría programarse durante el resto de la temporada.

En otoño, otra pistola sobre la cabeza: o renuevas o te quedas sin ellos, una perversión de nuestro impar sistema capitalista. Pero tal afán de lucro no ha de sorprender: la fiesta siempre ha sido un reflejo de la sociedad que la rodea, y, además, vivimos una época de especial exceso mercantil. Un ejemplo: en junio del año pasado el entonces consejero delegado de la empresa, un poderoso constructor, fue detenido e imputado durante la operación Malaya de Marbella.

Si la propietaria de la plaza es la Comunidad de Madrid, el brazo ejecutor de su peregrina política es el Consejo Taurino, una veintena de señores, incluidos representantes de los principales partidos, que son nombrados a dedo. Teóricamente han de fomentar la fiesta y velar por su seriedad, pero en realidad se limitan a aprobar carteles infames, sin rechistar, año tras año.

A finales de 2006, cinco grupos de aficionados denunciaron 107 incumplimientos del pliego por parte del entonces empresario. Sin embargo, el Consejo hizo caso omiso de la denuncia y renovó a esa empresa, que sólo había cambiado de nombre. Esta afición acusa, con pelos y señales: que dicha renovación fue una burda manipulación de un capítulo del ya de por si sospechoso sistema de puntuación. (Curiosamente, el pliego ganador aún no se ha dado a conocer.) Uno de los aspirantes, Simón Casas, que tenía propuestas realmente interesantes para la gestión del coso, presentó una querella criminal por prevaricación. Al ser archivada, presentó otra por vía administrativa. Ha señalado que "atacaremos por todos los frentes, incluso lo llevaremos a la Fiscalía Anticorrupción". (EL PAÍS, 26/01/2007)

Últimamente han brotado en los tendidos pancartas que denuncian un pucherazo y piden la dimisión del Consejo. En marzo, La Voz de la Afición, el boletín de la Asociación El Toro de Madrid, en un "Número Extraordinario y Monográfico Sobre el Pucherazo", lanzó un ataque devastador contra la "corrupción" y el "engaño" de esta política taurina. Periódicos madrileños y la prensa especializada han secundado esta opinión.

¿Cómo se pueden mejorar las corridas en Madrid? Este periódico tiene expertos en la materia bovina y artística, así que nos limitaremos a unas consideraciones estructurales. En primer lugar, reducir el número de festejos de la feria porque simplemente no hay toros apropiados ni toreros dispuestos a venir a Madrid durante tantas tardes, como acaba de demostrarse, una vez más. Asimismo potenciar el resto de la temporada, que desde hace décadas es desoladora. En vez de un canon anual tan alto -actualmente más de 5 millones de euros- que restringe los movimientos de cualquier empresa, se ha barajado un retorno a la antigua gestión compartida -CAM y empresa se reparten ganancias o pérdidas- o una gestión directa de la plaza por un equipo especializado, fórmulas ambas que aportarían más trasparencia. Hay que animar a los empresarios con imaginación -no darles largas- y contar más con las asociaciones de aficionados, como ocurre en Francia.

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Finalmente, que ya no sea obligatorio comprar todas las entradas de San Isidro para conservar el derecho al abono. Tan sólo aplicar el sistema que funciona durante el resto del año: si un cartel le interesa al abonado, éste saca sus entradas correspondientes; si no, se ponen a la venta. No es nada radical: así se hizo durante años con la feria de Otoño. O si la Comunidad se empeña en manipular el sagrado libre mercado, que sólo sea obligatorio el sacar entradas para la mitad de la feria, pongamos. Esto tendría muchas ventajas: permitir a miles de nuevos espectadores asistir a una corrida de feria y así fomentar la afición; contribuir a erradicar la vil reventa; y, lo más importante, obligar a la empresa a ofrecer carteles realmente atractivos.

A la fiesta de los toros en Madrid le ha llegado la hora de la verdad. En ese ya citado número monográfico, Juan Luis Penna, presidente de la Unión de Abonados de la Plaza de Las Ventas, denuncia su "planteamiento arcaico" y pide "innovaciones y una gran imaginación... que lleven a la modernización". Así pues es tiempo de que la CAM se olvide de ganancias millonarias y fomente la fiesta de por sí, casi como un servicio público. El nuevo gobierno puede seguir en la línea triunfalista del dinero fácil, o asumir el reto de darle al pueblo de Madrid una versión íntegra de su fiesta más arraigada.

periodista.

William Lyon es

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