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Reportaje:

Treinta años de fiesta 'PCEra'

Música, gastronomía, mítines y debates políticos se mezclan en esta cita lúdica que arrancó con la transición democrática

La fiesta del PCE cumple 30 años. Se trata de una de las citas lúdicas de más solera en Madrid desde el arranque de la transición de la dictadura franquista a la democracia. Su escenario es la Casa de Campo y dura desde esta tarde hasta el fin de la jornada del domingo. "La Noche en Blanco que se celebra mañana no hubiera sido posible de no haberse visto precedida antes por aquellas otras noches rojas", comenta con un poquito de ironía Marcos, un asiduo de la fiesta de los comunistas en Madrid y dice que no se la perdería "por nada del mundo".

A diferencia de otras kermesses políticas semejantes celebradas en París o Roma, donde su convocatoria la hacían los diarios comunistas L'Humanité o L'Unitá, en Madrid, donde también se edita cada mes Mundo Obrero, siempre fue conocida como Fiesta del PCE. Y ello por haber sido esta organización política la que más se distinguió en la lucha de oposición clandestina contra el franquismo, al decir de cuantos vivieron aquella época. También fue la que más represión recibió de aquel régimen dictatorial.

Orishas, nominados para los Premios Grammy, plato fuerte en la Casa de Campo

Por todo ello, el PCE fue el partido que se incorporó a la recién conquistada democracia con mayor regocijo y más marcha, que proyectaría luego sobre su fiesta anual con la ayuda abnegada de su militancia, tan combativa en la lucha clandestina como en procurarse diversión. "Siempre fue la fuerza mejor organizada", dice con orgullo Manuel, un jardinero septuagenario, que se quita el palillo de la boca para subrayar su aserto. Precisamente esta capacidad organizativa ha sido la que dotaba a las fiestas del PCE de un gran atractivo entre demócratas, republicanos, socialistas, libertarios, cristianos progresistas, comunistas o, sencillamente, a las gentes que quisieran despedir el verano madrileño con una fiesta entretenida e internacional -más de 100 casetas de organizaciones extranjeras- en "un bosque rodeado de ciudad" como llaman a la Casa de Campo.

La primera convocatoria de la fiesta madrileña fue en una campa de Torrelodones en junio de 1977, recién legalizado el PCE. Asistieron un millón de personas, según las crónicas. La actriz griega Melina Mercuri, socialista, figuraba en la prestigiosa delegación extranjera invitada. Dolores Ibárruri, Pasionaria, acudió en helicóptero bajo una cortina de agua de lluvia, mientras los asistentes la aclamaban y achacaban a Manuel Fraga la culpa del aguacero al jocoso grito de: "Mamón, ¡vaya chaparrón!". Carmen y Francisco eran aquel día un matrimonio residente cerca de Villalba, que solía bajar en automóvil a Madrid. "Al pasar por los aledaños de la fiesta del PCE le dije a Francisco: 'Tú mete la mano dentro del coche, no te vayan a quitar los rojos el reloj". Carmen, 30 años después, lo recuerda con una sonrisa: su yerno es comunista y su hija y ella votan a la izquierda.

"Los principales rasgos de la fiesta del PCE han sido la entrega de los militantes para montarla en tiempo récord y el internacionalismo que se respira: puedes charlar con demócratas españolas, feministas iraníes o comunistas de Vietnam; saben maravillosas historias sobre la lucha política mundial contra la explotación del capital, el fascismo y el machismo", dice Isabel, ex militante estudiantil. Una de estas historias la cuenta el veterano dirigente Armando López Salinas: "Un combatiente comunista vasco de la guerra de España, Leoncio Peña, se exilió en Estados Unidos; enrolado en el Ejército norteamericano -aliado con los rusos contra el nazismo y el imperialismo nipón- desembarcó en Okinawa; durante años se pensó que Leoncio fue uno de los soldados que izaron la bandera en Iwo Jima".

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Marx, mojitos y sardinas

María, fotógrafa profesional, pone su mirada en blanco y evoca: "En el pabellón del Partido Comunista de Cuba aprendí a hacer mojitos", dice. "Pues yo compro fantásticas camisas de seda en el del PC de China a un precio fenómenal", tercia Alejandra. "Lo mejor de la fiesta suelen ser las sardinas asadas del pabellón de Euskadi", coinciden.

Música, cine, debates, mítines y gastronomía son algunos de los reclamos que ofrece este año la fiesta del PCE.

El plato fuerte musical de esta convocatoria es el grupo cubano Orishas, todo un universo rítmico caribeño, recién nominado para los Premios Grammy. El precio del abono por los tres días es de 20 euros.

El recinto ferial, cuyos pabellones han sido signados este año con nombres como Carlos Marx, acogió 125.000 personas el año pasado. "Este año esperamos más, ya que las obras de la M-30 disuadieron entonces a muchos", se lamenta Ginés Fernández, secretario de Comunicación del PCE. Quien añade: "En esta ocasión, no habrá espacio de acampada como antes. No podemos garantizar su vigilancia y remitimos a los forasteros a la red de albergues circundantes".

En los mítines "vamos a rendir homenaje a las mujeres del partido, que tanto han hecho por la lucha obrera y campesina", dice. Hablarán Paco Frutos, secretario general del PCE; el parlamentario Felipe Alcaraz; el líder madrileño José Ramón Sanz y el de Juventudes Comunistas, Juan Iglesia. No interviene el coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares.

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