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Reportaje:

Un abanderado de la arqueología madrileña

El Museo de los Orígenes rinde homenaje a José Pérez de Barradas

José Pérez de Barradas (Cádiz, 1897-Madrid, 1981), uno de los grandes arqueólogos españoles, recibe hasta noviembre el homenaje del Museo de los Orígenes, en la plaza de San Andrés. La muestra aborda tres facetas de la vida del científico: la arqueología, su inmersión en el arte de la América precolombina y sus incursiones en la antropología que, junto con investigaciones sobre la presencia romana en España y el legado visigodo, encaró el arqueólogo con un rigor que le granjeó nombradía mundial.

De formación científico-naturalista, en 1917 se adentró en el mundo de la prehistoria siguiendo la estela de Hugo Obermaier, el arqueólogo alemán llegado a Madrid al calor de los fabulosos descubrimientos de Casiano del Prado en 1868 en las terrazas del Manzanares: el río había excavado durante siglos un valle de 50 metros de profundidad, idóneo para el florecimiento de seres tan singulares como el Paleoloxodon antica, elefante madrileño, los mastodontes u otros paquidermos conocidos como matritensis.

Contratado por el Ayuntamiento de Madrid, cuyo Servicio de Investigaciones Prehistóricas dirigió a partir de 1928, así como el Museo Municipal de Prehistoria, Pérez de Barradas encontró un prodigioso hallazgo: un molar infantil, el vestigio humano más veterano de los descubiertos en Madrid, y que data de hace 150.000 años, aproximadamente. Así lo avala Alfonso Martín Flores, comisario, con Enrique de la Carrera, de la exposición.

La colección de bifaces de sílex, de una edad de hasta 240.000 años; el repertorio de vasos de cerámica, ollas, orzas y vasijas que la exposición exhibe da una idea de la riqueza documental prehistórica que las riberas aterrazadas del río Manzanares atesoraron a lo largo de centurias, hasta que mediado el siglo XX un proceso de crecimiento urbano sin miramientos arqueológicos, remachado por el soterramiento de la M-30, diezmó sus riquezas.

Pérez de Barradas consiguió con sus investigaciones emancipar a la prehistoria de la esfera de las ciencias naturales, donde languidecía desde tiempo atrás, para integrarla en el seno de las ciencias de la historia. Entre 1936 y 1938, el científico gaditano residió en Colombia, donde clasificó el riquísimo patrimonio precolombino del Parque Arqueológico de San Agustín, uno de cuyos tótems se muestra en la exposición, a la que el Museo de América ha prestado copias del tesoro de los Quimbaya.

Su pasión por el universo visigodo se vio interferido entre 1940 y 1944 por el interés de los jerarcas nazis en forzar hallazgos de nexos raciales entre España y Alemania, episodio del que da irónica cuenta la muestra, que exhibe en otra sala láminas botánicas para documentar su libro Plantas mágicas americanas, tratado sobre vegetales alucinógenos cosechados en territorio de los indios paeces, en el Alto Magdalena. Completa la exposición una serie de estudios de antropometría y de castas sobre hibridajes y mestizajes a los que dedicó sus últimos años. El Museo de los Orígenes adquirió este legado, su archivo y biblioteca a los cinco hijos de José Pérez de Barradas y Paula de Acha.

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