El arte de contar
La adaptación en español de la opereta -o comedia musical, si prefieren- Candide, de Leonard Bernstein, era una operación artística de alto riesgo, de la que ha salido una representación refrescante e ingeniosa. Una de las claves de que el espectáculo -estrenado el viernes en el Festival de Verano del Auditorio de San Lorenzo de El Escorial- resulte tan atractivo está en la manera en que se cuenta teatralmente la historia. Paco Mir vuelve a demostrar un gran oficio en este tipo de aventuras líricas, optando por la sabiduría de la sencillez. Derrocha fantasía sin medios aparatosos, tiene sentido del humor y es un gran director de actores.
Bordan sus cometidos los cantantes-actores Antoni Comas y María Rey-Joly. Es el año en Madrid del tenor fetiche de Carles Santos. Levantó una gran admiración por su retrato de Amadeu Vives con Boadella en los teatros del Canal, y revalida ahora su extraordinario instinto escénico con el personaje de Candide, al que otorga una ingenuidad que roza lo inquietante. La soprano pisa la escena con una gran desenvoltura, tiene picardía y resuelve las dificultades vocales del personaje de Cunegunda con endiablada habilidad y encanto. El resto del reparto vocal -Eva Diago, Anna Mateo, Axier Sánchez, Juanma Cifuentes, Xavier Ribera-Vall, Cesar San Martín- se integra a las mil maravillas en el concepto escénico y musical, al igual que el Joven Coro de la Comunidad. Mención especial merece el narrador, Jordi Bosch, fundamental para mantener el pulso narrativo de la historia. Si a todo ello añadimos el buen trabajo de Manuel Coves al frente de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, nos encontramos ante un espectáculo divertido, ágil y de calidad tanto teatral como musical, de esos que provocan permanentemente la sonrisa.
