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Reportaje:

El arte tiene más éxito si es gratis

Los madrileños hacen cola para entrar en el Museo Reina Sofía durante las horas de acceso libre

Patricia Ortega Dolz

Lo que se ve, así a primera vista, no es ni la exposición de Los Esquizos de Madrid, ni la de Matthew Buckingham, ni la de Paul Sietsema. Lo primero que se ve al abrir la página web del Museo Reina Sofía es la palabra "gratis", en letras rojas y enormes.

El mejor reclamo, vista la cola que se formó ayer a la entrada de la pinacoteca a las siete de la tarde, cuando comenzaba el nuevo horario gratuito hasta el cierre que permanecería en adelante todos los días laborables. Había una fila de gente que iba desde la entrada principal hasta la esquina norte, donde se encuentra el ya mítico bar Brillante, famoso por sus bocatas de calamares.

Aunque no existan cifras oficiales de cuánta gente entró al museo desde las siete de la tarde, fueron muchos ayer los que se ahorraron los seis euros que cuesta la entrada habitualmente. Españoles y extranjeros; niños, jóvenes, y viejos; grupos de juanis y de skaters... Los datos, publicados el martes sobre la afluencia de público ya superaban los de años anteriores con 355.314 visitantes sólo en julio y agosto (casi un 70% más que el verano pasado).

Los pasillos de la pinacoteca y el jardín estaban llenos

Los pasillos del museo no eran el remanso de paz que suelen ser un día de diario por la tarde. Tampoco el jardín interior, en el que era difícil encontrar un banco libre. La mayor parte de la gente, salvo algún despistado, acudió ayer atraída por el hecho de no tener que gastarse un euro, o mejor dicho, para ahorrarse seis. ¿Y qué hacer con esos seis euros en estos tiempos de crisis que corren?

Alejandro (unos 45 años) lo tiene claro: "Te vienes una hora antes y te tomas una caña y un bocata de calamares en el Brillante por seis euros. Y luego entras al museo y te das una vuelta". El plan de Alberto y Alejandra, una pareja joven madrileña, no distaba mucho: "Pues con 12 euros... Para unas cañitas y algo de cena nos llega, ¿no?". En el ascensor ninguno se atrevió a ocultar que estaba allí porque era gratis: "Museos gratis ya para los españoles, que paguen los guiris", gritó un espontáneo a la salida.

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A Nieves y Pedro, dos jubilados y habituales de los museos de la capital, les apetecía ver la exposición de Los Esquizos: "Hemos aprovechado que la entrada era gratuita para venir", comentaba.

María, madrileña de mediana edad, venía por primera vez al museo: "Y sí, porque es gratis, aunque no me he planteado qué haré con los seis euros". Diego, estudiante mexicano residente en Madrid, se había enterado en el Prado, de que hasta las nueve era gratis el Reina.

El museo estaba ayer, según los vigilantes de seguridad, más concurrido que cualquier otra tarde. "Sobre todo a las siete en punto. Ha venido la gente un poco en masa, pero luego enseguida se ha diluido. Muchos creían que sólo era gratis hoy", comentaban.

Dos conclusiones para terminar: la primera, que no hay nada como colgar el cartel de "gratis" para que la gente quiera acercarse a la cultura; y la segunda, que tomar cañas en Madrid, con crisis o sin ella, es algo irrenunciable.

Colas en la entrada del Reina Sofía, ayer a las siete de la tarde.
Colas en la entrada del Reina Sofía, ayer a las siete de la tarde.C. ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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