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Las asociaciones protectoras de animales exigen el fin de las becerradas por crueles

Existe un vacío legal en la reglamentación taurina que se aplica en Madrid. Así piensan las asociaciones protectoras de animales. Y ponen un ejemplo: la becerrada celebrada ayer en Chinchón, en la que seis becerros (toros con edad inferior a dos años) fueron lidiados y posteriormente matados por cinco "diestros". De ellos, sólo uno era considerado profesional. Los otros cuatro eran aficionados.

En este tipo de espectáculos, el matador profesional actúa sólo si alguno de los aficionados es incapaz de matar al animal tras un número determinado de intentos con la espada.

"El festejo ya supone un trato cruel al animal, pero en este caso se ve incrementado por el hecho de que el becerro sea matado por gente inexperta", explicó Ana Sanz, abogada de la Federación de Asociaciones Protectoras y de Defensa Animal de la Comunidad de Madrid (FAPA), que pidió ayer, sin éxito, la suspensión de la becerrada.

Para acabar con ese "vacío cruel", la federación considera que el Gobierno regional debería ser más restrictivo para regular la celebración de becerradas. "Sólo tendría que aplicar a este tipo de festejos la normativa que rige los espectáculos taurinos populares", destacó Sanz.

Según dicha normativa, los espectáculos taurinos populares son aquellos en los que "se conducen, corren o torean reses bravas, sin que la muerte del animal se produzca en presencia del público". Aplicar esta norma, insisten desde la federación, evitaría "el maltrato a los animales".

Sin embargo, la Comunidad de Madrid no considera que la lidia de becerros pueda incluirse dentro de la categoría de espectáculos populares. Se basa para ello en el reglamento nacional de espectáculos taurinos, aprobado en 1996, en el que se enumeran los distintos tipos de festejo, y que diferencia entre las becerradas y los espectáculos populares.

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La becerrada de ayer contó con el permiso de la consejería de Presidencia, tal y como recordó la alcaldesa de Chinchón, Luisa Fernández, que presidió la becerrada "con especial precaución para evitar el sufrimiento de los animales".

Para FAPA, lo ocurrido ayer es un caso más de tortura a la que se somete a los toros, que consideran bárbaro y "propio de países subdesarrollados". Y todo, explican, "por no acabar con los resquicios legales existentes".

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