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Columna
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El ateísmo viaja en autobús

Como corresponde a la Liga de fútbol donde el Barça le hace morder el polvo al Madrid, Barcelona adelanta a la villa y corte en el lanzamiento de esa campaña publicitaria atea con un mensaje que ya leen los británicos en sus autobuses: "Probablemente no hay Dios. Deja de preocuparte y disfruta". Esta campaña va a aportar oxígeno a Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao y Zaragoza, el gran baluarte católico protegido por la Virgen del Pilar, por cuyo manto tuve la gracia de ser pasado -así se dice literalmente: pasar a alguien por el manto de la Virgen del Pilar- unas semanas antes de mi primera comunión. Y desde aquí recomiendo vivamente a todos los padres de la Comunidad de Madrid cuyos hijos tienen todavía pendiente el trámite militar de la primera comunión que los lleven antes a Zaragoza y los pasen por el manto de esa Virgen jotera, que es auténticamente milagrosa y garantiza que el niño tenga una primera comunión libre de sacrilegios. El mejor recuerdo de mi primera comunión es que no fue sacrílega y tengo seguridad ciega -e incluso fanática, si es preciso- de que esa experiencia feliz de no haber incurrido en sacrilegio se la debo a haber sido pasado antes por el manto de la Virgen.

A lo largo de la historia, algunos papas vivieron privados de esa gracia divina de la fe
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El próximo lunes, la campaña, promovida en el Reino Unido por el científico darwinista Richard Dawkins y la asociación Británica Humanista, llega a Barcelona. A Madrid llegará el próximo 26 de enero, y digo próximo porque la fecha es el 26 de enero de 2009. Pero más bien debería decir el lejano 26 de enero, porque, mientras llega la campaña, estas dos semanas se me van a hacer no sé si eternas o evieternas, voces que diferencian, respectivamente, la eternidad que no tiene principio ni fin y la eternidad que no tendrá fin pero que sí tuvo un principio, como es en el caso de la evieternidad.

Esta campaña va a servir para que las más de tres millones y medio de personas -el 7,6 % de la población- que se declaran ateas empiecen a ser visibles. Como dice Joan Carles Marset, vicepresidente de Ateus de Catalunya, con estadísticas oficiales en la mano, está demostrado que hay miedo a declararse ateo. La principal diferencia entre un creyente y un ateo es similar a la que hay entre un heterosexual y un homosexual. El creyente y el heterosexual pueden declarar públicamente su fe religiosa y su orientación sexual sin suscitar el menor escándalo social, mientras que declararse homosexual o ateo genera siempre un chirrido mayor o menor que depende de la relevancia social de la persona. Si, por ejemplo, ahora el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, se declarase ateo en una entrevista concedida a un telediario, se levantaría, naturalmente, un revuelo muy superior al que se levanta cuando se declara ateo Luis Vega, presidente de la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores. Ignoro el grado de fe religiosa que alcanza el arzobispo de Madrid e ilustre cardenal de la Iglesia católica y, por tanto, ignoro si es creyente, agnóstico o ateo, grados diversos de fe o de falta de fe que, por cierto, a lo largo de la historia, se han dado, en estas modalidades, ya no sólo en arzobispos y cardenales, sino en una dignidad eclesiástica superior a la de estos generales y coroneles de la Iglesia, en la dignidad suprema de papas que, en algunos casos, vivieron privados de esa gracia divina de la fe que Dios, por alguna razón que se nos escapa a los humanos, no quiso otorgársela.

¿Cree mucho en Dios, cree poco en Dios, no niega ni afirma por agnosticismo la existencia de Dios o niega en su corazón la existencia de Dios Rouco Varela, me pregunto escuchando los trinos ateos de las abubillas de Mejorada del Campo adictas a la música vanguardista del gran Agustín González Acilu, que acaba de estrenar sus Perfonismos I, II y III en un concierto de homenaje al gran pianista canario Pedro Espinosa en la Fundación March? Las abubillas de ese pueblo fantástico que es Mejorada del Campo le pegan a todo: al ateísmo y a los conciertos de los miércoles que programa la Fundación March, domiciliada en la calle Castelló, 77, a dos pasos del Vips de Ortega y Gasset.

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Mientras espero la respuesta de estas avecillas campestres, que devoran la divertidísima novela La tournée de Dios, del madrileño Enrique Jardiel Poncela, que cuenta un viaje de Dios a la tierra, sueño con ese 26 de enero en que, por fin, en Madrid circularán un par de autobuses con un eslogan inspirado por el Ángel Caído de la glorieta a él dedicada en el parque del Retiro. En el concierto de la Fundación March, los magníficos pianistas Fermín Bernetxea y Horacio Sánchez Anzola interpretaron, entre otros, obras del Padre Donostia. Al final del concierto, un asistente contó este chiste. Le preguntan a uno: "¿Y tú de dónde eres?". "¿Yo? De Don Benito". Y le pregunta al otro: "¿Y tú de dónde eres?". "¿Yo? De Donostia".

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