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Reportaje:

Un benefactor entre rejas

Miguel Torralbo está en la cárcel por estafar a miles de cooperativistas madrileños. En su pueblo de Córdoba, donde fue concejal, fue un admirado mecenas

Juan Diego Quesada

Esteban Carmona, de 78 años, conocido por todos como Carmonilla, es el responsable de Cáritas en la iglesia de San Sebastián del pueblo de Villanueva de Córdoba. Hoy día, este hombre delgado y dicharachero apila en la parroquia 20.000 kilos de comida empaquetada y lista para ser repartida entre los más necesitados. Durante la posguerra, montó al lado de su casa una tienda de comestibles en la que se aprovisionaban los jornaleros pobres. Como no podían pagarle hasta que el patrón saldase la temporada, Carmonilla les fiaba. Ese espíritu de ayudar aún prevalece en este pueblo situado entre olivos y cotos de caza, un sentido colectivo que hace que las fiestas locales se paguen con donaciones.

Hace más de una década, a Carmonilla le dijeron que se presentase en un cortijo, que alguien quería verle. Allí le esperaba, con un sobre en la mano, Miguel Torralbo Vioque, el hijo de uno de los jornaleros a los que había ayudado años atrás, convertido ahora en un empresario de éxito, un constructor reputado en el sur de Madrid. "¿Aún sigues ayudando a los pobres?", le preguntó Torralbo. "Hasta que me muera", contestó él. Carmonilla, que recuerda la escena en un bar mientras apura un vaso de vino, recibió un millón de pesetas en mano. No daba crédito. "En este pueblo ha habido gente muy rica que se ha muerto con los millones guardados en la cuenta, sin haber dado ni una perra. Miguel, en cambio, ha ayudado a cientos de vecinos".

Torralbo Vioque, el joven emprendedor que se fue en los años setenta a la capital para trabajar como pintor y volvió décadas después a recorrer la carretera hasta su pueblo a bordo de un coche de 80.000 euros, comenzó a fraguarse la imagen de un benefactor. En Villanueva de Córdoba (9.500 habitantes) pasaba al menos un fin de semana al mes en el cortijo que había comprado, donde aprendía a cazar y a pintar. Organizaba matanzas y fiestas alrededor de un arroz caldoso. Sufragó el disco de una banda municipal. Había carteles de Ofigevi, su empresa gestora de cooperativas de viviendas, por todo el pueblo, en las camisetas del equipo de fútbol local y en las paredes del estadio municipal. Nació el interés de Torralbo por la política e impulsó un partido socialista independiente con gente que había abandonado las filas del PSOE, entre ellas su hermano.

Mientras Torralbo escribía su historia de hijo pródigo en su pueblo, en Madrid saltó el escándalo. Los 3.000 socios de 13 cooperativas lo denunciaron a principios de 2010 por haberles estafado una media de 40.000 euros por persona. El solar del sureste donde debían levantarse sus casas sigue siendo a día de hoy un inmenso solar desde el que se escucha el paso de los coches que circulan por la autovía de Valencia. La semana pasada el Juzgado número 43 de Madrid decretó su ingreso en prisión sin fianza ante el riesgo de fuga y el peligro de que el empresario destruya documentos relacionados con el caso. Se le acusa de estafa, disposición fraudulenta de bienes, apropiación indebida y falsificación de cuentas. La acusación cree que Torralbo cobró 48 millones de euros indebidamente solo en concepto de gestión, sin haber puesto ni un ladrillo, y desvió fondos de los cooperativistas a sociedades fantasma.

¿Cómo se fraguó su verdadera historia? Instalado en Getafe, vinculado al mundo de la construcción, el sector más emergente de la economía madrileña en los ochenta, fue secretario regional de CC OO del ramo, puesto desde el que accedió a círculos políticos. Al dejar el sindicalismo montó una empresa de reformas y entró de lleno en la gestión de cooperativas a través de asociaciones de vecinos, un movimiento muy popular entonces que ayudó a muchos trabajadores a conseguir una vivienda a un precio asequible. Participó en dos sociedades que entregaron viviendas acabadas en Getafe, Aranjuez y Alcalá de Henares. Y llegó Ofigevi, su propia gestora y el último escalón que lo convertiría en uno de los constructores con más solvencia de la zona sur de Madrid, según su entorno. "Se ha torcido el negocio por muchos asuntos pero no ha robado nada. De las cooperativas se han ido dando de baja los socios, había retrasos de pagos, unido al descenso del precio del suelo. Eso hace que no pueda construirse nada. Se demostrará su inocencia", le defiende su familia. Los Torralbo se sienten víctimas de una campaña orquestada por otras gestoras rivales. Los abogados del empresario han pedido que se revoque el auto de prisión.

A la vez que el empresario pasa sus primeras noches entre rejas, desde su pueblo observan atónitos el destino de su mayor benefactor. El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, entra a mediodía por la puerta del Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba, secundado por el párroco local y un beato. En las dependencias municipales todo el mundo ultima los preparativos del XI Día del Jamón, una de las fiestas más importantes de la comarca. El poder de Torralbo se extendió hasta estas oficinas. El PSOE local se rompió en dos hace ocho años y una de las ramas, la del empresario, creó Socialistas por Villanueva (SV), liderado por un exalcalde socialista ya fallecido. Junto a su hermano Juan, Torralbo participó en dos campañas electorales. En las segundas salió elegido concejal y renunció a cobrar las dietas que le correspondían por la asistencia a plenos municipales.

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Al conocerse las denuncias de los afectados por Ofigevi, la oposición le pidió a Torralbo que dejase el acta de concejal, pero no lo hizo porque esperaba, según dijo a un medio local, "que todo se aclarase pronto". "Era uno más y siempre fue honesto", le defienden en el que fue su partido. "Un hombre de una moral dudosa que repartió dinero por el pueblo para fanfarronear", contestan otros más críticos amparados en el anonimato.

En la Confederación de Cooperativas de Viviendas de España (Convovi) se describe al empresario como una especie de iluminado irresponsable que incumplió todas las reglas del cooperativismo. "Gente como él prostituye el sistema", dijo el presidente de la asociación al conocer las denuncias. Los socios que han perdido todo su dinero y la esperanza de ver su casa construida mantienen, además de la pelea judicial, un calendario de protestas que incluyó una acampada de 85 días en la cuesta de Moyano.

Aficionado a la pintura

Aunque su nombre llena pancartas que lo acusan de estafador en Madrid, Francisco Caballero, uno de sus amigos del pueblo, le defiende: "No había semana que no me llamase, estaba muy encima de mí al saber que estaba enfermo. Cuesta mucho creer que haya hecho algo así". Torralbo financió parte de uno de los proyectos de Caballero, el disco Virgen de Luna de una banda romana de tambores y cornetas que toca durante la Semana Santa. La mujer de Caballero y Torralbo expusieron juntos sus cuadros en un salón del pueblo y el matrimonio guarda en casa una obra del empresario enmarcada.

Torralbo solía pintar paisajes, con caserones, ríos y bosques. Carmonilla, el hombre de las llaves de la parroquia, exhibe una furgoneta que le compró Torralbo a medias con otro empresario. "Ofigevi", se lee en un viejo cartel de la parte trasera. "Que Dios le perdone si ha hecho mal a tanta gente".

Bartolomé Carmona posa junto a la furgoneta que le regaló Miguel Torralbo.
Bartolomé Carmona posa junto a la furgoneta que le regaló Miguel Torralbo.F J. VARGAS
Nuevo estadio de fútbol de Villanueva de Córdoba.
Nuevo estadio de fútbol de Villanueva de Córdoba.F. J. VARGAS

Cifras de una estafa

- 3.000 socios de 13 cooperativas denunciaron a Miguel Torralbo a principios de 2010 por haberles estafado una media de 40.000 euros por persona. La acusación cree que cobró 48 millones de euros indebidamente.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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