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Reportaje:LA INMIGRACIÓN POR DISTRITOS | Chamartín

En busca de la prosperidad

Más de 16.000 extranjeros viven en Chamartín, la mayoría en el barrio con menor renta del distrito

Yofre y Carmen dejaron hace tres años su Ecuador natal en busca de la prosperidad. Y la encontraron. Pero sólo en el nombre del barrio donde viven, en el distrito de Chamartín.

Yofre, de 30 años, y Carmen, de 23, que tienen dos hijas de dos y cinco años, siguen buscando. Su sueño es "ahorrar lo suficiente para abrir un negocio propio en Quito". Pero por el momento deberán esperar.

"Apenas ahorramos, ya que por aquí la vida es muy cara", explica Carmen, que se gana la vida limpiando casas por 480 euros al mes, por debajo del salario mínimo interprofesional (490,8 euros). Su marido mejora un poco la renta de la familia, ya que trabaja ensamblando muebles de cocina en una tienda en Ciudad Lineal y gana 750 euros mensuales.

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Muchos viven con sus familias, agrupados en una sola habitación o compartiendo piso
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"Aguantamos como podemos. Por ejemplo, para hacer la compra tenemos que buscar los mercados más baratos fuera del barrio, ya que aquí sólo hay supermercados caros", afirma ella. Pero el alquiler del piso, la guardería privada de la niña pequeña y el dinero que envían cada mes a los ocho hermanos y el hijo de ocho años de Carmen que se quedaron en Ecuador hace "casi imposible" que la pareja pueda alcanzar su objetivo.

Esta familia vive en la calle de Pinilla del Valle, en pleno barrio de Prosperidad, que es, a pesar de su nombre, la zona con la renta anual más baja por vecino de todo el distrito de Chamartín: en 2000 eran 15.000 euros, casi la mitad frente a los más de 29.000 euros en el barrio más rico, El Viso, una zona tranquila de chalés y pisos de lujo en pleno centro de Madrid. La diferencia social entre ambos barrios se acentúa si se compara sus tasas de paro: 5,91% de promedio en Prosperidad (6,61% las mujeres) y sólo el 3,74% de desempleo en El Viso (4,19% de paro femenino).

La mayoría de los inmigrantes de Chamartín viven en el barrio más pobre del distrito. Calles estrechas y ruidosas, con tiendas pequeñas entre las que se encuentran locutorios y bares que revelan su fuerte presencia en el barrio: 4.223 personas, el 11,1% de sus casi 34.000 vecinos. Este porcentaje es similar al del conjunto de Chamartín, donde 16.232 personas son extranjeros, el 11,3% de sus casi 144.000 vecinos.

No es de extrañar que Prosperidad atraiga al mayor número de inmigrantes, ya que muchos sufren la misma precariedad laboral que Carmen y Yofre, trabajando en empleos no cualificados como en la construcción, el transporte de mercancías o como limpiadoras domésticas.

También es habitual ver pasear por las calles de la zona a muchachas ecuatorianas o peruanas cogidas del brazo de ancianas españolas, a las que cuidan a jornada completa, por las calles López de Hoyos o Príncipe de Vergara, las dos vías que delimitan el barrio de Prosperidad.

En cambio, sólo 1.545 extranjeros residen en el barrio de Castilla (el 8,9% de la población), al norte del distrito en torno a la estación de Chamartín.

Pero el mayor porcentaje de extranjeros residentes en el distrito se encuentra en el barrio de Ciudad Jardín, muy próximo a Prosperidad y menos poblado, y con una renta per cápita similar: unos 15.000 euros en 2000. Allí viven 3.033 inmigrantes, el 16% de los vecinos de la zona.

Este barrio atrae cada día a otros muchos extranjeros por razones no precisamente económicas: en la calle de Pradillo se encuentra la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio del Interior. Allí, decenas de personas hacen cola cada mañana para solicitar asilo en España, en muchos casos tras sufrir persecución por motivos religiosos o políticos en sus países de origen.

La mayoría de los inmigrantes simplemente huyen de la pobreza. En Chamartín, la comunidad más representada en el distrito es la ecuatoriana, como ocurre en la mayor parte de la capital: 3.539 personas procede del pequeño país andino. Casi 1.400 son colombianos, 975 dominicanos, 937 peruanos y 717 argentinos.

Son las nacionalidades que también son más frecuentes en los colegios del distrito, donde hay censados 1.807 niños y niñas inmigrantes en edad escolar. La hija mayor de Yofre y Carmen estudia en el colegio público Luis Bello, en la calle de Luis Cabrera, en Prosperidad. Allí, de los 258 niños matriculados, el 8,91% es inmigrante, según datos de la Consejería de Educación. No es una cifra demasiado elevada si se compara con la media de las nueve escuelas públicas del distrito, donde el 22,82% del alumnado es extranjero, y menos si se echa un vistazo al origen de la mayoría de los niños y niñas que van al colegio Obispo Eijo y Garay, en la calle López de Hoyos, donde el 67,86% de sus 140 alumnos es inmigrante. Un fuerte contraste lo ofrece, en cambio, la comparación con los 17 colegios concertados de Chamartín, donde la media de niños extranjeros matriculados es de tan sólo el 4,12%. Hay incluso cuatro centros en los que no hay ninguno.

Muchos de estos pequeños viven con sus familias, agrupados en una sola habitación o compartiendo piso con otras personas. La razón: en Chamartín el precio de la vivienda es el tercero más caro de la capital, unos 5.000 euros el metro cuadrado construido. Sin embargo, este distrito ha visto cómo entre 2003 y 2004 el precio bajó un 12%, un caso único en Madrid. Eso sí, después de que se disparara en casi el doble el año anterior: si en 2001 el precio medio era de 3.000 euros, en 2002 cada metro cuadrado de vivienda costaba un promedio de 5.584 euros.

Eso obliga a personas como Yofre, Carmen y sus hijas a compartir su casa. El patrón de la madre de ella, que también es limpiadora, les alquiló un pequeño piso de dos habitaciones por el que pagan 900 euros al mes. "No podemos permitírnoslo, así que le alquilamos una habitación a otra familia de tres personas", dice Yofre.

No es lo que se esperaba Carmen cuando llegó a Madrid. "En Ecuador la gente decía muchas fantasías, que aquí se vive muy bien. Pero no que habría que compartir la propia casa. Es lo que llevo peor, no tenemos intimidad. En Ecuador la situación es muy difícil, pero al menos tenemos nuestras propias casas", añora.

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