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Columna
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Qué cara tienes

Todas las caras tienen su cara y su cruz, pero la primera carece de importancia y la segunda es, en el fondo, lo único que importa: la cruz, el contenido, la pura verdad. A los políticos, por ejemplo, les gusta buscar caras famosas para apoyar sus candidaturas, y a veces esas caras se convierten en un problema. Por ejemplo, entrevistan a la actriz Brooke Shields para que dé su opinión en una campaña antitabaco y ella declara: "El fumar mata y si te mueres, has perdido una parte muy importante de tu vida". O sale la cantante Mariah Carey apoyando un programa de ayuda alimentaria al continente africano y dice: "Siempre que pongo la tele y veo esos pobres niños hambrientos en todo el mundo, no puedo evitar llorar. Quiero decir, me encantaría ser así de flaquita, pero no con todas esas moscas, y muerte, y esas cosas". O sea, que ya ven.

Ahora que se acercan las elecciones generales de marzo, la ciudad se llenará, como siempre, con los carteles publicitarios que ponen los partidos en los muros y las farolas, y las caras de los aspirantes a presidente del Gobierno, más retocadas para la ocasión que el moño de una cantante folclórica, se multiplicarán por mil, transformándolos a cada uno de ellos en un auténtico ejército, en una criatura poliédrica de miles de ojos, poseedora del don de la ubicuidad y en algunos casos, gracias a la incongruencia de sus promesas, capacitada para moverse, igual que el ángel de un relato de Jorge Luis Borges, a la vez hacia el Norte y el Sur, hacia Oriente y Occidente.

Fíjense en esas caras que nos llaman, nos observan y nos silban música celestial, estemos donde estemos. Fíjense en lo que intentan transmitir: sinceridad, astucia, honradez, confianza. Y decidan qué parte es el hombre y qué parte es el disfraz. Hagan memoria de sus donde dije digo, digo Diego y sus de este agua no beberé, y decidan.

No deja de ser curioso, de cualquier forma, que el inicio de la carrera electoral coincida casi con la llegada de los carnavales, que empiezan en Madrid mañana y acabarán el día 25, Miércoles de Ceniza, con el clásico entierro de la sardina.

Por cierto, que lo de la sardina también es un disfraz, porque lo que se enterraba originalmente el primer día de Cuaresma, como símbolo de los ayunos de carne que se avecinaban, era una loncha de tocino a la que la gente, al parecer, llamaba "sardina". O sea, que el cerdo se transformó en pescado; lo cual, como metáfora de la política, tampoco está nada mal, tal vez, con perdón.

Se me ocurre que, ya que los carnavales y las elecciones van a juntarse, pensemos en las segundas si fuesen los primeros. No es ningún disparate, dados los precedentes, taparse los oídos para no oír los dircursos y hacerse unas cuantas preguntas: ¿Qué hay debajo de las caras de esos hombres que salen en los carteles promocionales? ¿Qué pasará cuando uno de ellos, alterando apenas un par de letras, pase de pretendiente a presidente? ¿Todos ellos son ellos mismos o alguno es otro, como se dice, sólo que con otra cara? Y ese otro, ¿es otro o es el mismo de antes? Señor, qué zozobra.

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Por cierto, un cirujano francés llamado Laurent Lantieri acaba de asegurar en París que está preparado para efectuar el primer trasplante de cara de la historia y que, si le dejan, le colocará a un paciente desfigurado el rostro de un muerto.

Los periodistas le preguntaron a Lantieri qué ocurriría con el cadáver al que se le quitase la cara para ponérsela al otro: "Cubriré al difunto", aseguró, "con una máscara de látex que reproduzca su semblante. Así se podrá celebrar sin problemas el funeral". No me digan que no da todo un poco de miedo.

Estamos en febrero, la ciudad se va a llenar a la vez de carteles y de máscaras. Los bailarines bailarán y los políticos dirán cosas que, de un modo u otro, se parecerán a lo que la modelo Claudia Schiffer dijo hace no mucho de la modelo Naomi Campbell: "Esa rastrera sinvergüenza merece ser asesinada a coces por un asno.... y yo soy justo la indicada para hacerlo...". Que disfruten. Madrid será una fiesta. Está a punto de empezar el carnaval.

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