La ciudad en un cuaderno de viaje

Suelen estar guardados en un cajón. Es difícil que los cuadernos de viaje salgan a la luz, escondidos como acostumbran a estar de la mirada ajena. Entre las tapas de esas libretas manoseadas se encierra "el mundo y a la persona que lo observó", como dice el ilustrador Enrique Flores. Él es uno de los treinta artistas, entre profesionales y aficionados, que se atreven a enseñar el suyo propio en la exposición Madrid y no solo Madrid. Cuadernos de viaje, en el museo ABC hasta el próximo 25 de septiembre.

"Lo que queda de los viajes son, más que imágenes, encuentros. Un cuaderno es una llave a esos encuentros", explica Antonia Santolaya, otra de las participantes. Un viaje compartido entre el autor y el que se adentra en él a través de sus imágenes y anotaciones, a veces incluso confesiones ("si sigo así seguro que lo estropeo", escribe uno de los noveles).

Seis fines de semana han recorrido Madrid buscando esos encuentros los 27 participantes de la iniciativa del centro Dibuja Madrid, guiados por seis dibujantes. El resultado es una amalgama de miradas personales sobre la ciudad -"Madrid no es una colección de postales, es un bar sin fama", afirma Flores-, donde hay historias, desencuentros, reflexiones; vida y alma.

A Jorge Arranz, ilustrador habitual de urbes, la intuición le marca el rumbo del viaje: "Empiezo a andar y me dejo llevar; dejo que mi mano dibuje sola, así capto la esencia". El viaje no solo tiene que ser físico, también puede ser emocional, y el cuaderno, un útil terapéutico: Arranz alivió su angustia y dolor narrando así su reciente operación de corazón.

Los cuadernistas se reivindican como género. Dice el maestro Alfredo González: "La cámara de fotos es de antes de ayer, ¡Herodoto ya usaba Moleskine!"

Madrid y no solo Madrid . Museo ABC. Hasta el 25 de septiembre.