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POLÍGONO COBO CALLEJA, FUENLABRADA | El impacto de la huelga general

El comercio chino se detiene

Pilar Álvarez

Raimundo podría oír el eco de sus pasos. No hay ruido, movimiento o vida bajo los farolillos rojos y los enormes caracteres chinos de los letreros del polígono de Cobo Calleja, en Fuenlabrada. El hombre camina con una bolsa en la mano llena de carteles: Se alquila o vende autoservicio de alimentación. Raimundo quiere deshacerse de su negocio. "Vengo aquí porque los chinos son los únicos que compran ahora", revela el empresario de 60 años. Ha perdido 6.000 euros solo en el último año. "Me quiero jubilar cuanto antes, es insoportable", musita. Y pega uno bajo el letrero de calzados Chi Mei.

Su paseo es uno de los pocos signos de actividad en este entramado de naves donde triunfa el comercio asiático. Aquí se descargan hasta 400 contenedores semanales, pero la huelga general ha calado. Cobo Calleja presenta una imagen más del "éxito" de la convocatoria en la industria, según los sindicatos, que cifran el seguimiento en el sector en el 95%.

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Los Todo a cien, los escaparates de ropa de saldo, los restaurantes. Todo está cerrado. Marco, comerciante chino de 27 años, aprovecha el día para reponer su almacén de moda. "Hoy no vendemos nada", declara. Es uno de los 6.500 autónomos chinos de la Comunidad. Muchos secundaron ayer la huelga. Los periódicos chinos editados en Madrid llevaban días invitando a sus lectores a hacerlo. "Mañana paran hasta los chinos", anunció en el mitin del martes el líder regional de UGT, José Ricardo Martínez.

"Llevábamos tiempo hablando con ellos y decidieron secundar", explica María José Landáburu, de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos). "Han dado un ejemplo de solidaridad y participación", añade. Felipe Chen, portavoz de la asociación de comerciantes chinos de España, dice que la protesta se extendió también a las tiendas de alimentación de Madrid. Y amplía el abanico de razones. "Es para que vean que no pensamos solo en el negocio y para no tener problemas", confiesa. La mujer de la nave de juguetes, en el centro del polígono, lo resume más rápido: "Miedo, miedo, otros años rompen cristales".

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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