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Reportaje:

La contaminación que nadie mide

El Ayuntamiento eliminó la estación de Luca de Tena, célebre por poseer el récord de aire 'sucio' de la capital - La zona de juegos infantil sigue allí

Luca de Tena es una plaza que pasa desapercibida. Yendo en coche -y casi también a pie, por las aceras- nadie diría que a lado y lado de los seis carriles del paseo de las Delicias hay un espacio abierto con árboles y zonas de juego para niños. Prueben a buscarla por su nombre en Google Maps. No sale. Y pese a su discreción, es bastante conocida. Tiene el dudoso honor de aparecer varias veces en los informes anuales de calidad del aire que elabora Ecologistas en Acción. No por la calidad de su aire, sino por todo lo contrario. En 2009, cuando el máximo de dióxido de nitrógeno que recomendaba la UE eran 42 microgramos por metro cúbico de media anual, Luca de Tena registró 74.

"Eso dice a veces el periódico, que aquí tenemos mucha contaminación", dice Emilia, de 61 años, vecina del número 3 de la plaza. Lo confirman en la farmacia del número 13 y en la mercería del 4. En todas partes se acuerdan perfectamente de una caseta verde que estuvo años en medio de la plaza, bajo unos árboles y a cinco metros de un parque infantil. Era una de las estaciones de la red de medición de la contaminación del Ayuntamiento de Madrid. Una de récord. En 2009 fue, con mucha diferencia, la que más veces superó el valor límite diario de partículas en suspensión PM

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10. Todas las otras estaciones quedaron por debajo de los 35 días que exigía la UE. Luca de Tena marcó 41.

La caseta ya no está ahí. José Victoria, el dueño de la mercería La Glorieta, opina que mejor, que ahora ya no le tapa las vistas. Pero luego se lo piensa: "A lo mejor sí es bueno que se sepa cómo está esto de contaminado". Porque desde enero de 2010 nadie sabe cómo está el aire de la plaza de Luca de Tena. Fue una de las estaciones que el Ayuntamiento eliminó cuando remodeló la red de medición. Lo hizo para cumplir con la legislación europea, explica el Consistorio. Pero los ecologistas no opinan lo mismo. Y el fiscal de Medio Ambiente, tampoco. Una pareja de sesenta y tantos años columpia a su nieta a unos pasos del lugar donde estaba la caseta verde. Dicen que no es lo habitual, que prefieren llevarla al parque de Tierno Galván, aunque les quede un poco más lejos. Allí hay árboles, espacio abierto. La estación ha desaparecido, pero los niños siguen allí. Y a la vista del torrente de coches que sube por el paseo de las Delicias a media mañana, parece que la contaminación también.

"Entra mucha porquería", constata Emilia, la señora del número 3. "Me gusta abrir para ventilar, pero me encuentro que una mesa de cristal que acabo de limpiar vuelve a tener polvillo enseguida". Concha, la farmacéutica, vive en un sexto que da al paseo. "Está todo negro: la pintura, las cortinas... Es de los coches, claro". Pero ninguna se plantea cambiar de barrio. "Yo creo que está toda la ciudad igual", tercia suspicaz la hija de Emilia, Mari Carmen, de 25 años. A José, de la mercería, le preocupa el aire que respira, pero su negocio "está donde está", se encoge de hombros. "Y qué quiere que le diga, el otro día atracaron a una chica de la tienda de prensa, y el otro a la de la frutería. Hay problemas más importantes".

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Una pareja juega con su nieta en la plaza de Luca de Tena.
Una pareja juega con su nieta en la plaza de Luca de Tena.SAMUEL SÁNCHEZ

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