"Me dieron golpes y patadas por todo el cuerpo entre varios policías"

José Luis Tello Carrio, un vecino del distrito de Hortaleza de 47 años, permanece en su casa sin poder moverse. Sufre rotura de un hueso del tobillo derecho, fractura de la muñeca izquierda, lesiones en las costillas y numerosos golpes por el cuerpo. Ese es el resultado de la paliza que, según su versión, le propinaron una decena de policías nacionales el pasado jueves cuando salió a pasear con su perro. Al no llevarlo atado y con bozal, los agentes la emprendieron con él y le pegaron dos tiros al animal, que tuvo que ser operado de urgencia. Un portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Madrid asegura por su parte que fue Tello el que azuzó al can contra los funcionarios y que uno de ellos tuvo que utilizar su arma reglamentaria, ya que el perro estaba mordiendo en las piernas a su compañero.

Los hechos se produjeron a las once de la noche del pasado jueves 12 de agosto en el parque que hay detrás de su casa, junto a la carretera de Canillas. José Luis Tello había salido con su perro, de raza american stanford, considerada peligrosa. "Cuando estaba cruzando por el parque, salieron corriendo dos hombres que iban vestidos normalmente. Cuando pasaron por mi lado, me dijeron que atara al perro a una farola y le pusiera un bozal. 'O amarras al perro o pegamos un tiro al perro y otro te pegamos a ti', me dijeron estos dos", recuerda Tello postrado en un sofá y con la pierna derecha apoyada en una silla.

El vecino de Hortaleza asegura que en ningún momento se enfrentó a los dos hombres, de los que no sabía en ese momento que eran policías, según su versión. Sin embargo, se inició entonces una trifulca en la que participaron más agentes, estos ya de uniforme. También llegó el hijo de José Luis, Cristian, que es el que cogió al perro en sus brazos. Varios policías obligaron a los dos a que salieran del parque y en un momento dado arrebataron al perro de las manos de Cristian. El resto se dirigió hacia José Luis y empezaron a pegarle patadas y puñetazos. "Mientras un tío muy grande se tira encima de mí y me tienen la cabeza pisada con la bota de uno de ellos, veo cómo uno de los policías obliga a que el perro le muerda. Como no lo hace, porque es un animal muy tranquilo, le meten el tacón de la bota en la boca. Le dice uno a otro: 'Tranquilo, que con esto ya vale, ya me ha mordido'. Entonces saca el arma y le pega dos tiros", afirma José Luis mientras se echa a llorar. "Después se dirigen a mí y me empiezan a pegar con todo, hasta con las culatas de las pistolas", añade.

Cristian logró coger al perro malherido y se refugió en su casa, que se encuentra a unos 50 metros. Se montó entonces un gran revuelo vecinal, según varios testigos, porque los policías querían llevarse al animal, pero los residentes de la zona se lo impidieron. "Su obsesión era hacerse con el perro, porque pensaban que estaba muerto, pero entre todos no lo lograron", relata la presidenta de la asociación de vecinos de Hortaleza, María Antonia del Moral, que ha mandado sendas cartas de protesta al Ministerio del Interior y a la Delegación del Gobierno en Madrid. "Estamos hartos de la violencia y la chulería de algunos policías de la comisaría de Hortaleza. Vamos a llegar a donde haga falta para que se acabe con este tipo de abusos que se repiten desde hace años y para los que nadie pone solución", relata Del Moral.

Tello fue trasladado al hospital Ramón y Cajal a la una de la madrugada del viernes y tras dos horas de atención, no le apreciaron las lesiones que ahora sufre. Tuvo que volver horas después, tras ser sometido a una revisión en el ambulatorio del distrito. En la segunda visita al centro médico, fue cuando le diagnosticaron las fracturas en el brazo y la pierna, además de los problemas en las costillas. "Me han tratado como un perro en todas partes. Los policías no me dejaban ni que me ayudara mi hijo cuando subía al furgón de detenidos", rememora indignado Tello. Ahora no puede ni caminar y respira con dificultad. Está en libertad con la acusación de atentado a agente de la autoridad, mientras que su hijo se enfrenta a un cargo de desacato. Los familiares de Tello lograron recuperar un casquillo del nueve Parabellum que dispararon los policías. "Me llegaron a decir que los siguientes disparos eran para mí. Pensé que no lo contaba", dice asustado.