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El espíritu de Sol revive entre chabolas

Indignados que participaron en el movimiento 15-M viven en el poblado de Puerta de Hierro, a cuyos habitantes ayudan a desescombrar y levantar casas

Juan Diego Quesada

La Merche vio en un canal de televisión que una marea de gente, asqueada con el sistema, se había instalado en la Puerta del Sol. Haciendo zapping, la mujer también vio cómo hombres y mujeres que parecían saber mucho de todo aseveraban con desprecio que no eran más que perroflautas que atentaban contra la convivencia. Pero a ella igualmente le conmovieron los ideales que animaban a estos jóvenes a echarse a la calle en un movimiento que fue bautizado con la fecha en la que floreció: 15-M.

Tras ver esto, la activista Mercedes Jiménez, conocida como La Merche, le pidió a los habitantes del poblado chabolista de Puerta de Hierro, cuyas casas están siendo derribadas poco a poco por el Ayuntamiento de Madrid, que se unieran al movimiento, que cogieran los bártulos y se instalaran en Sol. Porque ella creía que los mismos que oprimen a los indignados, los mismos que privan a la juventud de un futuro, son los que les oprimen a ellos y los que no dejan ni siquiera tener un presente a los chabolistas.

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La Merche lo pidió pero fue en balde. Los gitanos creían que iban a ser rechazados en la microciudad que se había levantado en pleno centro de la capital, en una acción de protesta que estaba siendo retransmitida en directo para todo el mundo. Ella no se rindió. Se presentó un día en una de las asambleas, contó el problema de los chabolistas (las ratas, los escombros, las piquetas), y al día siguiente un grupo de indignados comprobó que lo que la mujer había dicho era verdad.

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Dos meses después, en una de las salidas de la autovía Madrid-A Coruña, al lado de un vivero, cuelga un cartel: "Puerta de Hierro 15-M". Los ideales de unos y las necesidades de otros se han fusionado. Una treintena de indignados (llegaron a ser 60), venidos a la capital desde todos los puntos de España en julio y desalojados del centro por la policía, se ha instalado en este poblado chabolista para ayudar a las 53 familias que viven allí. Estas se consideran propietarios legítimos de los terrenos al llevar en ellos desde 1963, en contra de lo que opina el Ayuntamiento, que ha derribado buena parte del poblado y tiene proyectado tirarlo abajo por completo antes de que acabe el año. La convivencia entre unos y otros es muy buena. "Son gente maravillosa, nos alegramos de que hayan venido estos del 11-M... Digo del 15-M", se corrige justo en la puerta de su casita. Las paredes de las viviendas están decoradas con fotos a tamaño real, en blanco y negro, de sus inquilinos, como si se dijese a los que manejan la excavadora que derriban muros donde vive gente con rostro y cuerpo.

El sistema perfectamente engrasado que hizo funcionar Sol parece trasladado a Puerta de Hierro. A mediodía, los miembros del 15-M hacen la comida en una cocina levantada entre casas derruidas. Con palés construyen un lugar para pasar el invierno, una zona de duchas y otra de recreo para niños. Los jóvenes instalados en tiendas de campaña han ayudado con sus manos a desescombrar parcelas tras haber sido derribadas medio centenar de chabolas, una tarea que les ha llevado semanas, entre polvo y cascotes.

"Los importantes son ellos. La historia son ellos. Nosotros solo somos una anécdota", dice quitándose importancia Norma, de 31 años. Más que activistas con algunas causas, parecen creyentes. "Les han tirado las casas, y donde antes vivía una familia ahora viven tres o cuatro en condiciones muy malas", continúa la mujer, la enfermera del poblado. Realiza unas seis curas diarias por cortes o mordeduras. Campan a sus anchas ratas, perros y un cerdito. Norma deja la conversación porque a una chica se le ha caído un armario en el pie y se le ha clavado la uña. Apunta antes de atenderla: "No me voy a ir hasta que a esta gente se le reconozcan sus derechos y esto se convierta en un barrio en el que vivir".

El Ayuntamiento considera que estas familias, descendientes de los primeros habitantes en los años sesenta, ocupan sin autorización una zona verde singular del distrito Moncloa-Aravaca, limitada geográficamente por una depuradora. Los moradores se dedican a la venta y recogida de chatarra, según un informe social, y todos los niños están escolarizados. Hasta el momento han sido realojadas 13 familias en viviendas de alquiler, y se considera que otras 16 tendrán derecho a ello una vez que se derriben sus casas.

Precisamente esto es lo que intentan evitar Merche y los indignados, que consultando el catrastro y las leyes de propiedad pretenden que las familias se queden con el terreno. Una vez finiquitada esta lucha, que puede llevar años, ¿adónde irán los indignados, veinteañeros, que parecen embarcados en una empresa casi utópica desde mayo? "No lo sé y no tiene importancia. Lo que es seguro es que el movimiento perdurará porque está dentro de nosotros", reflexiona Paula, una valenciana de 27 años. Después se da la vuelta y se sienta en la mesa de una familia gitana que está a punto de trinchar un pollo.

Un miembro del 15-M muestra el primer cartel de la manifestación que dio pie al movimiento. Al fondo, una familia durante el almuerzo.
Un miembro del 15-M muestra el primer cartel de la manifestación que dio pie al movimiento. Al fondo, una familia durante el almuerzo.KIKE PARA
Dos indignados, en el comedor que han montado en el poblado chabolista.
Dos indignados, en el comedor que han montado en el poblado chabolista.KIKE PARA
Un residente del poblado chabolista Puerta de Hierro le corta el pelo a un indignado.
Un residente del poblado chabolista Puerta de Hierro le corta el pelo a un indignado.KIKE PARA

Desde 1961

- Los primeros moradores conforman el poblado de Puerta de Hierro en 1961, en unos terrenos que pertenecían antiguamente a una marquesa y que supuestamente donó a la matriarca del poblado, según los abogados de los chabolistas.

- Se incluyó al poblado de Puerta de Hierro en el Programa de Erradicación del Chabolismo, cuyo objetivo es desmantelar todos los núcleos que existen en la ciudad antes de diciembre de 2011. Se considera un lugar de alto valor ecológico.

- Se han demolido 51 chabolas en el campamento, y ya han sido realojadas 13 familias en pisos de alquiler con una subvención pública del 50%.

- En la actualidad quedan otras 16 construcciones pendientes de derribo por orden judicial. Tres de ellas son las de las familias censadas y aún no realojadas, según fuentes municipales, a las que hay que sumar 10 que están a la espera de resolución judicial.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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