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Las excavadoras toman la ciudad

El 'plan Zapatero' al completo está ya en ejecución en la capital - Un total de 269 obras acechan a los madrileños hasta diciembre

Rebeca Carranco

Han invadido Madrid. Y poco se puede hacer. Hasta que no acaben su cometido no piensan irse de la capital. Son los camiones de obra y las excavadoras, que se pasean tan campantes por la ciudad. Es fácil verlos por cualquier punto, pero sobre todo, por el centro. Se han apoderado de Callao, Serrano, Fuencarral y todas las calles que rodean esas zonas en obras. El resto de vehículos tienen que tomárselo con calma. La capital está patas arriba, con 269 obras en marcha gracias a los 554 millones del Fondo Estatal de Inversión Local, conocido como el plan Zapatero. Gracias a estos trabajos, más de 10.800 personas han encontrado un trabajo. "Es como una gincana", resume Alberto Iglesias, un quiosquero de Serrano.

La peor parte se la lleva el distrito de Centro, que sufre 27 intervenciones. A éstas hay que sumar la remodelación de Serrano, que tendrá a los obreros con pico y pala hasta enero de 2011. Las obras más insignes son la que están en la Puerta del Sol, que acabará en octubre, la de Fuencarral, lista en agosto, y la de la plaza de Callao, con fecha hasta noviembre. La data máxima de finalización de todas las intervenciones del plan Zapatero es el 31 de diciembre.

El primer experimento para conocer qué pasa en la capital reina de las zanjas es recorrerla de cabo a rabo en hora punta. A las 8.30 del jueves el coche sale de la plaza Elíptica. Tiene que llegar a la plaza de Castilla y no vale usar la M-30, a no ser que sea necesario. El primer atasco se produce a los pocos metros, en la avenida de Santa María de la Cabeza. Las obras de prolongación del túnel no tienen nada que ver con el plan Zapatero. Pero en cualquier caso hay que sufrirlas. Hasta septiembre no se podrá circular de nuevo por la vía. Un cartel avisa: "Retenciones acceso M-30 Norte", que es la vía alternativa. Para recorrer 300 metros se tarda 10 minutos. La siguiente parada, ya dentro del túnel, aparece en la salida de Pirámides. Hay que llegar a Atocha, luego coger el paseo del Prado y subir por la Castellana, hasta la plaza de Castilla. Son ya las 8.50. El coche ha tardado 20 minutos en recorrer sólo tres kilómetros. Pero es salir a la superficie y no volver a atascarse. "Madrid es una ciudad que traga bien el tráfico", asegura un hombre de 48 años que se conoce al dedillo la capital.

Aunque la congestión vuelve a la altura de Cibeles. Se puede aprovechar incluso para intercambiar opiniones con el conductor de al lado. "Así", dice Ángel, juntando los dedos de la mano desde su Seat León cuando se le pregunta si se ha encontrado muchos atascos. Viene de dejar a su hija en Atocha. Lo peor, según él, ha sido la autovía de Barcelona (A-2) y la M-30. Ninguna de las dos están en obras, son los atascos normales de un jueves por la mañana a la entrada de la capital.

A las 9.12 el vehículo llega a la plaza de Colón sin dificultades. La Castellana va fluida. Sigue y en 15 minutos ya está en la plaza de Castilla. Cruzar la ciudad de cabo a rabo en hora punta ha sido cuestión de una hora. En la glorieta, los camiones y las grúas mejoran la "accesibilidad y la movilidad" de la plaza. Será su casa hasta agosto, cuando se espera que acaben.

El segundo experimento arranca un día después, el viernes. El objetivo es circular por el centro entre las 11.30 y las 13.30. Se sale de la avenida del Manzanares, con el Proyecto Río en marcha. A la altura del barrio de La Latina las taladradoras dejan claro que Madrid se pone guapa. La calle de Concepción Jerónima está cortada. La alternativa es bajar por la calle Imperial, llena de coches. El polvo que levantan las taladradoras se mete hasta por la garganta. "Estamos trabajando por su ciudad. Disculpe las molestias", reza un cartel pegado a una de las muchas vallas que hay en la calle.

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Desde ese punto, el resto de obras quedan a tiro de piedra: la peatonalización de Ópera, la de Sol, las obras de Callao... El centro está tomado por las señalizaciones amarillas, las zanjas y los camiones. Pero aun así no supone un gran problema para el coche. Eso, hasta llegar a la calle de Serrano, que merece un punto y aparte. En lugar de una calle comercial de las caras, parece una gincana, como explica uno de los quiosqueros del barrio. Los 104 millones que se está gastando el Ayuntamiento servirán para ensanchar las aceras, hacer un carril bici y crear tres aparcamientos para residentes con 3.000 plazas.

Pero el verdadero problema son las calles adyacentes, como la de Jorge Juan, en obras desde Claudio Coello hasta Príncipe de Vergara. Constantino se conoce bien la zona. Lleva "10 o 15 años" pidiendo a los coches desde una de sus esquinas. "La gente que pasa por aquí es la misma de siempre, pero tardan más en circular", dice, ufano, con su cajita colgada al cuello. Los vehículos tardan ocho minutos en recorrer menos de 500 metros.

En Fuencarral, en cambio, la remodelación no causa mayor problema. "Más que las obras nos ha afectado la crisis", reconoce un camarero del café Colby. A partir de agosto, los coches ya no podrán circular nunca más por ella; deberán usar la calle del Barco. Pero tampoco es un problema porque los conductores evitan coger la vía. Sólo molesta a esos camiones gigantes, que circulan por todas las calles paralelas. Parece que fueran suyas. Por suerte, el 31 de diciembre desaparecerán todos, al menos una temporada.

Principales 'zanjas'

- Santa María de la Cabeza estará en remodelación hasta septiembre (16,6 millones).

- Serrano, en obras hasta enero de 2011 (104 millones).

- Callao tendrá zanjas hasta el mes de noviembre (4,4 millones).

- Fuencarral se acabará en agosto (2,1 millones).

- Colón seguirá con camiones y volquetas hasta el 27 de julio (3,6 millones)

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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