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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

Las dos guerras de Filosofía y Letras

La primera facultad de la Ciudad Universitaria necesita ser remozada

Patricia Gosálvez

En la biblioteca aún guardan libros con agujeros de bala. "Iba a ser una universidad, pero se estrenó como frente de guerra", dice el arquitecto Juan Antonio González Cárceles en la actual Facultad de Filología y Filosofía, la primera construida en la Ciudad Universitaria.

Todo estaba listo para la inauguración de la entonces llamada Filosofía y Letras -pizarras limpias, mesas nuevas- cuando estalló la guerra. El edificio, en primera línea de fuego, se convirtió en trinchera para las brigadas internacionales y acabó medio destruido.

En los cuarenta se reconstruyeron las paredes caídas, pero dentro ya nada fue igual, porque antes de las bombas, durante tres breves cursos, de 1933 a 1936, en uno de los pabellones se ensayó una nueva forma de dar clase. No había exámenes, sino diálogos, la reflexión sustituyó a la memorización, las excursiones a las lecciones y el alumno se convirtió en lo primero. "La revolución educativa confluyó con la vanguardia arquitectónica", afirma Santiago López-Ríos, vicedecano de Filología. Es decir, que aquel edificio de ladrillo rojo dio forma, literalmente, al sueño de la nueva universidad. El arquitecto Agustín Aguirre convirtió en espacios las ideas del decano Manuel García Morente. En comparación con el oscuro, encorsetado y ruidoso caserón de San Bernardo, donde se estudiaba hasta entonces, la nueva facultad era todo luz. Enormes ventanales se abrían al campo, porque la naturaleza formaba parte de la perseguida "educación integral". Se proporcionó al alumno un gimnasio para mantener el corpore sano, el primer autoservicio universitario (el menú costaba dos pesetas) y un paternoster, un elevador continuo con el que llegaría a tiempo a clase. Los pasillos, anchos y alegres, tenían azulejos de diferentes colores para identificar cada piso.

Las brigadas internacionales se atrincheraron en el centro

En aquel ambiente ideal se formaba la edad de plata. Entre los profesores, Ortega, Menéndez Pidal, Zubiri o María Zambrano; entre los alumnos, Julián Marías o Luis Rosales. "Fue un plan de enseñanza ejemplar que no ha tenido ni precedente ni consiguiente", exclamaba el poeta en una entrevista incluida en el libro La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la Segunda República. Es un tocho que se editó el año pasado, por el 75 aniversario del edificio. Tiene 750 páginas, pesa tres kilos e incluye un documental en DVD (todo por 28 euros). Contiene más de dos años de investigación. Es decir, que encierra muchas historias. "La universidad española no ha dado tantos momentos de gloria, ahora que con el plan Bolonia se habla tanto de excelencia, ¿por qué no se recupera esta joya?", se pregunta López-Ríos, uno de los autores, junto a González Cárceles, del libro conmemorativo.

La visita a la vieja facultad de la mano de ambos investigadores es un continuo suspiro. Molestos fluorescentes colocados sin ton ni son sustituyen a las elegantes lámparas racionalistas. Suspiro. Enormes aparatos de aire acondicionado rompen la armonía de la fachada y clausuran ventanales enteros. Suspiro. Unas feísimas canaletas vistas que conducen una autopista de cables destrozan la limpieza de los pasillos. Incrustados como piezas de Tetris en los huecos de las escaleras, se han creado nuevos despachos a golpe de paneles. Desconchones, mobiliario original destrozado, persianas rotas desde hace décadas; nadie se ha molestado si quiera en limpiar de las puertas de madera maciza los restos de silicona de los encierros contra el plan Bolonia de hace un año. Ay. Los guías achacan el problema a la desidia, el mal gusto y sobre todo a un expediente de Bien Histórico paralizado desde los años setenta por la Comunidad de Madrid. La estructura de hormigón del edificio resistió las bombas del 36, pero hay guerras más lentas y silenciosas que también destruyen el patrimonio.

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Del 75º aniversario, ha quedado, además del libro, una enorme vidriera art déco en el hall, reventada en la guerra y reconstruida en base a fotos y dibujos originales. A la espera de una soñada renovación integral del edificio, el vicedecano quiere al menos recrear un aula histórica que respete los detalles de aquel sueño universitario que, al final, nunca pudo ser. Este viernes, día 9, como parte de la Semana de la Arquitectura, habrá visitas guiadas a la facultad en las que se podrán contemplar sus bellezas y sus horrores.

La vidriera <i>art déco</i> del vestíbulo de Filosofía y Letras fue destruida en la guerra y reconstruida el año pasado.
La vidriera art déco del vestíbulo de Filosofía y Letras fue destruida en la guerra y reconstruida el año pasado.LUIS SEVILLANO

Fac. Filología y Filosofía

- Autor. Agustín Aguirre.

- Construcción. De 1932 a 1936, reconstruida entre los años 1941 y 1942.

- Estilo. Racionalista.

- Lugar. Ciudad Universitaria.

- Función actual. Facultad de Filología y Filosofía.

- Función original. Facultad de Filosofía y Letras.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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