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Reportaje:

Aquí había una estatua

El Ayuntamiento destina 100.000 euros al año a restaurar monumentos dañados por actos vandálicos

Elena G. Sevillano

Se llamaba Julia y quería aprender. Pero eran otros tiempos. Allá por 1840 solo los hombres podían asistir a la antigua Universidad Central de la calle de San Bernardo, la que da nombre al barrio. Aquel año empezó a circular por Madrid una noticia sobre "el extraño caso de la doncella Julia": habían descubierto que una mujer había estado acudiendo a clase vestida de hombre. Antonio Santín (1978), escultor y pintor, no está muy seguro de que la historia de Julia sea cierta. La leyó mientras buscaba otra cosa por Internet. Pero le sirvió de inspiración. Quiso homenajear a aquella mujer audaz y presentó su proyecto a un concurso de ideas del Ayuntamiento. Ganó.

Con 24 años, a media carrera de Bellas Artes en la Complutense, vio cómo una obra suya, la primera, se exponía a la vista de miles de personas, en el museo más concurrido: la calle. Por eso, por lo mucho que significa para él Tras Julia, la noticia de que ya no está en su sitio le apena. "Duele, pero ya estoy acostumbrado", contesta al teléfono desde Berlín, donde se gana bastante bien la vida como pintor.

Alguien arrancó la escultura de sus anclajes al suelo y a la pared
"Es difícil pillar a los autores", afirma la responsable de los monumentos

Las últimas horas en la calle del Pez de Tras Julia, una estatua de bronce de tamaño natural que representa a una estudiante, recordaban la escena de un suceso. Fue el último domingo de octubre. Los transeúntes se sorprendían al verla herida en los pies, rodeada de policías municipales y bomberos, tendida sobre la acera. Alguien la había zarandeado hasta casi arrancarla de los anclajes que la sujetaban a la pared y al suelo. "Los bomberos han tenido que acabar de cortarla porque estaba medio caída", explicaba un agente.

Julia está ahora en un taller de restauración cerca de Barajas. En un primer diagnóstico han comprobado que tiene roto el pie izquierdo, en concreto la puntera del zapato que tocaba el suelo; la han arrancado de las sujeciones y la han pintarrajeado. En el Ayuntamiento no se atreven a decir cuándo volverá a apoyarse en la pared del palacio Bauer, hoy Escuela Superior de Canto, con los libros en la mano. "A las estatuas de Madrid les ocurre de todo", constata la directora general de Infraestructuras Culturales, Carmen Rojas. Y lo peor es que poco se puede hacer para evitarlo. "Es muy difícil pillar in fraganti a los autores de actos vandálicos".

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El Ayuntamiento destina cada año unos 100.000 euros a reparar los daños que provocan en los monumentos los actos vandálicos, explica un portavoz del área de Las Artes. Una cantidad que supone el 20% del total que gasta el Consistorio en conservación del patrimonio de la ciudad, casi 2.000 monumentos entre los que hay fuentes ornamentales, esculturas, puentes... "Es un problema bastante serio", afirma Rojas. "Se trata del dinero de todos los ciudadanos". Con los años, la situación no mejora. "Los actos vandálicos son muy abundantes. Estamos igual de mal que antes", dice. "Y es duro, porque no podemos hacer mucho".

De las agresiones a edificios y estatuas no suele haber testigos. Generalmente no se pilla a los autores, asegura una portavoz del área de Seguridad. Solo si hay una cámara cerca puede haber suerte. Sucedió con los destrozos que un grupo de personas provocó en el monumento a Colón que hay en el paseo de la Castellana, después de la celebración de la victoria española en el Mundial. Alguien le arrancó el brazo a una de las figuras del grupo escultórico. Una cámara le grabó, pero no se le ha podido localizar.

Tampoco se sabe nada de los agresores de Julia, que en sus siete años en la calle del Pez, apoyada en el edificio donde estuvo ubicada la antigua universidad, ha visto de todo. "Cuando la pusieron, le hice mucho seguimiento. Llamaba para avisar cada vez que le pasaba algo", explica su autor. Como al resto de estatuas de anónimos ilustres del centro (las estudiantes de la plaza de San Ildefonso y de la calle de la Palma, la mujer que lee un libro en la plaza del Dos de Mayo, el hombre que hojea el periódico en la plaza de la Paja, el señor con boina que, apoyado en una barandilla, admira unos restos arqueológicos en Mayor con Almudena...), la han pintado, le han colocado encima toda clase de accesorios, le han meado encima los perros -y los humanos-...

Santín asegura que cada vez que vuelve a Madrid pasa por la calle del Pez para ver a Julia. Pero ya no corre a avisar al Ayuntamiento si descubre que le han hecho algo. "Hay que saber desentenderse. Es de la ciudad y es la ciudad la que tiene que cuidarla".

La estatua <i>Tras Julia,</i> en el taller de reparación.
La estatua Tras Julia, en el taller de reparación.AYUNTAMIENTO DE MADRID

Los monumentos más maltratados

Si existiera algún tipo de clasificación de los monumentos que acumulan más actos vandálicos, estos estarían entre los primeros:

- La esfera de Dalí. "Este último año no estamos tan mal. Creo que ha desaparecido solo dos o tres veces", ironiza la directora de Infraestructuras Culturales, Carmen Rojas. Otras veces han sido seis o siete. La esfera de Newton, uno de los elementos del conjunto monumental El dolmen de Dalí, que el artista regaló a la ciudad en 1986, sería el número uno. La esfera es de bronce y pesa 25 kilos, lo que no impide que se la lleven. Muchas veces la encuentran tirada en una esquina de la plaza. Otras, no vuelve a aparecer y hay que reponerla.

- Daoíz y Velarde. Las estatuas de los héroes del alzamiento contra los franceses en 1808 que presiden la plaza del Dos de Mayo (Centro) sujetan sendas espadas. Pero es raro verlos con ellas. Es reponerlas y alguien vuelve a robarlas. "Las colocamos cada cierto tiempo; esperamos a que se olviden", afirma Rojas. Últimamente se ha visto un botellín de cerveza sustituyendo la espada en alto.

- Monumento a la Constitución. Hay quien ve en este enorme cubo blanco situado en los jardines del Museo de Ciencias Naturales, en la Castellana, un lienzo que espera recibir color. "Lo pintan cada dos por tres", dice Rojas. En 2004 lo atacaron 18 veces.

- Fuente del Berro. La bancada de la fuente ornamental de este parque también aparece destrozada cada cierto tiempo, lo que obliga al Ayuntamiento a rehacerla, explica Rojas.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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