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"Si hace falta, me encadeno"

Padres, alumnos y profesores se alzan contra el derribo de un instituto por el metro

Pilar Álvarez

Hora del recreo. Asamblea alrededor de una mesa cuadrada. La orientadora Teresa Bellver apunta las ideas de la veintena de profesores presentes en la reunión de urgencia. Sugieren grandes carteles, buscar otro eslogan pegadizo -el de "No al derribo, sí al metro" ya les parece poco-. "Chocolate con churros reivindicativo", reclama Mari Paz Vega, la profesora de Historia, para ponerlo en marcha antes de Navidad. Son algunas de sus propuestas para evitar que la ampliación de la línea 9 de metro (Herrera Oria-Arganda del Rey) arramble con su instituto, el IES Mirasierra, con 884 alumnos matriculados y una larga lista de premios.

A Severino Manrique, el de Religión, todas las propuestas que salen le parecen poco. Quiere algo "a lo grande", que el nombre del Mirasierra -el único instituto público en el barrio del mismo nombre- "se oiga de Irún a Cádiz". Hay que avisar a todas las teles, dice, y juntar a tres o cuatro personas "que se impliquen claramente". Apostilla: "Si hace falta me encadeno". Los padres recogen firmas y se reúnen con todo el que les recibe. Los alumnos pintan pancartas y discuten también durante el recreo. La boca del suburbano sustituirá al aparcamiento en superficie de los profesores y la futura estación estará bajo las pistas deportivas recién remodeladas, en las que ayer entrenaba una treintena de alumnos.Han desplegado la pancarta en todas las manifestaciones públicas de los últimos meses, incluida la del pasado martes. Presentaron más de 7.000 firmas. Tienen mercadotecnia, gorras y camisetas contra el derribo. La Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) ha pedido incluso ayuda al Defensor del Menor, que estudia ya el caso y ha pedido un informe a la Comunidad. Y se reúnen periódicamente con la oposición para que el Mirasierra siga en pie.

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Como Severino, el profesor de Religión, la mayoría no se resignan a dejar la pelea, aunque el proyecto ya esté aprobado y sólo falte adjudicarlo a una constructora. A otros les puede la resignación. "Mira la que montaron los de los parquímetros y ahí siguen, no han quitado ni uno", dice Milagros Gómez, la conserje, tras su mostrador. Ella y su familia viven desde hace 17 años en uno de los edificios del centro que será derribado para que el metro crezca hacia el norte. Su hija pequeña, en 4º de ESO, está muy triste con toda esta historia.

También echarán abajo el bloque principal, construido hace 23 años. Tras sus paredes de ladrillo visto están la mayoría de las aulas, el escenario del salón de actos, la biblioteca. Quedará en pie, pero vacío, el edificio más nuevo.

La Comunidad de Madrid se compromete a construir antes del verano un nuevo instituto a 1,6 kilómetros de distancia para trasladar allí a los alumnos del IES Mirasierra durante un curso. La Consejería de Transportes e Infraestructuras derribará el complejo escolar durante las vacaciones para evitar molestias a los alumnos del colegio colindante, que se aislará con una pantalla de dos pisos de altura.

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Los alumnos volverán a su centro reconstruido en septiembre de 2010, les aseguran. Transportes justifica que se ha aprobado ese trazado "como mejor alternativa técnica" porque aprovecha las actuales vías a las cocheras de Herrera Oria que ya pasan bajo el instituto. Cualquier otro trazado, según un portavoz de Transportes, afectaría a las viviendas del entorno y sumaría 50 millones de euros más a los 191 millones de la ampliación de metro extensamente demandada por los residentes. La Asociación de Vecinos La Flor ya ha mostrado su apoyo a los profesores y alumnos con el mismo argumento: Metro sí, derribo no.

El secretario del centro, Miguel Ángel de la Rosa, ha pedido a Educación que les envíen los plazos y las promesas por escrito. Lamenta cada persiana recién arreglada, cada pared recién pintada, cada mejora que acabará bajo la piqueta. Muestra las fotos y diplomas con los galardones al centro: premio extraordinario de Bachillerato, premio de FP dos años seguidos, campeones de la XIX Olimpiada Nacional Química... "y un 100% de aprobados en selectividad", añade.

Los alumnos son el orgullo de este centro. Pero De la Rosa prefiere dejarlos al margen de esta polémica sin mucho éxito. La primera razón, revela con sorna, "porque ya ha habido alguno que ha propuesto una manifestación por la mañana, para perder clase". La segunda, y ésta va filosófica, es que los chicos están de exámenes y "el futuro no puede perjudicar su presente". Demasiado tarde.

Los alumnos ya han decidido que la cuestión también va con ellos. Muchos participaron con sus padres en la manifestación por la escuela pública que recorrió la calle Mayor el martes. Otros sacan el tema en clase cada vez que pueden. "Nos gusta estar informados", explica durante el recreo Mari Luz López, de 2º de Bachillerato. A su compañera Paula Monsalve el proyecto del metro le parece "una chapuza". Duda de que se pueda construir un centro alternativo "en unos meses" y reconstruir el actual en un año. Además de las gorras, de las pancartas y las pegatinas, planean una acampada. Eso sí, cuando haga menos frío.

Alumnos del instituto Mirasierra, afectado por las obras de prolongación de la línea 9 de metro.
Alumnos del instituto Mirasierra, afectado por las obras de prolongación de la línea 9 de metro.LUIS SEVILLANO

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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