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Reportaje:

La historia del agua se convierte en mármol

La artista Eva Lootz refleja la evolución de los ríos y reivindica su valor

Patricia Ortega Dolz

¿Se imagina qué forma podría tener la historia? Así, en piedra, más concretamente en mármol de Macael. ¿Se imagina que aspecto podría ser el de la historia del agua, más concretamente la de un río como el Guadalquivir, por ejemplo? Bueno, pues deje de imaginar eso porque ya lo ha hecho por usted Eva Lootz, la artista austriaca (Viena, 1940) afincada en Madrid desde 1965 y que ayer inauguró su última exposición, Viajes de agua, en La Casa Encendida.

La forma de la historia de las aguas del río Guadalquivir pesa exactamente 700 kilos y mide un metro y medio. Es una escultura de mármol blanco tremendamente estilizada, llena de pliegues (las arrugas de tantos años), parece traída de otra galaxia. Y, de hecho, en cierto modo procede de otro mundo: el digital.

"Tarde o temprano tenía que abordar el más elemental de los líquidos"

Desde 1720 existen datos fidedignos de la evolución de las aguas del río Guadalquivir, de cómo le han afectado las diferentes intervenciones que ha sufrido a lo largo de su vida de río (cortes, presas, desvíos...).

Lootz ha archivado gran parte de los datos y ha elegido una serie de parámetros (el caudal, la escorrentía, los cambios de sinuosidad...) que ha cruzado sobre un volumen digital, generando un archivo de datos en tres dimensiones.

"El resultado era una serie de figuras y, entre ellas, yo seleccioné la que me pareció más artística y más atractiva estéticamente", explicaba ayer la artista, premio Nacional de Bellas Artes 1994, y cuya carrera artística se caracteriza por el empleo en sus obras de materiales cambiantes, afectados por el entorno, como el mercurio o la arena. "Tarde o temprano tenía que abordar yo el más elemental de los líquidos", decía ayer mientras recorría su exposición.

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El título de esta muestra, que incluye gran parte de las series del proyecto Hidrografías (2005), no es casual: "Viajes de agua es como se llamaban las conexiones, mediante caños, que había entre las fuentes de Madrid, antes de que Bravo Murillo construyera el Canal de Isabel II", cuenta. "Es un concepto que me parece muy interesante porque refleja los porqués de la organización de las ciudades", asegura, y se atreve, como buena filósofa, a teorizar un poco más: "Quizá no sea casual tampoco el hecho de que la fuente de los ocho caños haya aparecido junto a la Ópera de Madrid, o que el Liceo de Barcelona se encuentre ubicado en las Ramblas, ya la escuela platónica estaba ubicada junto a una fuente y se supone que las musas, que todo lo cantaban, eran las protectoras de las fuentes. Es curioso, verdad, pero parece que el canto y el agua siempre han estado relacionados".

La muestra, que ocupa dos salas en las que las cuencas de los ríos de la Península aparecen casi como paisajes neuronales, es también una clara denuncia del uso de los recursos hídricos. También podrán verse los Paisajes indirectos o lo que Lootz llama "mis mondriancitos". Una serie de paneles cuadriculados, que recuerdan un poco a algunas obras del pintor holandés Piet Mondrian, en los que cada cuadrito tiene un color en función del tipo de escorrentía que tiene el río en ese tramo. Otra traslación del mundo digital (datos de escorrentías de distintos ríos peninsulares), en este caso al formato de un lienzo. Todo un mundo acuático de ceros y unos hecho materia.

Viajes de agua. Salas B y C de La Casa Encendida. Ronda de Valencia, 2. Del 24 de septiembre al 8 de noviembre. Entrada libre.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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