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Crimen por una discusión de tráfico

Un hombre mata a una mujer de dos tiros en una discusión de tráfico

El autor de los disparos huyó tras la pelea ocurrida en Ciudad Lineal - Un testigo persiguió al agresor, detenido en la ronda de Valencia

Lo que no debería de haber pasado de una discusión de tráfico terminó en un homicidio en pleno distrito de Ciudad Lineal. María Luisa Santana Martínez, de 55 años, murió ayer por la tarde tras recibir dos disparos en la calle de Francisco Villaespesa (barrio de Ascao) durante una pelea por algún altercado previo. El supuesto autor de los tiros, Ángel Ortega Somolinos, de 76 años, huyó del lugar a toda prisa. Gracias a que un testigo dio el número de la matrícula y siguió durante un tramo al vehículo del presunto homicida, este pudo ser detenido por un coche patrulla en la ronda de Valencia. Este crimen eleva a 27 las muertes violentas registradas en la región este año.

Los hechos se produjeron sobre las seis de la tarde frente al número 23 de la calle de Francisco Villaespesa, casi en la esquina con la calle de José María Pereda (cerca de la avenida del Marqués de Corbera). Dos coches se detuvieron bruscamente después de llevar varios metros discutiendo por alguna maniobra de tráfico. Los vehículos eran un Renault Megane azul oscuro y un Ford Focus negro que iba en dirección a la calle de O'Donnell. El conductor del primero cerró el paso al segundo sobre un paso de peatones. "Pensé que se habían dado y que por eso se habían bajado todos de los coches tan rápidamente", afirmó una vecina de la zona. Pero ambos vehículos estaban intactos.

La mujer increpó al conductor, que salió armado del coche
"Lo ha hecho con una sangre fría impresionante", dice un viandante
El marido de la víctima tuvo que ser atendido por los psicólogos
La policía impidió que varios testigos hablaran con los periodistas
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"Según han parado los coches, se han bajado el matrimonio del turismo azul y el conductor del negro (Ortega Somolinos) y han empezado a discutir a voz en grito", explicó Daniel Armas, un testigo que en ese momento esperaba el autobús 113 (Méndez Álvaro-Barrio de Quintana) en una parada cercana.

Los tres empezaron a discutir acaloradamente. Se encararon y comenzaron a insultarse durante varios minutos, según algunos testigos. "Eres un viejo y si no sabes conducir no lo hagas", le dijo la mujer a Ortega Somolinos, de 76 años.

Parecía que no iban a pasar a mayores, ya que los tres comenzaron a regresar a sus vehículos. La mujer cogió a su marido del brazo y le condujo hacia el Renault Megane, pero el esposo se giró y escupió al parabrisas del otro vehículo. Según los testigos, la mujer increpó de nuevo al conductor: "¿Qué pasa, viejo hijo de puta? Si no sabes conducir, ¿por qué llevas un coche?", le soltó. Estaba plantada delante del vehículo de su oponente, de forma que este no podía arrancar.Cuando la mujer del otro coche estaba plantada frente al de Ángel Ortega este no se inmutó. "Él estaba muy tranquilo", recordaba Merche, que vio los hechos desde un vehículo próximo.

"¿Qué? ¿Me vas a hacer algo? ¿Vas a sacar un arma? ¿Me vas a disparar?", le increpó la mujer a gritos, según relataron varios testigos. Ortega cerró la puerta, que tenía entreabierta. Se agachó con tranquilidad, aparentemente para coger algo de la guantera y salió del coche con un revólver en la mano. Sin mediar palabra, descerrajó un disparo a bocajarro a María Luisa Santana. La bala le entró por el cuello y se alojó en la mandíbula. La víctima cayó desplomada.

El hombre se giró y apuntó hacia el marido, Abdon Laib, argelino de 56 años, quien salió corriendo por la calle de Francisco Villaespesa hacia Marqués de Corbera. Ortega efectuó dos disparos contra Laib, pero no le alcanzó ninguno. Algunos testigos increparon al hombre armado y le chillaron para que dejara de disparar. Lejos de hacerlo, se giró de nuevo hacia la calle de José María Pereda y disparó contra el conserje de un edificio, el rumano Alex Radelescu. El empleado, que estaba en la esquina viendo la escena, salió corriendo calle arriba. "Cuando iba a toda velocidad, he oído que me disparaba al menos dos veces. He girado a la derecha lo más rápido que he podido para que no me diera. Estaba muy nervioso, pero he llamado a la policía desde mi teléfono móvil y les he contado todo lo que estaba pasando", recordaba el portero, visiblemente nervioso y con un cigarro en la mano. "No sé cómo me he salvado. Ahora me estoy dando cuenta de todo lo que me ha pasado y la verdad es terrible. Podía haberme matado", añadió este empleado que lleva dos años como portero en la misma finca, en el número 60 de la calle de José María Pereda. Uno de los disparos rozó una de las columnas de acceso al garaje. La otra bala se perdió sin impactar en ningún lugar de la zona.

Ángel Ortega, presa de su furia homicida, se dirigió hacia la mujer que estaba casi a sus pies, caída boca arriba. Sin mediar palabra, se acercó a ella, se puso delante y levantó el revólver hacia el pecho. Le descerrajó el último disparo del arma en el esternón, lo que le causó la muerte en el acto. "Lo ha hecho con una sangre fría impresionante, a quemarropa, como sabiendo lo que hacía", aseguró el testigo Daniel Armas.

Con el cargador del revólver ya vacío, Ortega se subió a su coche y emprendió una veloz huida. Se llevó consigo el arma. Algunos testigos, entre ellos Armas, recordaron el número de matrícula del supuesto autor de los disparos. Terminaba con las letras DFR. Un conductor incluso siguió al presunto homicida por las calles que recorrió en su fuga. Desde su teléfono móvil, fue avisando al 091 (teléfono de emergencias del Cuerpo Nacional de Policía). Eso permitió que un radiopatrulla del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC), perteneciente a la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana, detuviera al supuesto autor de los tiros en la ronda de Valencia. Desde allí fue trasladado a la comisaría de Retiro.

"Es un hombre de 1,70 metros de estatura, casi sin pelo. Iba bastante formal, con zapatos clásicos, con gafas de sol y pantalón de vestir". Así describieron los testigos a Ángel Ortega Somolinos. "Cuando se subió al coche para huir, iba con normalidad, como si no hubiera pasado nada", añadió otro testigo.

Al lugar del tiroteo se desplazaron varias unidades móviles del SAMUR-Protección Civil, además de agentes de la comisaría de Ciudad Lineal y policías municipales. Los sanitarios intentaron sin éxito reanimar a la mujer, según informó un portavoz de Emergencias Madrid. La herida del pecho, que posiblemente afectó de lleno al corazón, tenía orificios de entrada y de salida, mientras que el tiro que recibió en el cuello solo tenía el de entrada, según explicó la coordinadora de guardia del SAMUR, la doctora María Luz Sarín.

Los facultativos intentaron reanimar a la mujer durante más de media hora. Le practicaron incluso una traqueotomía para ver si conseguían que respirara. Todo fue inútil, ya que el balazo que recibió en el pecho era mortal, según fuentes médicas. La mujer fue atendida en el hospital de campaña desplegado en torno a ella en la calle de Francisco Villaespesa.

El marido de la víctima tuvo que ser asistido por los psicólogos del SAMUR. Le atendieron en una ambulancia próxima al hospital de campaña. Estaba aparentemente tranquilo y no paraba de gesticular mientras narraba lo ocurrido a los agentes. Reproducía los mismos movimientos que el supuesto autor de los disparos. "Al principio, estaba muy asustado por todo lo que ha ocurrido", relataron fuentes médicas.

Fueron los propios psicólogos los que acompañaron a Laib a su domicilio. Se encargaron de decirle lo que acababa de ocurrir a las dos hijas del matrimonio, de 18 y 32 años. Mientras, el coche de la familia, el Renault Megane, quedaba aparcado con las puertas abiertas de par en par. En el asiento de María Luisa quedaba intacto su bolso blanco con dibujos negros.

La juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver hacia las siete y media de la tarde. El cuerpo fue trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde está previsto que se le practique la autopsia en los próximos días. El vehículo fue estacionado en un lateral de la calle por los policías municipales y nacionales que acordonaron la zona. Un ejército de agentes formado por más de una veintena de funcionarios se desplegó por los alrededores del lugar del tiroteo. Mostraron un exceso de celo profesional, ya que no dudaron en identificar a más de un reportero gráfico, incluso cuando hacía su trabajo desde la terraza de un piso particular. El agente subió al domicilio y pidió la documentación de los periodistas y del propietario de la vivienda. Hubo agentes que impidieron a algunos testigos hablar con los informadores alegando que el juez no les había autorizado para ello (no es preceptiva esa autorización). Incluso abroncaron a estos testigos delante de la prensa.

Al lugar acudieron especialistas de la Policía Científica y los agentes del Grupo X de Homicidios, que se encargan de las investigaciones. El turismo en el que viajaba fue aparcado por los policías en un hueco que había en la calle. Ninguno se ocupó de cerrar las puertas, por lo que quedó abierto a merced de cualquiera que quisiera abrirlo.

La muerte de María Luisa Santana Martínez eleva a 27 el número de personas que han perdido la vida de forma violenta en la región en lo que va de año.

La policía inspecciona el Renault Megane en el que viajaba la mujer fallecida a tiros en Ciudad Lineal.
La policía inspecciona el Renault Megane en el que viajaba la mujer fallecida a tiros en Ciudad Lineal.GORKA LEJARCEGI

Antecedentes de incidentes de tráfico que degeneraron en tragedias

- "Trastorno explosivo aislado". En 1988 Jesús María Amilibia, conocido periodista del diario Abc y la cadena Cope, conducía su automóvil junto a su esposa por una bocacalle de Fuencarral, en aquel entonces abierta al tráfico. Al incorporarse a la calle principal estuvo a punto de chocar con otro coche ocupado por José María Fernández Villanueva, su esposa y su hijo de siete años. En el fragor de la discusión que se desencadenó entre ambas partes, la esposa de Amilibia llamó "chulo putas" a Fernández, quien respondió bajándose del vehículo y tapándole la boca. Amilibia, a su vez, disparó a quemarropa un revolver de calibre 38 contra el abdomen de Fernández. La víctima falleció un mes después y Amilibia fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 17 años de cárcel y 20 millones de indemnización por los delitos de homicidio consumado, con la agravante de superioridad y tenencia ilícita de armas. El informe de uno de los peritos que participaron en el juicio recoge que el procesado sufrió "una perturbación mental desencadenada por una causa inmediata y evidenciable (...) que puede diagnosticarse como un trastorno explosivo aislado".

- Una colisión en 1982. Un choque de dos vehículos a la altura del 128 de la calle del Príncipe de Vergara provocó una agresión con un destornillador de uno de los conductores al otro.

- Un frenazo en 1986. Un frenazo ante un paso de peatones en la avenida de Betanzos llevó al conductor del coche a apuñalar al viandante que cruzaba con sus tres hijos y que previamente había recriminado a su agresor.

- Un atropello en 2002. El atropello de una niña por un ciclomotor en la calle de Galicia, en el municipio de Fuenlabrada, provocó el linchamiento del motorista por parte del padre de la niña.

- Una disputa en 2005. Una discusión en la confluencia de las calles de Ferraz y la de Quintana concluyó en una agresión con arma blanca en el cuello y en la mano izquierda de uno de los conductores.

- En la estación de autobús en 2007. Un hombre recibió una puñalada en el costado izquierdo en el transcurso de una discusión por motivos de tráfico en las inmediaciones de la estación Sur de autobuses, de Méndez Álvaro.

- Acuerdo judicial. En junio de este año un taxista acusado de propinar tres puñaladas a otro conductor tras una discusión de tráfico, aceptó en un acuerdo de conformidad, una condena de dos años de prisión y una indemnización de 10.000 euros a la víctima

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