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El hotel indignado resiste

Los 'okupas' que entraron en el edificio abandonado de Carretas se organizan para acondicionarlo - La asamblea pospone la decisión sobre los usos del inmueble

En la recepción del okupado hotel Madrid (calle de Carretas, 10) hay muy poca luz, pero se distinguen los grandes tablones de metal y madera que los nuevos inquilinos, que entraron la noche del sábado tras la jornada de protesta, usan para bloquear la puerta. El polvo lo cubre todo. El mostrador de la recepción del hotel aún guarda unos viejos folletos informativos para los huéspedes. Subiendo la escalera, los salones de la primera de las cinco plantas están repletos de basura. Cuadros rotos, cartas y sobres con el membrete del hotel.

Como dice la web de la Okupación, el edificio "no se encuentra en buen estado por dentro". Unas 40 personas trabajan en el interior. "Faltan tuberías y mobiliario, hay algunos agujeros en los techos, escombros, basura". Desde las puertas de algunas habitaciones se ve que "hay muchos cristales rotos" en el interior.

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Hubo una okupación al final de verano "de otra gente, nada político", dice uno de los nuevos okupas. Otro apunta que los destrozos pueden haber sido causados por gente que buscaba cables de cobre.

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La entrada al edificio, según la web de los encerrados, "no fue consensuada en ninguna asamblea del 15-M". Pero los eslóganes y formas de organización del movimiento rigen ya en el Hotel Madrid. Hay un buzón de propuestas en la barra, al lado del comedor, en la primera planta. Y las paredes, de madera, están cubiertas de información sobre los grupos de trabajo: seguridad, cocina, infraestructura, enfermería, comunicación. Un cartel grande facilita el nombre y el número del abogado al que hay que llamar en caso de que haya problemas.

El encuentro para organizar a los que acaban de llegar es asambleario, con turnos de palabra. Hay un moderador y alguien que escribe el acta. Una asamblea del 15-M en toda regla. Lo primero, el parte de la situación. El representante de los propietarios ha querido ponerse en contacto con ellos, explica el que toma la palabra. Un arquitecto llamado Pablo Heredia, representante del grupo inmobiliario Monteverde, dueño del edificio, acudió a la puerta con un pequeño grupo de agentes de la policía a las 10.45 de ayer. Intentaron sin éxito hablar con los okupas. La policía decidió no desalojarlos aunque, según el grupo jurídico que asesora a los okupas, pueden hacerlo sin autorización judicial durante las primeras 48 horas.

"Los jefes están buscando una solución a este asunto", decía una empleada de Monteverde. La compañía presentó en 2010 un concurso voluntario de acreedores por no poder hacer frente a los 170 millones de euros que acumulaba en deudas. Aun así, el grupo confiaba en el valor de sus activos y negociaba con sus acreedores un plan de pagos para poder salir del proceso concursal. Este periódico intentó sin éxito contactar con los responsables de la compañía.

Ayer por la tarde los okupas se organizaban en distintos grupos de trabajo. Un niño de unos seis años correteaba entre los adultos sentados en el suelo, y un bebé de cinco meses dormitaba en los brazos de su madre. Una señora de 73 años, la mayor de los presentes, se emocionaba "al ver a los jóvenes trabajando con tanta fuerza y dedicación". Le recuerdan a sus luchas de hace 40 años, y dice que "con coraje y fuerza se consiguen cosas".

Los grupos de comunicación y planificación se quedaron en unas habitaciones apartadas para hablar. Los demás seguían en movimiento, cargando montones de cartón, barriendo, cambiando luces en la cocina, limpiando la enfermería. La prioridad es la limpieza.

Se baja la basura con cuerdas por la ventana, y también suben comida. La luz sigue funcionando y hasta el wifi está en marcha. El hotel solo tiene una fuente de agua, en el sótano, dos plantas por debajo de la cocina. Hay que subir el agua desde el sótano también para los baños.

Ayer por la tarde unas 300 personas celebraron una asamblea de cuatro horas en Jacinto Benavente que no llegó a una conclusión sobre qué hacer con el edificio okupado. Han prorrogado la decisión dos días. Hay unas 110 habitaciones y varias plantas a las que asignarles usos. La plataforma de afectados por la hipoteca reclamó un hueco para alojar a familias desahuciadas y los cooperativistas del Sureste quisieron sumarse. Se habló de una universidad popular para enseñar modos de vida ecológicos, de talleres de autoempleo, de huertos en la azotea y hasta de explotar el edificio como el hotel que en realidad es para generar empleo. Las ideas debatidas pueden consultarse en www.hotelmadrid.tk. La decisión no se sabrá hasta mañana en una nueva asamblea en la plaza de Jacinto Benavente, a las 19.00, si hay consenso.

Aspecto que presentaba ayer la fachada del hotel Madrid (calle de Carretas, 10).
Aspecto que presentaba ayer la fachada del hotel Madrid (calle de Carretas, 10).CARLOS ROSILLO

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