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Reportaje:MUCHA CALLE

El 'kilómetro cero' de las protestas

Universitarios al sol y consignas 'anti-Bolonia' en la avenida Complutense

La desesperación va en un folio. El capitalismo, en un folleto. Angela, italiana de pelo revuelto, coloca el cartel: "Busco compañera para un piso en Chamberí; 400 euros la habitación". La chica escruta paradas de autobús, postes y farolas donde pegar su grito. "Me tendrá que salir alguien para abril. Si no, ¿cómo vamos a pagar el piso entre mi compañera y yo? Es que hay gente que no está dispuesta a poner un aval tan grande". La muchedumbre esquiva a los jóvenes que reparten publicidad y ponen en práctica eso del marketing.

Éste es un sitio de paso. En la avenida Complutense, la arteria principal de la Ciudad Universitaria, cualquier superficie en posición vertical tiene la posibilidad de hablar. Ejemplos: "Oferta especial Becas MEC", "Ski-Nievesol desde 156 euros", "Taller de Teatro Asura". La mayoría de los 86.892 estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid (según datos del curso 2007-2008) pasan por esta vía recta, donde se encuentra la parada de metro Ciudad Universitaria y donde comienza el campus que comparte con la UNED y la Politécnica de Madrid. Pero la Complutense, que también tiene otro campus en Somosaguas (Pozuelo de Alarcón), es la universidad con mayor número de alumnos presenciales de toda España, según datos de la propia institución. Y se pueden estudiar 77 titulaciones oficiales, en torno a 230 títulos propios y cerca de 200 programas de doctorado. Mucha gente. Así que empresas como Vueling descargan aquí su arsenal mercadotécnico.

"El campus es vetusto, pero no es lo único", asegura un profesor
Los terrenos, cedidos por Alfonso XIII, se llamaban 'los descampados'

La conquista es ésta: jóvenes más bien relajados con looks por lo general cuidados. Como el del chico que intenta correr y se le van cayendo los pantalones anchos.

-Que ya voy. Dile que ya estoy llegando. Es que no me ha sonado el despertador.

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Son las once de la mañana. El cuento del despertador. El chaval habla por teléfono con un amigo que ya está en clase. Luego contará que cursa Publicidad y Relaciones Públicas y tiene prácticas obligatorias. No tiene cara de resaca. Y jura que todo ha sido culpa de las pilas, que se han acabado. ¿Habrá que creerle o no?

Jesús, por lo que dice y el gesto que pone, no tiene mucha confianza en estos jóvenes. Es jardinero de una empresa subcontratada por el Ayuntamiento. Agarrado al rastrillo, suelta lo que le duele: "Hay mucha basura. Estamos grupos de cuatro personas todo el día recogiendo. Lo peor son los botellones. Bueno, y ya cuando rompen las botellas... El otro día, aquí al lado, nos destrozaron parte del riego. Eso es vandalismo. Somos jardineros, pero por culpa de la basura no podemos hacer nuestro trabajo. Sólo en ratos muertos".

La avenida Complutense es asfalto en un bosque. La Ciudad Universitaria está casi en las afueras de Madrid. En 1927, cuando se planificó, era aún peor. Estos terrenos, cedidos por Alfonso XIII, se conocían con el nombre de los descampados. Pero se levantaron los edificios, llegaron los estudiantes y en las aulas impartieron clase personalidades como José Ortega y Gasset o Santiago Ramón y Cajal. Y se cuidaron las zonas verdes.

Hoy existe césped a trompicones. A un lado de la avenida hay una montaña impoluta. Junto a las aceras van grandes explanadas de tierra con algún matojo. La mediana sí tiene sus setos. La avenida Complutense, tan pisada, es poco agraciada. Porque hoy están las obras (como la del aparcamiento subterráneo) que levantan polvaredas, vallas que tapan remiendos de cemento y edificios que son mastodontes. Tienen muchos muros pintarrajeados. Las facultades se van sucediendo por la plaza de Ramón y Cajal y la avenida: Odontología, Medicina, Farmacia, Ciencias de la Información, Filosofía, Filología, Física, Química y Derecho. Al final, Biología, frente a un parque con algunas papeleras a rebosar de latas de refresco y cervezas.

-Tía, líate con él.

-Que no me da la gana, Carmen. Y déjame ya en paz.

Junto al tira y afloja de las muchachas y grupos aquí y allá, se tumban tres amigos: "Cuando llega el buen tiempo, lo que menos apetece es estar encerrado". Uno de ellos bebe de una litrona (no es el único) y viste camiseta de Eskorbuto.

Las chaquetas están en la sucursal del Banco de Santander. Los graffitis estropean la cristalera: "Stop Bolonia. Fuera empresas de la Universidad". Los estudiantes de la Complutense son unos de los más beligerantes contra el proceso de reforma que pretende adaptar los títulos al marco europeo. Desde esta avenida han partido algunas manifestaciones, la última, el pasado 12 de marzo. Y aquí también se han organizado clases al aire libre como protesta. Damián, profesor de Filosofía, lleva prisa: "El campus es vetusto, pero no es lo único. La burocracia de la Complutense es rígida y hay poca relación entre alumnos y profesores. Esto es un dinosaurio".

Xu Jie, una estudiante china de 24 años, no se termina de enterar de qué es eso de Bolonia. Está sentada en un banco junto al metro porque quiere cursar en octubre un master de arte y creación. "Vengo del rectorado y me han dicho que tengo que homologar el título de mi país" sonríe. Cuando termine el posgrado, quiere volver a casa.

Y entonces, sabe Dios dónde estarán Angela y los folletos del capitalismo.

Estudiantes en la boca de metro Ciudad Universitaria, en la avenida Complutense.
Estudiantes en la boca de metro Ciudad Universitaria, en la avenida Complutense.LUIS SEVILLANO

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