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Reportaje:

Un laboratorio para prevenir caídas

El hospital de Getafe abre una unidad que estudia cómo caminan los ancianos

Elena G. Sevillano

La señora María, una mujer encantadora de 78 años, espera pacientemente con las piernas al aire tumbada sobre una camilla. A lo suyo, sin decir palabra. El consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, está de visita en el hospital de Getafe. El político saluda a los ancianos que hacen sus ejercicios, asiste a una demostración del equipamiento, charla con los médicos... y finalmente repara en María, tendida en su camilla. "¡Si está usted ahí!", le dice. "Perdone, no la había visto". Y le planta dos besos. Ya le ha llegado el turno. María se ha prestado a probar el elastógrafo, un aparato que mide la calidad del músculo. Y su músculo están tan bien que este es su último día en el centro. Le dan el alta. Así que se ha convertido en el mejor ejemplo de los logros del Laboratorio de Evaluación Multifuncional del Anciano (LEMA), el primero de sus características en España.

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María es una de los 40 pacientes que han probado el nuevo laboratorio, una sala llena de aparatos con los que se estudia al detalle cómo camina cada paciente. Como ella, todos los que pasan por esta unidad tienen algo en común: más de 75 años y han sufrido una o varias caídas. El objetivo del LEMA es detectar los problemas de marcha, afinar el diagnóstico y dar un tratamiento personalizado de ejercicio físico. Es decir, prevenir nuevas caídas. Al saber qué es lo que falla, se pueden corregir posturas, mejorar el equilibrio, fortalecer la musculatura de las piernas... María, por ejemplo, venía de acabar en el suelo varias veces. Y tenía mucho miedo a caerse otra vez. "Entonces caminan poco y eso les perjudica", señala la geriatra Cristina Alonso, una de las encargadas del laboratorio.

Al hospital de Getafe, asumen sus responsables, no le faltarán pacientes. Una de cada cuatro personas mayores de 65 años ha sufrido alguna caída, según estimaciones de la Consejería de Sanidad. A más edad, peor es el dato. A partir de los 75 años, casi la mitad de los ancianos (el 45%) se cae, con la complicación, además, de que en muchos casos se trata de caídas de repetición. Fracturas, dependencia, dolor, depresión... Las consecuencias son tan variadas como desagradables. Algunas, incluso, irreversibles. Las caídas suponen la quinta causa de muerte en el anciano, por detrás de las enfermedades cardiovasculares, las neoplásicas (cánceres), cerebrovasculares y pulmonares, según Sanidad.

Tanto preocupan las caídas en los mayores que el Servicio de Geriatría de Getafe cuenta con una unidad llamada precisamente así: Unidad de Caídas y Ortogeriatría. De ella depende el laboratorio, que empezó a funcionar hace dos meses y en el que se han invertido 200.000 euros. Si sus resultados son buenos, la Consejería de Sanidad se planteará crear instalaciones similares en otros centros. El equipo del LEMA es el más completo de España, explicó ayer el jefe de Geriatría, Leocadio Rodríguez Mañas. Cuenta con el elastógrafo que probaba ayer la señora María; un ecógrafo para estudiar el sistema vascular; un impedanciómetro, que permite ver la distribución de la masa grasa y la magra (a mayor masa grasa, más debilidad), y un posturógrafo, con el que se analiza y corrige la postura y el equilibrio.

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Ayudar a caminar mejor

El aparato que más llamó la atención de fotógrafos y cámaras ayer fue el GAITRite. Una especie de alfombra con electrodos incorporados que miden los aspectos espacio-temporales de la marcha. Algo así como una moqueta inteligente capaz de captar hasta el más mínimo detalle de la forma de caminar de una persona: el número de pasos, el tiempo en el que se recorre un tramo determinado, la pisada, la estabilidad... El señor Manuel, de 78 años, fue el encargado de demostrarlo. Caminó de un lado a otro y no rechistó cuando le pidieron que repitiera porque con las cámaras en medio no había acabado el recorrido. "Todo sea por el bien de la Comunidad", le dijo en broma al consejero, que se rió. En una pantalla de ordenador aparecieron sus huellas. "La forma de caminar típica de un paciente con alzhéimer", explicó Alonso. Pasos cortos y velocidad disminuida. "Mal pronóstico de caída", aseguró. El posturógrafo es otro de los aparatos estrella del laboratorio. "Es parecido, salvando las distancias, a la Wii", ilustró Rodríguez Mañas. El paciente se sitúa sobre una base, al principio dura y después, cuando va cogiendo seguridad, blanda e inestable. Se trata de repetir los movimientos que va dictando la pantalla. Sirve para diagnosticar el problema, de equilibrio, por ejemplo, y corregirlo. Al usarlo, el paciente ve en la pantalla si lo está haciendo bien o no. "Es muy útil para reeducar la postura", explica Alonso.

"Antes nos guiábamos por el ojo; ahora, en cambio, tenemos datos precisos y podemos ofrecer un tratamiento rehabilitador más personalizado", señala Alonso. Todos los hospitales deberían tener unidades de caídas, añade el jefe de servicio, que pone como ejemplo el caso de la sanidad pública británica: "Uno de los criterios de calidad de los hospitales es que cuenten con estas unidades". La de Getafe es muy nueva, de octubre de 2009. Hasta ahora ha atendido a 500 pacientes, tratados a la vez por geriatras, traumatólogos, anestesiólogos, rehabilitadores... La clave es prevenir, insisten sus responsables, que ya han conseguido financiación para participar en un estudio europeo sobre envejecimiento y fragilidad.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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