Hasta luego, Tulsa
Miren Iza, la mujer que está detrás del seudónimo Tulsa, siempre ha ido a su ritmo. Su particular manera de entender la música, llena de fascinación por los sonidos desérticos estadounidenses, y unas letras sangrantes y confesionales, cuadraban a la perfección con una voz de una tristeza tan profunda que resulta difícil no emocionarse o, al menos, prestar atención.
Sus discos y sus directos eran tan atractivos como áridos en ocasiones, y desde luego no aptos para gentes que buscan en la música escapismo fácil.
Durante el lustro que lleva desde que por primera vez tuvimos noticia de ella, ha publicado dos álbumes, intentando combinar la música con la profesión que estudió, psiquiatría. Y siendo sinceros, da la sensación de que nunca ha quedado claro cuál de las dos ocupaciones mandaba en su vida.
Quizás harta de esa indefinición, ahora anuncia que pone tierra de por medio. Se va a probar suerte a Nueva York, en principio por un par de años, y en ese tiempo Tulsa reposa y Miren ocupa su lugar. El próximo martes se despide de los escenarios en la sala El Sol (calle Jardines, 3). Un concierto único y con sabor a despedida que promete ser emotivo.
