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Reportaje:

El mapa real de Barajas

Unas 500.000 personas de 34 municipios viven bajo el ruido de los aviones del aeropuerto

Jesús Sérvulo González

Cada noche Gabriel Reina sigue el mismo ritual antes de acostarse: comprueba que las ventanas de su casa estén bien cerradas. Se pone unos tapones amarillos en los oídos y sólo entonces cierra los ojos. Cada 20 minutos, un zumbido hace temblar ligeramente la lámpara que cuelga de su dormitorio. Gabriel es uno de los cerca de 500.000 sufridores del ruido que provocan los aviones que aterrizan y despegan del aeropuerto de Barajas, según cálculos de nueve asociaciones contra el ruido del aeropuerto.

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Un estudio de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) publicado hace sólo dos semanas, pero con datos de hace dos años -antes de que la nueva terminal T-4 entrase en funcionamiento- los reduce a sólo 40.000.

Según estas asociaciones hay 34 municipios afectados por el zumbido de los aviones sobre sus cabezas. Vecinos de los municipios de Alcobendas, Algete, Arganda del Rey, Fuente el Saz, Loeches, Madrid, Mejorada del Campo, Manzanares el Real, Paracuellos, San Fernando de Henares, San Sebastián de los Reyes, Soto del Real, Velilla de San Antonio, Torrejón de Ardoz, Valdetorres del Jarama, Talamanca, Belvis del Jarama, Colmenar Viejo, Torres de la Alameda, Tres Cantos, El Molar,

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Valdeolmos-Alalpardo, Coslada, Daganzo de Arriba, Valdelaguna, Cobeña, Ajalvir, Rivas-Vaciamadrid, Fuente del Fresno, San Agustín de Guadalix, Pedrezuela, Miraflores, Bustarviejo y varias urbanizaciones de la sierra, se han quejado por sufrirlos. AENA los reduce a 16 municipios. "En muchas ocasiones el sonido que hacen no es muy alto. Pero es latente. Molesto", dice uno de los afectados. Las maniobras de despegue y aterrizaje son las más ruidosas, pero el oído humano percibe el ruido de los aviones por debajo de los 10.000 pies de altura (unos tres kilómetros).

Muchas de las protestas de estos vecinos tienen que ver con un cambio en las rutas aéreas que siguen los aviones que salen de Barajas. En 2005, AENA aprobó una modificación de una de esas trayectorias para que el tráfico aéreo evitara los cuatro rascacielos de la ciudad deportiva del Real Madrid. Y otras previstas en la Operación Chamartín. El pasado 14 de febrero, el director adjunto del aeropuerto de Barajas, José Sanz, envió una misiva a la Asociación Contra el Ruido y Riesgo de Aviones asegurando que "las trayectorias de salida y llegada al aeropuerto de Barajas se hicieron con unos desarrollos urbanísticos determinados, en concreto la Operación Chamartín". Este proyecto está en letargo desde hace años.

Ana tiene sólo tres años y medio y padece un síndrome desde los nueve meses provocado por el estrés causado por el ruido de los aviones. Cuando los oye le entra pánico y rompe a llorar. Su padre, Ignacio, se compró la casa en una urbanización próxima a San Sebastián de los Reyes hace cuatro años. Pero en 2005, y con una elevada hipoteca que le acompañará durante los próximos 35 años, su vivienda se devaluó un 25%, porque comenzaron a pasar aviones sobre su casa, que lleva dos años en venta. Y la familia, desesperada.

Una situación parecida sufren los vecinos de Tres Cantos (40.000 vecinos). Cuando en 2005 se modificó la ruta aérea comenzaron a sobrevolar aviones sobre el Soto de Viñuelas (2.000 habitantes), una urbanización al este del municipio. "Muchos se desvían de la ruta establecida. Hemos tenido que aislar las ventanas. Por la noche tengo que cerrar todo", explica Beatriz Chillón. Además, Tres Cantos se ha quedado fuera del Mapa estratégico del ruido de Barajas que presentó AENA hace dos semanas. "Pedimos sonómetros. Miden el ruido en 24 puntos próximos al aeropuerto y aplican los resultados a un modelo matemático que nos deja fuera. Queremos mediciones reales. Que vengan y comprueben el ruido que hacen los aviones", se queja Chillón.

En San Fernando de Henares (40.000 habitantes) ocurre algo parecido. Su alcalde, Julio Setién, ha dispuesto una patrulla de la Policía Municipal armada con un sonómetro para que cada vez que un aeroplano surque el cielo sanfernandino registre el ruido que hace, fotografíe la panza del avión y abran un expediente sancionador contra el mismo. "Cuando el viento sopla hacia el sur, los aviones despegan en ese sentido, pero muchos se desvían de la ruta establecida [lo permitido es un margen de una milla]. Giran mucho antes para ahorrar combustible y sobrevuelan nuestro casco urbano. Hemos iniciado 90 expedientes sancionadores". Pero la estrategia de Setién es meramente disuasoria, por ahora. AENA no aporta los datos de los vuelos, según el alcalde. Y las denuncias no prosperan.

Fernando Rodríguez, vecino de Ciudalcampo, cuenta que ha realizado mediciones de 90 decibelios (db). El umbral máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 65 db. Y por cada tres decibelios más se duplica la sensación sonora. "Hay muchos intereses urbanísticos detrás de esto. Los aviones han dejado de pasar por El Goloso, que apenas está habitado para pasar por encima de los cascos urbanos", esgrime.

Otro de los municipios afectados es Paracuellos del Jarama (8.000 habitantes). Sus vecinos han notado el aumento de la frecuencia del paso de aeronaves desde que se abrió la nueva terminal de Barajas (T-4) en febrero de 2006. "El problema es que hacen medias con las mediciones", explica Sergio Krstic.

Para determinar el nivel de ruido que sufre una zona, AENA mide el impacto sonoro que hacen los aviones durante un determinado periodo horario. "Si a las 22.00 pasa un avión y provoca un gran estruendo, y no vuelve a pasar ninguno, AENA reparte todo ese ruido entre cuatro horas [de 19.00 a 23.00]. La media dice que el ruido ha sido muy bajo", explica Krstic.

AENA explica que el Mapa del ruido publicado recientemente no es lo mismo que la huella sonora. "Estará lista el próximo otoño y recogerá datos actualizados de 2006", afirma. Un portavoz explica que en los últimos años este organismo ha financiado el aislamiento de 12.000 viviendas de la zona, que fueron calificadas como afectadas en 2001. Pero AENA no facilita datos acústicos de 2006, ni tiene en cuenta de momento al resto de familias que padecen el zumbido de las aeronaves.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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