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Las maquetas como objetos de arte

Diez arquitectos españoles exponen los modelos de algunas de sus creaciones

Las maquetas y, sobre todo, las de arquitectura son en Nueva York objetos muy preciados, se venden y se subastan. Lo contrario de lo que ocurre en general en Europa, donde se las considera sobre todo herramientas de trabajo, más o menos logradas estéticamente. Un galerista neoyorquino, Michel Soskine, que se ha instalado en Madrid con una sucursal del mismo nombre (Padilla, 36), pensó que ya era hora de que en España se valoraran esas pequeñas obras de arte en su justa medida. Llamó a unos cuantos arquitectos y les propuso la idea. Hasta el 21 de mayo se expone un conjunto de 10 maquetas de otros tantos arquitectos que comparten una destacada proyección internacional.

Luis Mansilla y Emilio Tuñón han metido dos de sus proyectos en una caja, el Museo de Arte Visigodo de Toledo (2010) y el Museo de Cantabria (2003). Combinan dos universos muy diferentes: el primero es un viaje a la arquitectura visigoda y a la modernidad más elemental y sostenible; el de Cantabria es una reinvención de la naturaleza, con los perfiles de las montañas perfectamente definidos en madera.

"Son la poética de lo que uno se imagina", dice Blanca Lleó

Andrés Jaque siempre retorna al terreno de lo lúdico. Su Hospedería de Los Divertimentos Flotantes (2008), en Mallorca, aporta el punto travieso. Mezcla madera de balsa con espuma de poliuretano para una maqueta con dos niveles, una visión de conjunto y un detalle de la escalera, que le permite al arquitecto jugar con las escalas y el espacio.

La maqueta de la Casa Levene (2001), de Eduardo Arroyo, en El Escorial, es una filigrana a gran escala. Esta vivienda, cuya construcción se supeditó a los árboles que había sobre el terreno y se diseñó evitando que ninguno fuera talado, ha sido reproducida con la ayuda de materiales como el cartón, el aluminio y el acetato impreso.

Las maquetas han sido objetos que han acompañado a los arquitectos desde la antigüedad. No solo como recuerdo a pequeña escala del proyecto que se hizo realidad o como testigo de lo que no pudo ser, sino que forman parte importante del proceso creativo del arquitecto y la relación de este con su equipo y su cliente. "Son objetos muy elocuentes del proyecto y muy necesarios para la arquitectura", reflexiona Blanca Lleó presente en la exposición con su Torre Bioclimática (2006) de Madrid. "Son la poética de lo que uno imagina, pero que se puede convertir en realidad".

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Junto con el resto -el Centro de Creación Contemporánea de Córdoba (2010), de Nieto Sobejano; el Decanato del Campus de Justicia (2007), de Picado de Blas; el Pabellón del Cerezo en Flor (2008), en el Valle del Jerte, de Cristina Moreno & Efrén García Grinda y el Museo Zhang Da Qian, Sichuan, (China), 2010, de Benedetta Tagliabue- son pequeñas esculturas que reflejan el vínculo entre arte y arquitectura.

Maqueta del Museo Zhang Da Qian, Sichuan, (China), 2010, de Benedetta Tagliabue.
Maqueta del Museo Zhang Da Qian, Sichuan, (China), 2010, de Benedetta Tagliabue.
Maqueta de la Casa Levene (2001), en El Escorial, de Eduardo Arroyo (Nomad).
Maqueta de la Casa Levene (2001), en El Escorial, de Eduardo Arroyo (Nomad).

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