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Una menor asegura en un juicio que la obligaron a prostituirse

F. Javier Barroso

"Tenía miedo por lo que pudieran hacer a mi familia, en especial a mi sobrina, y por eso accedí". Así resumió una inmigrante peruana, que ahora tiene 20 años, cómo fue obligada a prostituirse hace cuatro años cuando residía en Torrejón de Ardoz. Un amigo de su familia abusó de ella durante unos dos años y también le consiguió contactos sexuales con terceros por los que nunca cobró, pese a que le ofrecieron dinero.

La Sección 23ª de la Audiencia Provincial juzga entre ayer y hoy a los dos supuestos autores de los delitos: el conocido de la familia, Guillermo Eduardo L. S., y el dueño de un hostal de Arganda del Rey donde se mantenían los encuentros, Jesús M. G. El fiscal pide para el primero 46 años de cárcel por tres delitos de agresiones sexuales, un delito continuado de abusos sexuales y prostitución. El ministerio público rebaja la solicitud de condena para el segundo a 10 años.

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La entonces menor asegura que conoció a su supuesto agresor a través de sus padres. Este acudía cada vez que quería tener relaciones sexuales (unas dos o tres veces por semana) y la esperaba delante de su instituto, junto a un parque. Después iban al hostal de Arganda donde el hombre abusaba de ella, según su relato. "También tuve encuentros sexuales con otros dos hombres, llamados Alfredo y Eduardo, que pagaron a Guillermo Eduardo. A mí me ofrecieron pagarme, pero yo no acepté", destacó la menor. "Una de las veces que no había habitación en el hostal, recogimos a Alfredo y fuimos a la casa de un amigo de Guillermo. Allí nos dejó solos a los dos", relató la mujer.

El segundo acusado

La víctima también aseguró que el dueño del hostal la violó en al menos una ocasión. "Me pegó una patada en la rodilla, en la que me salió un bulto; me llevó a la habitación y mantuvo relaciones sexuales conmigo".

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Los dos acusados rechazaron los delitos de los que son acusados. En concreto, Guillermo Eduardo L. S. mantuvo que todo se debe a una venganza por parte de los padres de la menor. El acusado afirmó que los dos formaban parte del llamado clan de la chata, dedicado al tráfico de drogas. "Yo me llegué a enamorar de ella", añadió el principal acusado, que aseguró que las relaciones fueron consentidas, que ella le dijo en un principio que tenía 18 años, que quería estar con él y que necesitaba dinero.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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