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El negro Cadillac rojo

El 'haiga' blindado que, Ceausescu regaló a Carrillopasea hoy en un rally

La historia no ha terminado. Al menos para el viejo Cadillac que ha transportado sobre sus asientos a notorios personajes de este siglo, Stalin incluido. El automóvil, "un engorro" blindado, según Santiago Carrillo, llegó a manos del entonces secretario general del Partido Comunista de España en 1977: fue un regalo del conducator rumano, Nicolae Ceausescu. Propiedad ahora de un coleccionista que lo rescató del desguace en Paracuellos de Jarama, el veterano haiga vuelve este sábado a la vida pública: participa en un rally-exhibición de coches antiguos que recorrerá la región desde Collado-Villalba hasta El Álamo.

No es un utilitario discreto, económico o fácil de aparcar: seis metros de negra largura, otras tantas toneladas de histórico peso y 25 litros de gasolina por cada 100 kilómetros. "No tengo ninguna nostalgia del coche", dice Carrillo, "era demasiado visible, y la gente lo conocía. Unos me saludaban puño en alto y otros levantaban el brazo en señal de repudio". El ex dirigente comunista relata que el coche llegó a España poco después de que a él le detuvieran provisto de peluca. "Cuando salí de la cárcel, en diciembre de 1976, había gente que no me quería bien. Mis amigos pensaron que debía tener un coche blindado. Primero hablaron con Tito y luego con Ceausescu, que me mandó un Cadillac de 1945 que tenía arrinconado en Bucarest".

El armatoste tuvo una vida efímera en manos del dirigente del PCE: "Unos 10 días". En un viaje electoral a Asturias en 1977 se incendió al bajar el puerto de Pajares, a causa de un calentón de los frenos, que difícilmente podían detener el pesado haiga. El Cadillac quedó una temporada aparcado en un pueblo, pasto de las discusiones de los paisanos:

-¿Será verdad que es blindado? La duda se zanjó a tiros de escopeta, que no traspasaron la carrocería. Y de Asturias, al garaje de la sede del PCE. "Los que me continuaron, o me expulsaron del partido, administraron muy mal. Tenían que haber capitalizado el coche", ironiza Carrillo. El PCE saldó existencias, y el Cadillac, junto a otro coche moderno que había usado Pasionaria, fue a parar a un desguace de Paracuellos de Jarama.

En 1990, caído el muro de Berlín -fin oficial del comunismo- y hasta asesinado Ceausescu, el automóvil llegaba a manos del coleccionista Gonzalo Tornos. En su garaje, el coche de Carrillo "convive sin problemas" con otro Cadillac en las antípodas políticas: el que utilizaba Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación con Franco.

Ahora, la satisfacción del nuevo dueño -que entregó por el Cadillac un Porsche 911 usado y medio millón de pesetas- contrasta con el alivio de Carrillo: "Soy mucho más feliz con un Opel Corsa". Adiós Carrillac.

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